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Han pasado diez días, diez largos, inmutables y desesperantes días desde que desperté en esta habitación, mi mente parece mucho más clara a medida que pasan los días, algunos recuerdos sobre lo sucedido tras la muerte de Rakda son confusos al punto de no saber con certeza que fue lo que ocurrió,

No me siento tranquila ante la posibilidad de que haya hecho cosas que ni siquiera recuerde, está claro que pasaron muchas cosas desde el día en que la única compañía que tuve en la montaña murió, hasta el día en el que el rey de Verthes me trajo a su hogar, pero no siento que sea el momento de preocuparme por algo que no puedo arreglar cuando me encuentro atrapada en la guarida del lobo.

Debido a las heridas que el golpe del rey ocasionó en mis entrañas, al principio no fui capaz de moverme del lecho, dormitaba en lapsos de los que me era imposible saber su duración, cuando despertaba la comida y el agua estaban a mi alcance.

Después de que el rey saliera tras nuestra última conversación, nadie más volvió a entrar en la habitación, al menos mientras estuve consciente o despierta, para cuando comencé a moverme por mi cuenta me percaté que esta no era una simple habitación.

A simple vista se ve como la habitación de un noble, hay una cama, un par de muebles, bibliotecas con libros de diferentes tipos, una mesita para el té, más apartado se encuentra una mesa pequeña con cuatro asientos, un área resguardada con mamparas en la que se encuentran dos muebles con ropa y accesorios, una puerta individual que da a un cuarto de baño modesto y puertas dobles que dan a la salida de la habitación.

Puedo salir de la habitación las veces que quiera, sólo que al hacerlo vuelvo a entrar en la misma habitación, con respecto a las ventanas puedo ver el exterior, puedo observar el día a día de los soldados, los sirvientes y algunos nobles que se pasean por los alrededores o los jardines, sin embargo por más que grite o arroje cosas, ellos no pueden verme, así como tampoco puedo escapar por ellas, si decido saltar caigo nuevamente dentro de la habitación.

Es un hechizo complejo que cubre cada pulgada de la habitación, he extendido mis sombras en todas las superficies, pero aún cuando puedo usar mi poder a voluntad, no puedo ingresar al mundo de las sombras, las sombras tampoco pueden escapar de la habitación por lo que resulta imposible para mí saber lo que pasa fuera de estas cuatro paredes.

Cuando es la hora de la comida, al sólo parpadear es como si cambiara de posición dentro de la habitación, mientras que los alimentos aparecen mágicamente sobre la mesa, de igual forma los restos y utensilios desaparecen horas más tarde.

―Una prisión muy sofisticada―Pienso en voz alta mientras tamborileo mis dedos en la mesa.

Extiendo las sombras nuevamente a todo mi alrededor, he alcanzado distancias mucho más grandes, sin embargo a medida que trato de abarcar la habitación, me resulta más complicado lograr extenderlas, como si mi control sobre ellas vacilara en ciertos momentos.

Pensativa me paseo por la habitación hasta llegar a la puerta, en lugar de abrirla camino sobre ella con ayuda de las sombras, para cuando estoy frente al techo, lo toco confirmando lo que ya sé, el hechizo también lo incluye, no hay fisuras en la formación de este encanto, no hay debilidades en sus pilares, lo que me advierte que es magia más avanzada que la que hasta mi escape de Arbos, el reino que fue mi hogar usó.

―Quizá debería intentar...―Pienso mientras mantengo mi mano contra el techo.

Cuando intento burlar el hechizo la formación del encanto, este se hace visible con un brillo dorado, figuras que unidas generan una armonía perfecta, uniones sin la menor vacilación, un poder demasiado antiguo para ser obra del rey Velkan, quién sea que hizo este hechizo podría ser tan viejo como el reino.

Legado de Fuego y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora