Amor mutuo... Fralvaro.

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Estaba pensando en él otra vez.
Álvaro López Parra, mi compañero de banda y mejor amigo desde la infancia. No entendía como había desarrollado sentimientos hacia él, mi mejor amigo. ¿Cómo lo sabía? La respuesta es muy sencilla, un tono carmesí, ese era el color de mis mejillas con tan solo verlo, cuando se me acercaba o me abrazaba mi corazón latía rápidamente.
Mis sentimientos eran claros hacia él, me costó saber si era verdad, pero...
Ya que lo sé.
¿Qué sigue? Lo que siento es un amor sincero. Si llego a hablarle sobre mis sentimientos lo menos que quiero es herirlo o que nuestra amistad de tantos años termine por mi culpa, no podría soportar el dolor de perderlo para siempre.

Estaba caminando hacia su casa, necesitaba hablar con Álvaro, aclarar todo, no podía seguir ocultando mi amor por él. Aunque él no lo sabe, cuando se refiere a mí como su amigo, a pesar de que eso soy, me duele el pecho y un nudo en la garganta se forma con tan solo escuchar esas palabras, a pesar de que no son fuertes para él, para mí son como mil puñales en la espalda.

Después de estar pensativo unos minutos, salí de mis pensamientos, ya iba llegando a la casa de López, estaba nervioso, sabía que con tan solo cometer un error, se podía ir todo a la mierda.

Cuando al fin llegué a su domicilio, toqué la puerta un par de veces, a los minutos él abrió la puerta y con cara de confusión de verme a esas horas de la noche en su casa habló.

-Hola Francis- Dijo el mayor, cambiando su cara de confusión por una alegre y brindándole una sonrisa al pequeño. -¿Cómo estás?, Pasa, hace frío, te puedes resfriar- El de rulos se hizo a un lado y dejó pasar al menor. Francisco le hizo caso al moreno, entró a la casa, Álvaro cerró la puerta una vez que el menor entró.

El mayor tomó la mano del más pequeño, lo cual provocó un sonrojo notable en el rostro de Durán. López lo llevó hasta la cocina.

-Siéntate si quieres- Francisco hizo caso al mayor. -¿Quieres tomar un café?- Ofreció el de rulos.

-Si, por favor- Respondió. -Perdón por venir a esta hora- Dijo con algo de pena.

-No te preocupes, igual estaba despierto por el insomnio- Dijo mientras preparaba la bebida caliente. -¿Quieres crema?- Preguntó.

-Si, muchas gracias Álvaro, de verdad- Dijo el menor apenado.

-Sabes que lo hago con todo gusto- Dijo guiñándole un ojo, por lo cual Francisco volvió a sonrojarse. -Es fácil hacerte sonrojar- Dijo riendo.

-Cállate, no estoy sonrojado- Dijo el menor tapándose la cara con ambas manos.

-Tus mejillas no dicen lo mismo- Dijo poniendo la taza de café en la mesa, en frente de Durán, mientras que en su mano tenía otra la cual le correspondía a él . -Vamos a la sala, ahí estaremos más cómodos- Francisco se levantó, tomó la taza y se fue en dirección a la sala de estar, Álvaro lo siguió, ambos se sentaron en el sillón. -Ahora si, cuéntame, ¿A qué se debe tu visita?- Dijo el mayor mientras tomaba un poco de liquido de la taza.

-Quería hablar contigo- Dijo desviando la mirada hacia otro lado.

-¿De qué?- Preguntó el de rulos dejando la taza en una pequeña mesa que estaba en frente de ellos.

-Ya, voy a ser directo- Antes de continuar tragó saliva, lo miró y continúo. -Álvaro, me gustas- El mayor miró desconcertado a Francisco.

-¿Hace cuánto?- Preguntó, mientras seguía mirándolo.

-Hace dos o tres meses, más o menos- Un nudo se formó en su garganta, sentía impotencia, rabia y sobre todo dolor.

López se abalanzó sobre Francisco como un animal salvaje cazando a su presa, lo tomó por la cintura, lo pegó a su cuerpo, se acercó a su rostro hasta que sus labios se juntaron en un beso tierno y cariñoso. El mayor comenzó a introducir su lengua en la cavidad bucal del menor lo cual provocó una pequeña pelea entre éstas, la cual obviamente ganó el moreno, su respiración estaba muy agitada, las pocas veces que se separaban, lo único que se podía escuchar eran sus gemidos y jadeos.

-Tú también me gustas mucho mi Francis- Dijo el mayor separándose del beso. Este fue acercándose al cuello del menor, comenzó a lamer y dejar pequeños besos en este. Francisco solo correspondía con gemidos y quejidos los cuales trataba de callar, pero era imposible, López era muy bueno para hacerle sentir el verdadero placer.

Después de unos minutos, Álvaro se separó del cuello del menor y se sentó sobre su regazo.

-¿Te molesta si te dejé marcas?- Dijo rascándose la nuca.

-A mi no me molesta, pero el Mauri va a taparme en preguntas- Dijo poniendo su mano en el muslo del mayor. -Me da lo mismo en este momento la verdad- Dijo mirando a López con deseo.

-No lo conocía así señor Durán- Dijo riendo, mientras hacia movimientos circulares, provocando una notable erección en ambos.

-No sabes cómo soy cuando estoy caliente Alvarito- Dijo con un tono de voz ronco y hasta cierto punto provocativo.

-¿Puedo comprobarlo?- Preguntó tocando la entrepierna del menor.

-Hazlo- Dijo intentando sentarse en el sillón, lo cual fue un intento fallido, López lo empujó quedando nuevamente acostado.

El moreno comenzó a desabrochar el cinturón del pequeño, una vez terminó de hacerlo, desabotonó el pantalón y bajó el cierre.

No pudo aguantar más, bajó las dos prendas, tomó el miembro con ambas manos, con un poco de nerviosismo comenzó a lamer el glande mientras lo masturbaba. Durán no iba a aguantar más tiempo viendo como su acompañante no introducía el trozo de carne completo así que tomó un puñado de cabello de Álvaro y comenzó a introducir su pene completo en la cavidad bucal del mayor.

Al cabo de unos minutos Francisco tuvo la sensación de que iba a eyacular.

-Alvarito, me voy a venir- Dijo el menor entre gemidos.

López comenzó a chupar más rápido con lamidas profundas y placenteras, lo que provocó que en pocos minutos aquel líquido blanco estuviera en su boca. Álvaro se separó un poco para tragar, una vez terminó de tragar todo, miró a Francisco, para luego comenzar a quitarse la ropa, se sentó nuevamente en su regazo, con una mano comenzó a introducir el pene del menor en su interior, Durán estaba sorprendido por lo que el mayor estaba haciendo.

-¿Estás seguro de que quieres?- Preguntó con preocupación en su voz. -No quiero que te sientas obligado a hacer algo que no quieras- Dijo deteniendo al moreno.

Álvaro solo lo miró y continuó con lo que estaba haciendo. Una vez lo sintió completamente en su interior, soltó un gemido lleno de placer.

Comenzó dando sentones. Al cabo de unos minutos, López estaba cansado, Francisco al darse cuenta, tomó con ambas manos las caderas de López para ayudarlo a continuar.

Estuvieron por bastante rato así, hasta que el menor se corrió en su interior, el moreno calló rendido encima del pecho de Durán, con la respiración agitada, mientras todavía salian jadeos de su boca.

-Lo hiciste muy bien Alvarito, te amo- Dijo acariciando el pelo del mayor.

-Quedé más cansado que la chucha- Dijo abrazando al menor. -También te amo mucho mi amor-

Se levantaron del sillón, tomaron un baño y se fueron a acostar, durmieron abrazados y felices, sus corazones estaban más contentos que nunca, se sentían completos, habían descubierto que el amor que ambos sentían era mutuo, esa era razón suficiente para sentirse felices y completos.












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