6. ES TAN DULCE

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NARRA CLARA

No pensaba que ver la llamada de Liam, me afectara tanto. Siento muchas cosas en este momento. Asimilar todo lo que me estaba pasando se estaba volviendo algo casi imposible. Inevitablemente tendré que enfrentarlo, pedir explicaciones para poder seguir con mi vida. Sin olvidarme de que ahora conozco los sentimientos de Ángel y eso era algo muy fuerte para mí. Ángel es muy especial, siempre que estoy con él siento calma, paz y eso fue algo que no sentí estando con Liam. Necesito aclarar qué pasa conmigo primero. No deseo ilusionar falsamente a Ángel, es el menos culpable en todo esto.

—¿Estás bien? —se acerca a preguntarme. Yo asentí.

—Sí, es solo que no estoy lista para enfrentarlo aún —le confieso, él asiente y apunta de nuevo a mi desayuno. Yo negué.

—Creo que he perdido el apetito. — confieso acostándome de nuevo sobre la cama, el dolor de cabeza aún no me deja analizar todo con claridad.

—Descansa un poco más, sé que tienes muchas cosas en que pensar. ¿Necesitas algo? —me pregunta con una sonrisa en el rostro, y en vez de hacerme sentir mejor eso me hace sentir mucho peor. Siento que no merezco su forma tan dulce y cordial de tratarme. No después de lo que pasó.

—No necesito nada, gracias —le digo, él asiente. Cierro mis ojos para dormir un poco más, siento el calor de su mano acariciar mi mejilla y luego se sale de la habitación. No sé, qué será esto que está despertando Ángel en mí y me asusta. Abro mis ojos y miró hacia el techo por un momento. Siento mi teléfono vibrar debajo de mi costilla, lo reviso y es mi madre.

—Hola mamá, buenos días —la saludo.

—Hija, agradece que tu padre ya se haya ido a trabajar, porque no sé qué fuera de Liam. Está aquí y dice que quiere verte. Me he mordido la lengua por no decir nada. Pues creo que la que tiene que hablar con él eres tú —me dice susurrando. Suspiro, porque, aunque deseo prolongarlo. Sé que este momento tenía que llegar tarde o temprano.

—Ok, mami. Tienes razón, como siempre. Dile a Liam que me espere, ya voy para allá —le pido y me dejo caer sobre la cama unos segundos asimilando todo lo que tengo que hablar con Liam. Guardo todas mis cosas y salgo de la habitación camino por el pasillo y recuerdo que fueron ellos los que me fueron a buscar a mi casa, por lo que no cuento con mi auto para regresar. Bajo las escaleras y ahí estaba Ángel, siendo atacado por Linda.

—Linda, ya jugué contigo afuera. Ve a buscar a tu mamá —le escucho decir, pero la perrita vuelve a brincar sobre él y a verlo mientras mueve la colita.

—No puedo decirte que no con esa carita tan adorable que pones. Ven, vamos a darte un poco de agua y saldremos a que corras un poco más —le dice, la toma en sus manos, al levantarse y darse la vuelta me mira parada ahí, observándolo y se vuelve algo incómodo. No sé por qué extraño motivo me da algo de pena que notara que lo estaba mirando.

—Creí que descansabas. ¿Quieres que te lleve? —me pregunta. Yo asentí ligeramente.

—Jugaremos cuando regrese. ¿Está bien? —le dice a Linda, poniéndola de regreso en el suelo.

—Abuela, ya regreso —dice y no me había fijado que detrás de mí estaba la abuela Jimena.

—Ve con cuidado, cariño. Si necesitas algo no dudes en llamarme, hermosa. Me saludas a tus padres, dile a tu papá, que me tiene muy resentida porque no me ha visitado —nos dice, asentí y le sonreí, pues la relación entre mi padre y su tía es muy bonita. Podría jurar que, si no fuera por ser familia, la diferencia de edad y porque mi padre se muere de amor por mi madre. Pensaría que mantienen una relación insana, pero no es así. La abuela Jimena fue como la madre para todos, pues ella cuidó de todos cuando eran solo unos bebés.

—Gracias, se los diré. Hasta luego abuela Jimena —me despido caminando junto con Ángel hasta la puerta. La cual él abre y camina hasta llegar al auto y abre también la puerta de este para que yo me suba. Lo hago sin decirle nada, no sé por qué me siento tan extraña con él. Él siempre ha hecho estas cosas por mí, pero es ahora cuando las noto y doy otro significado. Su sola mirada me llena de mariposas el estómago. 

"Cálmate, Clara" me grité a mí misma. El silencio al principio del trayecto fue muy incómodo, fue hasta que él puso una estación de radio y para mi mala suerte estaba sonando la misma canción que bailé con Ángel la noche anterior y que luego desencadenó el resto. Inconscientemente, traigo mis manos a cubrir mi rostro. Ángel parece notar mi incomodidad y cambia de estación y esta vez me sorprendo porque suena una canción clásica, instrumental, los violines hacen que se escuche bien bonita.

—Me gusta esa canción, ¿Sabes cómo se llama? —me atreví a preguntar, pues, no decía nada en la pantalla del auto.

—Se llama "El Toro de Don BruBaker" —me dice casi de inmediato.

—¿Cómo lo sabes? — e pregunto y me señala la pantalla del auto donde acaban de poner el título de la melodía. Dejándome como una tonta.

—Ya la conocía y en esta emisora la ponen mucho. Igual que "Las Cuatro Estaciones de Vivaldi" "La quinta sinfonía de Beethoven" "Claro de Luna también de Beethoven" todas son muy relajantes, en mi caso me ayudan para ordenar mi cerebro un poco —me dice y sonríe ante eso último. Sin dejar de prestar atención a la carretera. Sé que él conoce mucho de todo. Ángel es como una enciclopedia andante. Lo único que no le gustan son los chismes, eso dice que se lo deja a Alana.

—Es tan dulce —susurré, me sorprendo ante mi comentario en voz alta mientras lo miraba manejar.

—¿Dijiste algo? —me pregunta, niego un par de veces. Mi corazón está más acelerado, el me vuelve a sonreír y yo me regaño mentalmente porque creo que sí escuchó. Llegamos a la casa y él se tensa al ver el auto de Liam en la entrada.

—¿Sabías que estaba aquí? —me pregunta y veo cómo aprieta el volante con una mano.

—Mi mamá me llamó para decirme que estaba aquí. Pienso que lo mejor es hablar con él de una vez —le confieso, él se relaja y asiente.

—¿Te molesta si me quedo contigo? No deseo que se quiera propasar contigo —me pide y no sé si sea lo correcto, pero sea cual sea el resultado, después de esa conversación necesitaré de un amigo y encontrar esa calma que solo sus abrazos me brindan. ¿Qué son estos comentarios que se vienen a mi mente? Me regaño nuevamente. Asentí y proseguí a abrir la puerta del auto. Abro la puerta de la casa y ahí estaba el muy sínico, desgraciado, asqueroso y diabólico de mi exnovio.

—Amor, te estuve llamando varias veces y no me contestaste —dice acercándose a mí y para mi sorpresa Ángel se ha puesto en medio de nosotros y le ha dejado ir un golpe en la cara que manda a Liam al suelo. Ángel lo tomó de la camisa y miró algo en su hombro. Lo suelta bruscamente y caminó hasta mí. Rodea mi cintura con su mano y me dice algo para lo que no estaba preparada.

—Él no es Liam, es Ian. 

Luchando por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora