Azafrán [3]

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¿Cómo describir el sentimiento que me invadió al ver de nuevo aquella mansión?

Hace muchos años, esa mansión era para mí una casa más, ahora la analizaba y me sentía agobiado. Todo era tan caro, tan delicado.

El señor Oliever me guió hacia el interior de la mansión, me llevó a la habitación que sería mía lo que dure la guerra, y me dio una explicación de cómo funcionaban las cosas.

El establo sólo tenía dos caballos: Ágata y Rubí. Un caballo y una yegua.

Al finalizar nuestro recorrido, nos reunimos junto a Miriam en el salón.

-. Es un verdadero placer tenerlo aquí, Iván - dice ella, tan sonriente como siempre.

-. El placer es mío, señorita Miriam - ella me sonrió con dulzura ante mis palabras.

Ella era muy platicadora, y su esposo Oliever no se molestaba. El contraste entre esta casa y la mía era muy notorio, era fácil distinguir el abuso, por eso no entendía porque nadie hacía algo cuando lo notaban.

-. Esperaremos a que mi hijo regrese de la escuela mientras tomamos té, ¿le parece? - cuestionó ella.

Quisiera negarme, pero no me dejó. Tomó mi mano y me arrastro por todo el camino hasta el patio principal, donde había una pequeña tienda con sillas y una mesa.

Nos sentamos y una señorita de servicio doméstico nos dejó las tazas de té.

-. Creo que ya has tenido una primera impresión de mi hijo, ¿no? Fue el bebé que conociste hace mucho - comenta.

-. Oh, por supuesto. ¿Cómo se llama? - pregunte.

-. Alexis - responde sonriente, tal parece que le gusta hablar de su hijo -. Es un muchachito muy inteligente, pero es tan particular.

-. ¿A qué se refiere?

Miriam desvía su mirada, parece sentirse extraña, o más bien, confundida.

-. Él dice que está bien, pero sus profesores me han dicho que él no se junta con nadie en el salón, que no tiene muchos amigos y que su comportamiento hacia él a veces es un tanto particular - responde.

Yo no me preocuparía por nada, excepto por su comportamiento hacia el profesor. Quizá el señor era conflictivo, o notaba algo inusual en él.

-. ¿Qué edad tiene? Porque creo que todo tenemos una etapa donde no queremos tener a nadie - respondí.

Ella estaba a punto de responderme, cuando escuchamos la reja del jardín ser abierta. Nos giramos a verla, encontrándonos a un joven chico de cabellos negros y ojos tan azules como el cielo.

Él se acercó y beso sonriente el cabello de Miriam.

-. Buenas tardes, ma - saluda informal, feliz.

-. Buenas, hijo. Te quiero presentar al teniente Iván Buhajeruk, es el hijo del teniente coronel Dylan - presenta la señorita Miriam.

Los ojos azules de su hijo se posaron sobre mí. Él me veía, pero sentía como si me comiera. Algo se revolvió en mi estómago, me hizo tragar grueso.

-. Un placer conocerlo, señor teniente. Mi nombre es Alexis Maldonado, es de nuestro agrado tenerlo aquí - se presentó, acerco su mano para ofrecérmela.

La acepte con gusto y él me dedicó una suave sonrisa.

Él era, tan extraño para mí.

Finalizamos ese día con una cena juntos, el ambiente familia de aquella casa era bastante más inusual, era nuevo para mí.

Por la noche, en medio de mi guardia nocturna, pude escuchar unos pasos provenientes del piso de abajo. Tome un arma, escondiéndola en medio de mi chaqueta, baje al primer piso.

Me acerque a la cocina y ahí lo encontré.

-. ¿Qué hace despierto a estas horas? - cuestione.

Él dio un brinco en su lugar, y se giró a verme. Sonreí con sorna al ver su rostro, sonrosado y con un bigote de chocolate. Se limpió el rostro, pero igual le quedó una mancha en su mejilla.

¿Quién podía embarrarse tanto al comer? Sólo él, y cualquier otro idiota.

-. Tenía hambre - respondió, guardando el resto del postre.

Me acerqué a él y con un pañuelo limpie los restos que tenía en su mejilla.

Estando cerca de él me di cuenta que era muy bajo, aunque no sabía qué edad tendría.

-. ¿Qué edad tienes? - cuestione.

Él me sonrió, siempre lo hacía.

-. Dieciséis - respondió.

Sí, era muy bajo para su edad.

-. Muy bien, entonces vete a dormir, luego no creces - me burle.

Él me miró con un mohín y suspiro, acatando la orden.

Me asegure que no quedara nada más en el piso de abajo y volví a mi antiguo puesto.

Alexis, era un nombre muy bonito.

Me recordaba tanto a la flor de azafrán silvestre.

Tan especial.

Sunflower - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora