Parte 4: Nuevo día, nuevos sucesos

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Me desperté por la mañana, me levanté y fui al comedor. Allí había leche y zumo de naranja además de pan tostado con mantequilla, el desayuno era la mejor comida de todas pero aún así era repetitivo. Después, salí un rato a un patio interior para alejarme del resto de ingresados y estar a solas. Me senté en un largo banco de madera a la sombra al lado de un árbol y cerré los ojos. Estuve pensando en mi vida y reflexionando sobre cómo había llegado a estar así, ingresado en un hospital psiquiátrico durante todo el día sin poder salir y encerrado con unos locos, siendo interrogado constantemente por los psiquiatras, teniendo dificultades para dormir y comiendo siempre lo mismo. Los primeros días, al llegar por primera vez al psiquiátrico, lo pasé muy mal. No quería salir de la habitación y me pasaba casi todo el día llorando y escuchando los gritos de los demás, pensando si quizás les estaban torturando o sometiendo a algún tipo de pruebas dolorosas. Pensé que quizás algún paciente estaría en la misma situación que yo, pero no. Me equivoqué. Todos estaban completamente locos. Volviendo a la realidad pero sin abrir los ojos aún, noté una fría brisa que me recorrió la espalda. Se me pusieron los pelos de punta tras esa suave corriente de viento y una sensación de frío recorrió mi cuerpo. Entonces abrí los ojos. En ese momento, no sabía si me había quedado dormido pero no lograba reaccionar a lo que estaba viendo. ¿Estaría sufriendo parálisis del sueño ahora mismo? No, eso no puede ser, seguía en el banco y todo era igual excepto por esa figura. Allí estaba, tenía la apariencia de un hombre adulto y tenía una amplia sonrisa en la cara. Parecía loco, no miraba a ningún sitio en concreto, miraba a la nada pero con una extraña pero fuerte emoción en sus ojos que no sabría describir. Entonces lo vi. Vi lo que tenía en la mano. No me había dado cuenta hasta ahora. ¡Tenía un cuchillo! Sentí que el miedo invadía mi cuerpo, las palabras y gritos no salían de mi boca, no lograba moverme. El extraño sujeto pareció darse cuenta de que había visto el cuchillo que portaba y vino corriendo directamente hacia mí.

–Jack...¡Jack! -- Escuché al psiquiatra decir mi nombre

–¡Jack! ¡Despierta!

Abrí los ojos de repente, seguía sentado en el banco y todo seguía igual que cuando cerré los ojos. Aquel hombre había desaparecido y yo sorprendido miré al doctor y parpadeé varias veces para comprobar que lo que estaba viendo fuera real. Así era.

–Jack, ¿te quedaste dormido en el banco?

–Sí, eso parece

–Vamos a la consulta, es la hora de tu revisión diaria. Tengo una sorpresa que creo que te gustará.

Al llegar a la consulta todo estaba igual que de costumbre. Había una mesa baja y dos sillones, uno a cada lado, enfrente del otro solo separados por la mesa. Me senté y el psiquiatra y yo empezamos a hablar.

–Jack, ¿hay algo que te preocupe? Te noto extraño...

–No, nada en especial. Solo estaba pensando y me quedé dormido – No le dije nada sobre la visión ya que pensaba que si parecía normal pensarían que me habría "curado" y me dejarían irme de aquel sitio.

–¿Te estás adaptando bien al sitio y a tus compañeros?

–Bueno, al sitio me he acostumbrado. Las comidas me parecen repetitivas pero puedo aguantarlo. Respecto a mis compañeros... No suelo hablar con ellos. Actúan de forma extraña, algunos incluso parecen olvidarse de la conversación o cambian totalmente de emoción o incluso de personalidad.

–Ya, sé que puede ser difícil, pero trata de llevarte bien con ellos. En el fondo son buenas personas a pesar de los problemas que tienen y sus traumas, si llegas a conocerles puede que te acaben cayendo bien.

–Vale... Lo intentaré, pero no prometo nada...

–¡Ah! ¡Qué tonto estoy! ¡Casi se me olvida! ¿Recuerdas la sorpresa que te dije? Bueno, pues ¡te he traído un cuaderno de dibujo y algunas pinturas de colores! Sé que no son los mejores materiales para dibujar pero esto es lo máximo que he podido hacer porque un lápiz puede considerarse peligroso. Sé que las reglas son estrictas, pero yo no las he creado y también tengo que adaptarme a ellas... Si quieres, puedes dibujar algo y enseñármelo, tus padres me dijeron que era tu forma de expresarte, tanto para decir cómo te sentías como lo que veías.

–Gracias, es un detalle muy bonito pero no creo que te gusten mis dibujos...

–¡No digas eso, seguro que no están tan mal!

Entonces, tal y como me dijo el psiquiatra, me puse a pensar qué dibujar. Empecé cogiendo la pintura negra y pintando una figura alta y delgada de una mujer, pretendía dibujar a una de las limpiadoras del centro pero mi dibujo poco a poco iba tornándose siniestro sin que yo me diera cuenta porque estaba muy concentrado en dibujar. Le dibujé pelo negro, largo y ondulado que tapaba un poco su cara. Seguido de esto, le dibujé una amplia sonrisa y unos ojos grandes y bastante abiertos en los que no se podía saber qué sentía la chica, solo se podía notar su mirada perdida. Cuando terminé, se lo di al doctor.

–Vaya, es muy... bonito. Sí, está muy bien hecho, se nota el detalle, pero... ¿Por qué no le añades un poco de color? Quizás en el vestido o... en los ojos. Así podrías darle un toque de alegría y añadirle emoción a la cara.

–Pero... eso no es lo que vi aquel día... La chica iba vestida de blanco y su expresión era parecida... – Me di cuenta de mi error, había hablado demasiado.Después de tanto tiempo, volverían a pensar que estoy loco...

–Ummm... Ya veo, supongo que así está bien. Bueno, pues si quieres ya puedes irte. Puedes volver al patio a descansar y pensar en tus cosas o a tu habitación. También podrías ir a la biblioteca y leer algo, aunque no hay muchos libros ni variedad.

–Está bien, gracias. Adiós

–¡Adiós! – Dijo sonriente pero en el fondo parecía un poco preocupado por el dibujo que había hecho. Aquella mujer parecía sonarle al psiquiatra, como si la hubiera visto antes en algún lugar... ¿Quizás en algún antiguo informe sobre el hospital psiquiátrico? Seguramente, si mis observaciones eran ciertas y esa mujer le sonaba, se estaría preguntando a sí mismo cómo conocía yo la cara de aquella mujer.

El psiquiátricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora