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Han pasado poco más de dos años, aunque prefiero morir a seguir llevando esta existencia miserable, he descubierto que no es tan sencillo como lo parece, las sombras me impiden debilitarme del todo, ayudan a mi regeneración e incluso me hunden en un extraño estado de descanso que le da a mi cuerpo suficiente tiempo para recuperarse, no tengo medios para acabar con mi vida rápidamente evitando este fenómeno del que no tenía conocimiento, tal como no tengo forma de saber cuánto tiempo me mantendrá con vida.

He pensado que esto es una forma muy cercana de vivir el infierno que me ha sido descrito en clases de teología, atrapada en un lugar olvidado en el que ya es un milagro que arrojen algo de comida o agua, mis fuentes de alimento han pasado a ser las ratas que extrañamente no escasean y el agua de un riachuelo subterráneo que apenas corre en época de sequía.

Quisiera ignorar lo que pasa fuera de mi claustro, pero las sombras lo hacen difícil, sé que mi desaparición ha llenado de tranquilidad al resto de la familia, ya no aparece la suave conversación de duda de si fue o no lo correcto desterrar me a las mazmorras, no hay dudas, lamentos o culpas, se hizo lo correcto el error ha sido eliminado.

Odio, un oscuro y venenoso odio a crecido durante todos estos años dentro de mí, a veces en contra de la familia, pero mayormente en contra de mí misma, odio haber obtenido un don que me arrastró a este lugar, que me condenó a ser aislada del mundo, el don por el que asesinaron a mi nana.

Respiro profundamente, sé que mi aspecto no es el mismo, que huelo peor que muchas criaturas nauseabundas del mundo y que mi poder ha marcado mi piel, pero sigo siendo un ser humano, al menos siento como uno.

―¿Aún con eso?―Se burla una voz a la distancia ―. No puedo creer que te llene de orgullo contar como amasaste tu fortuna.

El hilo de aquella voz llama mi atención, sin nada mejor que hacer lo sigo para descubrir lo que las sombras tratan de mostrarme.

―Fue un trabajo sencillo, cuando el antiguo rey me ofreció mi peso en oro no pude negarme―Fanfarroneó una voz que reconocí incluso sin jamás haber escuchado en persona―. Todo ese oro sólo por matar a una anciana, ¿Cómo podría negarme?

Lo reconozco, su sombra está tatuada en mi memoria, el hombre que asesinó a mi nana a golpes en aquellas ruinas olvidadas que me sirvieron de hogar.

―La vieja fue bastante dura―Sigue el malechor su relato―. Tardó mucho en quedarse quieta incluso mientras le golpeaba con todas mis fuerzas.

Reconozco el sentimiento que me invade, ira, una ardiente e incontrolable ira que quema mi alma, su risa es un estado con ensordecedor que hace las llamas de mi odio arder con fiereza, mi nana no merecía abandonar este mundo de esa forma, ella era una mujer buena, dulce y amorosa, alguien que aceptó a un monstruo como yo a pesar de lo que le habían dicho, a pesar del terror que le causaba ella secó mis lágrimas y me abrazó todas las veces que lo necesite.

No lo pensé, sólo busqué aquella sombra que había invadido el palacio y acabado con la vida de mi nana hacía ya tanto tiempo, no fue difícil saber dónde estaba, la mezcla de sentimientos que me invadía me exigía hacer muchas cosas que la distancia me impedía, pero cada acto que se dibujaba en mi mente, uno más atroz que el anterior, eran tan claros, detallados y vívidos que no podía esperar por hacerlos realidad.

Siendo de noche las personas duermen para enfrentar un nuevo día, mientras que sus sombras están en reposo puedo hacer uso de ellas sin alterarles, sólo se sentirán extrañamente cansados en la mañana, como si hubiesen hecho tareas en lugar de descansar.

Llamé la sombra de al menos veinte hombres y les pedí que abrieran un camino hacia la fosa en la que me encontraba, las sombras son tan fuertes como sus dueños, no se cansan o deben comer, pero mientras más se alejan de su origen más agotada se sentirá la persona al despertar, si alguno de los dueños de las sombras que acudieron a mi llamado murieron, no lo sé y tampoco me importó, sólo había algo que importaba en mi cabeza, matar al hombre que asesinó a la mujer que me cuidó bajo las órdenes de mi abuelo.

Legado de Fuego y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora