Amapola [2]

835 133 36
                                    

Los años pasaron.

Nosotros regresamos a nuestra casa, no volvimos a ver al señor Oliever y a su familia durante muchos años.

El comportamiento de mi padre nunca cambio, me gustaría decir que "mejoró" un poco, pero sería mentir. Él seguía siendo el mismo abusador, aunque las personas sólo vieran a un hombre siendo hombre.

Estúpido, un completo patán.

Mi madre, una mujer tan bella e inteligente, no sé cómo pudo terminar con un hombre así. Luego recordé los "matrimonios arreglados".

Mi padre era un teniente coronel, un rango bastante superior a muchos otros que se encuentran en el ejército. Necesitaba a una mujer de su "talla", mi madre no tenía gran impacto en la sociedad de mierda en la que vivimos, pero era bella.

El tiempo fue agotando mi paciencia.

Cuándo cumplí los trece, antes de anotarme al ejército, comencé a rebelarme contra mi padre.

A veces, él quería golpearla y yo me ponía en medio, tomando los golpes por ella.

Ahí comprendí, que a él le daba igual a quién golpeará, con tal de saciarse. Sólo necesitaba a alguien más débil que él para someter.

Mi madre, siendo una mujer que nunca ejercitó o hizo trabajos de fuerza, no podría defenderse contra alguien que aparte de hacer ejercicio de fuerza diario, era un hombre que estuvo en la guerra.

Yo con trece años no podía hacer nada, por lo que sólo soportaba los golpes que me daba.

Cuando cumplí los quince y me gradué como cadete, mi padre me tenía un poco más de respeto.

Ser cadete no era para tanto, pero lo que sostenía el respeto fueron los "honores" con los que me gradué.

La milicia era absurda.

Las personas que ahí se encontraban eran brutas y parecían primitivos.

Ese era un pensamiento que no podía expresar con nadie, pero que con él podía incluso susurrárselo para burlarnos juntos.

Con forme fui creciendo, fui escalando de puesto rápidamente. A los veinte años yo tenía el rango de Sargento.

Fui el más joven de mi clase. Quisiera estar orgulloso por eso, pero me da asco recordarme cómo fui en ese tiempo.

Quise tener un rango alto en poco tiempo sólo para imponerme contra mi padre, así tuviera que pasar por encima a los demás. La ley del más fuerte.

Recuerdo que una noche, unos compañeros de tienda salieron sin autorización, fueron al bosque cercano y comenzaron a agredir a un novato. Me les acerque y les amenace con ponerles el dedo con los superiores, pero yo tenía más que perder.

-. ¿Qué pasa, Iván? ¿Acaso tú no tienes deseos? Este es un novato, se saldrá de la milicia antes de hablar. ¿No es así, pequeña mierda? - la forma en que ellos trataban a aquel chico me parecía repugnante.

-. No es correcto, nuestro trabajo es servir y proteger, no imponer - respondí.

Ellos comenzaron a reír, como si hubiera sido el mejor chiste contado en la historia.

-. Vamos, Iván. Prueba y verás - habló, haciéndose a un lado.

En ese momento pude ver bien lo que ellos le hacían a aquel chico y por qué sus gritos de "dolor" sonaban peculiar.

Lo estaban sodomizando.

Fruncí el ceño, recordando las palabras que la iglesia decía ante esa conducta.

Sunflower - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora