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—¿Sucede algo? —me preguntó clavando sus ojos en mí

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—¿Sucede algo? —me preguntó clavando sus ojos en mí.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, quise ser tragado por la tierra en ese momento. No respondí, solo agaché la cabeza y cerré los ojos con fuerza.

—¿Es usted... la princesa, cierto? —pregunté, alzando la cabeza lentamente, con la voz temblorosa.

Era absurdo preguntarlo, ya sabía la respuesta, pero de alguna manera, creí que si su respuesta era otra, podría librarme del sentimiento de pena y de vergüenza que me había embargado. Ella asintió levemente mientras me miraba con curiosidad.

—Oh, siento mucho el atrevimiento, alteza, no quise ser irrespetuoso, no era mi intención.

—No hubo nada de irrespetuoso Jungkook, no se preocupe, es agradable hablar con usted —expresó con amabilidad—. Oiga, amé mucho aquella obra, la que presentó en la audición —dijo mientras acariciaba su antebrazo con delicadeza.

Cambió radicalmente de tema, me sentí aliviado, no parecía estar enojada.

—¿Usted la vio? —pregunté con el ceño fruncido, no recordaba haberla visto en la audición.

—Sí, soy bastante curiosa, tengo que admitirlo —declaró, sonrió apenada, y sus ojos se perdieron en la nada, parecía recordar algo.

A decir verdad, lo había deducido desde hace unos diez minutos, cuando entró al taller, su curiosidad fue la primera actitud con la que tuve la dicha de presenciar, y sinceramente, había hecho que mi interés por ella aumentara.

—Las paredes del palacio estaban llenas de murmullos de los sirvientes. No paraban de hablar de la audición que organizó mi padre, y cuando todos los artistas llegaron, yo estaba escondida, observando sus exposiciones. Fue grandioso —exclamó con un suspiro.

Todos en el pueblo éramos conscientes de que, tras la muerte de la madre de la princesa, el rey se recluyó en el palacio y rara vez salía de sus muros. Lo mismo sucedía con su hija, quien apenas se dejaba ver en el pueblo. Por mi parte, solo tuve la oportunidad de mirarla una que otra vez, posiblemente durante las festividades navideñas. Éramos apenas dos retoños en aquel entonces, tuve la oportunidad de observarla desde la distancia, en el balcón del castillo. A pesar de mi corta edad, aquel recuerdo permanece nítido en mi mente. Ese día, todos los habitantes bailaban al compás de la alegría, y mamá Migi, nos obsequió a todos los niños una deliciosa jalea casera, que disfrutamos con ansias. Fue un momento verdaderamente inolvidable. Desde ese día, jamás volví a cruzarme con la princesa ______. Hasta ahora. Era triste, porque a pesar de todo lo que ha sufrido parecía tener un gran corazón.

—Me alegra que le haya gustado, aún sigo sin creer que tenga el privilegio de conocerla, princesa —expresé con toda la honestidad que cabía en mí.

Sí, me sentía realmente afortunado de conocerla, aunque para ser sincero, preferiría haber sabido que me dirigía a la princesa, esa escena vergonzosa iba a mantenerse presente en mi mente por mucho tiempo, sé que las primeras impresiones siempre cuentan, no quise que se llevara una mala imagen de mi persona.

» Forbidden Canvas | jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora