Tú me perteneces

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Día 1: Rutina / Anhelo

Tomó la caja que estaba en el mostrador y sonrió como señal de despedida al empleado del lugar. Salió del establecimiento recibiendo los rayos del sol en el rostro, junto con el aire agradable entrecruzándose por los edificios.

Una vez que comprobó que no venía ni un auto, cruzó la calle.

Había salido temprano del trabajo, fuera de su rutina. Pero su jefe había tenido una junta en el ayuntamiento y las empleadas ya no fueron requeridas. Lo cual le dio un largo margen de tiempo, por lo que Yor se quedó quieta fuera de su trabajo pensando en que haría. Anya aún no regresaría de la escuela y Loid seguía en el trabajo.

Hasta que recordó lo que sus compañeras estuvieron hablando sobre el matrimonio. Y que Camilla le había ido a visitar a Dominic al trabajo.

—¿Eso es algo que una esposa hace? — Quiso saber Yor, con la motivación de querer ser una buena esposa cada vez.

—Si, es reglamentario. — Sharon terminó de teclear en su máquina de escribir. — Para asegurarte.

—¿Asegurarte de que? — Aquellas palabras le resultaron tan confusas a Yor.

—Que no haya una mujer detrás de él. — Informo Millie levantando el dedo para dar mejor enfasis.

—¿Una mujer lo está buscando? —Yor pensó en qué cosa pudo hacer Dominic para tener una asesina detrás suyo.

—Si, ya sabes, alguna mujer que quiera arrebatármelo.

—¿Existen mujeres así?— Confundida pregunto Yor.

—Por supuesto — Agrego Millie. — Mujeres que se fijan en un hombre comprometido y aún así lo quieren.

Yor había pesando demasiado en aquella conversación días después. Ella no tenía idea de que debería o no hacer una esposa, por eso el escuchar a sus amigas que tenían experiencia en el ámbito le brindaba oportunidad de aprender. Cómo el hecho de que no sabía que debía visitar a Loid en el trabajo. Jamás lo había hecho. No había considerado que fuera algo esencial, pero ellas le habían mostrado otro panorama.

Aquel hecho no dejo de darle vuelvas en la cabeza. Por lo que aquel día que salió temprano fue a comprar unos canelones, con la idea de llevárselos a Loid. Recordaba que había dicho que le gustaban y eso podría animar su día. Esos últimos días se le había notado particularmente cansado y ella no podía ayudarle a aligerar su trabajo. Al menos quería brindarle apoyo de la forma que pueda. Su comida era demasiado mala, por lo que llevarle algo para comer no era una opción. Por lo que la idea más sensata era algo para comer, algo dulce. Ella quería ser una esposa normal, la esposa que él deseaba tener. Quería cumplir con su papel lo mejor posible.

Se dirigió al hospital donde sabía que su esposo trabaja con cierto nerviosismo. A pesar de que no había nunca, sabía cual era la rutina de su esposo en el hospital, por lo que terminaría llegando a la hora de su descanso. Podía imaginarlo en su oficina ¿se alegraría por verla ahí? ¿Podría verlo con sus pacientes? Loid era un respetable psicólogo y el hecho de verlo en acción agitaba su corazón. Le gustaba el porte, la forma en que se movía y su voz tranquila... y verlo trabajar podría ser una experiencia. Sujetó contra el pecho la caja con canelones cuando entró al hospital. Preguntó por su oficina en la recepción y se movió con agilidad por los pasillos.

La idea de ver a su esposo agitó su corazón y coloreó sus mejillas de rojo. Se acercó por el pasillo hasta que visualizó el nombre conocido en una puerta. Se detuvo enfrente de ahí y respiró profundamente antes de tocar.

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Loid hojeó el informe que tenía encima de su escritorio y suspiró.

Amour épineux  || Twiyor week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora