Wife [Poseidón]

1

Se puso en pie lentamente a penas las Auras que se habían dedicado a maquillarla y arreglar y peinar su cabello salieron por la puerta de la habitación. Dejando de observar su expresión de sutil incomodidad en el espejo a pesar de la sonrisa, relajando por completo su rostro mientras dejaba salir un sutil suspiro.

Dando el primer paso para ir hacia el espejo de cuerpo completo y poder ver finalmente como le quedaba todo en conjunto.

Mirando a su alrededor al sentir una mirada sobre ella, encontrándose con la ninfa de cabellos blancos apoyada junto a la puerta sin hacer ni un ruido, atenta a sus movimientos con una sonrisa de lado. Volviendo su atención rápidamente hacia delante, poniéndose recta en una pose más formal a penas se dio cuenta de que la estaba viendo.

Lo cierto es que no había hablado demasiado con ella a lo largo de esos ajetreados días, pero entre todas los sirvientes con los que había tenido que hablar y convivir, ella era, definitivamente, la que más le agradaba.

Había logrado generarle cierto sentimiento de confianza en las pocas veces que había logrado hablar con ella, seguramente porque, a diferencia del resto, era bastante más espontánea y parecía hablar con plena sinceridad, dejando constantemente de lado la formalidad.

No estaba tan acostumbrada a que la trataran como una reina, era una simple ninfa más después de todo.

Volviendo a concentrarse en el espejo, intentando no pensar que no iba a tener ni un solo momento completamente sola en lo que quedaba de día -y lo más seguro es que gran parte de la noche también-. Solo necesitaba un momento para ella misma.

Alisando las pequeñas arrugas invisibles que se habían formado en su vestido después de pasar tanto tiempo sentada frente al tocador, cambiando varias veces de pose para fijarse en todos los detalles posibles. Para terminar dando una pequeña vuelta sobre si misma, viendo el ligero vuelo de la falda.

—No tienes porque quedarte aquí vigilándome, tanto comportarte tan formal— dijo mientras la mirada de reojo—. No intentaré irme y tampoco le diré a nadie que has sido informal conmigo.

Y de todas maneras, de querer intentar lo primer, iba a ser algo bastante difícil de lograr, y no porque en ese momento hubiera alguien en la puerta controlando que eso no pasara.

Además, ella siempre cumplía con sus promesas.

—Tampoco lo digas de esa manera, no es como si te tuviéramos presa— bromeó, volviendo a esa pose informal, tranquilizándola un poco más—. Y aunque me gustaría darte tu privacidad, no puedo hacerlo, si me voy me regañaran— dejó escapar un leve bufido—. Y bueno, tampoco queda mucho para ir a salón principal.

—Uhg, ¿realmente queda tan poco?— la otra fémina asintió. Un nuevo suspiro largo salió de entre sus labios, cerrando los ojos para terminar de relajarse.

Llevando la mirada hacia su brazo, deshaciendo la lazada que mantenía bien colocadas las cintas de un azul oscuro que se entrelazaban a lo largo de su brazo, intentando acomodarla nuevamente en un gesto nervioso por la inquietud que la estaba carcomiendo por dentro.

—Deja que te ayude a atarla— dijo la albina, poniéndose a su lado, tomando la cinta entre sus manos, notando como esta temblaba un poco, acomodándola correctamente.

—Gracias— murmuró.

—Estás bastante nerviosa.

—Mucho— dijo en el mismo tono bajo, tomando una buena bocanada de aire—. Nunca he estado junto a tantos dioses.

—No te preocupes, no son tan malos, no todos, al menos si tienes paciencia y les das la razón en todo, a la mayoría— intentó animarla, cruzándose de brazos un tanto pensativa—. Solo evita a los que tengan cara de no querer hablar contigo, aunque...