CAPÍTULO DIEZ. UN SERENO MOTIVO DE DISCULPA

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Valencia. Julio. Año 2032

<< ¿A qué venías realmente Paula?>>

Una botella de champan, y dos copas para brindar por algún motivo tan inoportuno como impredecible. Ahora no tenía otra alternativa, si acusaba una pose dubitativa, esto provocaría una respuesta poco acertada. Debía seguir el juego, debía sentarme con ella, no crear una apariencia que pudiera crear una duda, y de ahí una sentencia. Dude durante segundos antes de pronunciar palabra.

Debía aprovechar aquellos días libres e intentar averiguar todo lo que mis sentidos habían percibido, toda aquella telaraña cerebral en la que se había tejido un nuevo concepto, del que aún era desconocido para mí. En realidad, no tenía tiempo para sentarme y fingir una acalorada tarde junto a ella. Aquello supondría una pérdida de tiempo poco recuperable. Debía aceptar. Ella hizo ademan de intentar explicar su pretenciosa, y hasta el momento sorprendente visita.

— ¿Senderismo?, suena interesante. Perdona por presentarme así de repente en tu apartamento. Me han comunicado que en dos días vuelvo a Barcelona, mi tarea de formación aquí ha finalizado y quería agradecerte lo afable que habías sido conmigo.

Yo la miré, y debía de contestar algo rápido. Abrí algo más la puerta. Dibuje en mi rostro una sonrisa que de nada era sincera. Debía mostrarme cortés e invitar a pasar a Paula al interior.

—Claro. Puedo… puedo ir mañana u otro día, y más por un motivo tan convencedor.

Cinismo es lo que en mis palabras quedaba subrayado. Ella no noto tal cosa. Hice gesto de invitarla a entrar, y ella no titubeo a la hora de hacerlo.

Nos dirigimos al salón, y allí tomamos asiento. Ella abrió la botella con alguna dificultad.

El espumoso contenido brotó y salpicó el suelo. Corrió a coger una de las copas. Como fingiendo pleitesía, sirvió la primera copa y me la entregó, posteriormente sirvió una segunda, y esta fue para ella.
 
—Así que vuelves a Barcelona… ¿Estarás con ganas de volver, ¿no? —pregunté sin levantar apenas la mirada de la copa. Las espumosas burbujas ascendían sin precedentes a la superficie.

—Si… La verdad es que ya he estado aquí el tiempo que me correspondía, y ya he rellenado todos los informes. Mi avión sale en dos días. —Ella parecía triste formulando tales palabras. Acariciaba la copa mientras hablaba—. La verdad que voy a echar de menos muchas cosas por aquí —Miró alrededor, observando el salón y dirigiendo su mirada en último lugar a mí, insinuando algo—. Bueno, no quiero emocionarme… (Pequeña risa acompañada de un anhelado sentimiento) Por nosotros. 

Las copas chocaron y el sonido hizo eco en la habitación. Ambos bebimos de la copa, yo esperé a ver su reacción. Ella bebió sin titubeos, por lo que yo bebí tras ella. Dispusimos las copas en la mesa.

— ¿Qué tienes pensado hacer ahora? —pregunté sacando un tema de conversación a relucir.

—Ahora toca lo más difícil. Convencer a mis supervisores de las ventajas de anidar aquellas cunas en el Hospital de Barcelona. Será algo divertido, supongo…

Continuamente mostraba un desatino ante sus palabras. Su impresión era la de querer decir algo importante, pero parecía que le suponía una dificultad con relevancia para ella.

—Quería agradecerte todo lo que has hecho por mí durante mi estancia en Valencia —de nuevo agachó la cabeza y esta vez miró sus manos—, y pedirte disculpas por mi comportamiento el otro día. Por irme de esa manera. No soy quién para juzgar tu manera de pensar. Yo también acepté un puesto de trabajo similar al tuyo. Aunque me reitero en que tu manera de pensar es arrogante y debe estar fuera de esta profesión. Como te dije, la razón por la que me dedico a este campo es muy distinta a la tuya…

Nido BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora