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—Disculpen~— canturreó una voz femenina, interrumpiendo la conversación prácticamente unilateral que estaban teniendo—. Si no os importa, me llevaré a ___ un momento conmigo, quieren conocerla y hablar con ella.

La nombrada miró a la recién llegada desconcertada, ladeando la cabeza confundida. No la conocía, pero también era una ninfa. Deteniéndose momentáneamente y con algo más de interés del habitual, en sus ojos heterocromáticos.

—Supongo que no hay ningún problema si me la llevo un momento, ¿verdad que no, Poseidón?— preguntó con cierto tono burlón y una sonrisa de lado.

—Haz lo que quieras— respondió sin más, alejándose de allí con ese aire de grandeza, siendo perseguido por el dios menor, quien no parecía querer cortar esa "conversación".

___ siguió con la mirada la ancha espalda de Poseidón con la mirada sin sorprenderse en lo más mínimo de ese tipo de contestaciones y su poco interés en ella en todos los sentidos.

—Esto...— se volvió hacia a otra ninfa—. Por algún casual, ¿nos conocemos?— preguntó, ladeando la cabeza. Se le hacía ligeramente conocida por alguna razón, pero estaba casi segura de que la respuesta iba a ser conocida.

—Nop, es la primera vez que nos encontramos— canturreó, tomando la muñeca de la contraria—. Bien, dejémonos de charla, quieren hablar contigo.

Tomó su muñeca con un agarre suave y firme, comenzando a arrastrarla hacia el otro lado del salón con una postura elegante mientras que ella tenía que dar pasos largos y rápidos, pidiendo no acabar tropezando y cayendo al suelo vergonzosamente.

—¿Puedo saber quien quiere saber de mí?— preguntó en un tono más bajo, esquivando a un dios de un movimiento rápido.

—Ahora la conocerás, no seas impaciente.

Llegando finalmente a la otra punta del grandioso salón de fiestas, abriendo la puerta acristalada que daba paso al amplio balcón con unas hermosas vistas al gigantescos jardín, antes de que su atención fuera hacia la hermosa dama que había a unos cuantos pasos de ella.

—Hola querida— dijo la mujer con un tono afable y risueño.

Tenía el cabello de un rojo vibrante y rizado por debajo de la cadera, y unos ojos brillantes y llamativos de una gama de tonalidades que iban desde los tonos rojo hasta el amarillo más tenue, aun si iban cambiando y fluctuando ligeramente.

Era como si estuviera mirando directamente al fuego.

—Señorita Hestia, es un gran placer para mí conocerla en persona— se apresuró a decir mientras se reverenciaba como muestra de respeto.

—No hace falta que seas tan formal conmigo, ahora estamos al mismo nivel, ¿no crees?— dijo mientras posaba una mano sobre su hombro, obligándola a ponerse recta.

—¿Quería hablar conmigo?

 —Lo cierto es que quería presentarme, no todos los días tu hermano menor contrae matrimonio.

—Imagino— murmuró, riendo en un tono bajo algo incómoda—. No quiero sonar descortés, pero ¿por qué no ha venido usted?

—Porque también quería aconsejarte— añadió casi de inmediato la otra ninfa.

—Si, eso también.

—Y porque Poseidón es insoportable— dejando salir una queja, cuando la diosa le dio un ligero golpe en el brazo a modo de regaño.

—¿Aconsejarme? ¿De qué exactamente?— preguntó, ignorando que acababa de pasar.

—Según me han dicho, es tu primera vez en el Valhalla— asintió—. Entonces será mejor que sepas como son algunos de los dioses, a los que más vas a ver.

Wife [Poseidón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora