4. PERDONAME

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NARRA CLARA

Siento que me volveré loca si no obtengo una respuesta. Estuve íntimamente con alguien y eso sí está más que seguro, mi cuerpo me lo dice, ¿Pero con quién? Si Liam no estaba ahí, ni Ian tampoco y Ángel fue quien me llevó hasta el auto. Él es el único que podría ayudarme a encontrar las respuestas que necesito.

—Tómate esto Clara y cálmate que me estás preocupando. ¿Pasó algo? — me preguntó y yo negué de inmediato. Alana venía siendo como mi mejor amiga y sé que si le cuento mi encrucijada sin ni siquiera yo saber, siento que se pondrá como loca a sacar conclusiones, justo como estoy haciéndolo yo ahora y obviamente no en silencio. Ella si lo gritará a los cuatro vientos.

—Ya estoy calmada, es que tomé muchísimo y creo que el alcohol, me hizo ver personas no deseadas. — le digo tratando de sonar más tranquila. Eso parece calmarla también.

—Bueno, lo mejor será que te des un baño. Mi abuela Jimena vino a cuidarnos mientras mis padres están fuera de la ciudad. Me pidió venir a que te levantara para que bajes a desayunar. — me dice y nuevamente miro la hora y es algo tarde. Salgo de la cama y voy hasta el baño para darme una ducha que tal vez me devuelva la memoria. Trato de pensar en los detalles de anoche y estúpidamente recuerdo lo que hice y dije. Pero la persona no tiene otro rostro más que el de Liam en mi mente. Lo único que sí recuerdo es que esa persona intentaba detenerme y yo literalmente lo forcé.

—¿En qué me he convertido? — digo en voz alta. Cubriendo mi rostro con mis manos. Salgo de la casi eterna ducha.

—No me jodas Clara, mira todo el vapor que sale del baño. Parece que cocinaste un pollo ahí adentro. — dice Alana como siempre de exagerada. Ruedo mis ojos ante su comentario.

—Deja de hablar, que tú eres igual que yo. — le digo y comienzo a buscar la ropa en mi mochila. Cuando tengo ya listo el conjunto me lo coloco y procedo a secarme el cabello con la secadora. Al estar lista, Alana me tomó del brazo y me llevó escaleras abajo.

—Buenos días, Abu Jimena. — saludo al llegar hasta la cocina. Ella me ha autorizado a llamarla abuela, tía, o Abu. Como me sienta mejor decirle, ella es un amor de persona. Solo con una palabra te soluciona la vida y no en lo físico o material, sino en lo emocional.

—Buenos días, casi tarde querida. ¿Cómo amaneciste de tu resaca? — me pregunta y no puedo evitar sentirme un poco avergonzada, ya que si lo ponemos en contexto es la primera vez que tomo más de tres tragos en toda mi vida, así que, todo esto es muy nuevo para mí.

—Debo de admitir que tengo un fuertísimo dolor de cabeza y una sed eterna, pero de lo demás. Me siento muy bien. — le digo y ella asiente. Parece estar terminando de preparar algo de desayuno para mí. Al voltear a la estufa nuevamente, me hace una pregunta un poco incómoda.

—¿Y de la resaca moral cómo te sientes? — su pregunta me agitó y avergonzó un poco. Siento mis mejillas quemar, ella se voltea a verme y comienza a reír.

—Tranquila, mi niña es un decir a menos que tengas algo que compartir con esta pequeña anciana. — dice con una enorme sonrisa.

—Nada de anciana, señora. Usted podrá ser pequeña, sí, pero anciana jamás. Tú serás eterna mamita. Mira cuántos infartos te ha querido llevar y tú aquí sigues más firme que un roble. — dice Alana abrazándola y llenándola de besos.

—Sabes que eso no es cierto mi amor y es por eso por lo que al igual que mi madre quiero dejar una marca imborrable en todos ustedes. Solo háganme sentir orgullosa de ir por buen camino siempre de la mano de todos los valores que les inculqué a sus padres y a ustedes. — dice suspirando y su rostro cambia un poco mostrando decepción. Toma mi mano y mira por encima de mi hombro, provocando que yo mire hacia atrás donde no había nadie. Miro a Alana, la cual está con lágrimas en los ojos ante los comentarios de su abuela. Ellas dos son muy, pero muy unidas. Sin mencionar el parecido que tienen entre ellas. Solo la edad y que el cabello de su abuela se ha tornado grisáceo es la diferencia entre ellas. Porque de lo demás ellas son como dos gotas de agua.

Luchando por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora