amor sangriento parte 3

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Siente días habían pasado, un guardia me había liberado del castigo y fui llevado hasta la oficina del director de la Correccional, estaba ido mi mente no estaba al cien por ciento consciente del todo mi al rededor, al llegar a la oficina, el director al mando se encontraba sentado en su silla con los codos apoyados en el escritorio y los dedos de sus manos entrelazadas mientras posaba su barbilla sobre ellos, yo estaba de pie al frente de él, a mí lado se encontraba el guardia que me había sacado y uno más que vigilaba la puerta,- nunca me imaginé que dos pequeños hayan tomado el atrevimiento de querer escaparse de aquí,- dijo mientras retrocedía su espalda hacia atrás hasta que está que dará en el respaldar de su asiento, - si que fueron valientes, ¿eh?, es una pena que uno solo5 hayan tenido éxito, - mi mirada estaba fija hacia él, aunque mi mente no estaba en si, - solo quiero saber , ¿quién fue de la idea?, no creo que haya sido solo de ustedes dos o, ¿Si?, - se levantó de la silla y camino rodeando el escritorio hasta llegar a unos pocos centímetros de mi, - ¿acaso porque somos niños, no tenemos la inteligencia?, -respondí con arrogancia, mientras que el soltaba una pequeña sonrisa de lado, - inteligencia si la tienen, pero es una lastima que de los dos solo uno haya sobrevivido, aquel pequeño tenía mucho por vivir, - mis ojos se abrieron de par en par, por mi cuerpo corrió un frío y mi corazón se aceleró, al escuchar esas palabras, - N-no, no, no, es, es mentira, ¡¡ES MENTIRA!!- mis lagrimas empezaron a rodar por mi mejillas, humedeciendo todo mi rostro hasta mi cuello.

-Pequeño, aveces uno tiene lo que quiere de la manera que viene, el niño quería ser libre, y libertad es lo que tuvo, - sus palabras eran como agujas que pinchaba mi piel hasta hacerla sangrar, mi respiración se fue agitando, mi pecho apretando, y mi cabeza no paraba de decir, "NO ES VERDAD", mi piernas flaquearon haciendo me caer de rodillas hacia el suelo, puse mi manos en mis oídos, tratando de no escuchar esas palabras, palabras que me dolían, - es mentira jimin no está muerto, ¡¡NO ESTÁ MUERTO!!, ¡¡NO LO ESTÁ!!, en donde lo tienes,- levanté mi cabeza clavando mi mirada hacia aquel hombre, el cual se acercó hacia mi inclinandise quedando al a par de Mi - mis hombres dispararon  evitando de que se escapara - se agachó más haciendo que el cuerpo se apoyará en sus piernas, al igual que sus brazos para luego volver entrelazar sus dedos - pero el hombre que iba con él también abrió fuego, así que los guardias no tu vieron más opcion que responde, pero el pequeño fue el desafortunado quien recibió una bala de fuego que atravesó su pecho, - junto su dedo índice y el de medio de la mano derecha y hizo seña de un arma, - así que "BAM" - dijo esto último con una sonrisa de satisfacción  en su rostro.

Mi cuerpo temblaba no podía imaginar que era verdad, el pequeño rubio me había dejado para siempre, - ji-jimin, no, no, no,  es mentira, jimin tu no, ¡¡PORQUE!!!, - llevenselo a su celda, - los dos guardias me levantaro haciendo que quedará de pie, me sacaron de la oficina y caminamos por los pasillos hacia las celdas, - jimin, no, no es cierto, - estaba destrozado, pero de un monto a otro comencé a sentir más que tristeza furia, - ustedes, ustedes son lo culpables, - ¿mmm?- me detuve no seguí caminando,  los guardias se sorprendieron un poco por mis palabras y se miraron entre si, - camina niño, no tenemos todo el día, - uno de los guardia replicó con molestia, - acabaré con ustedes y vengare la muerte de jimin, - ja, ¿tu?, niño, si que tienes agallas para amenazar a dos guardias, ¿si notas la diferencia?, te superamos en tamaño y fuerza, - los guardias hablaba en forma burlona, claro eran las palabras de un niño, pero, ellos no sabían de que era capaz este niño, baje mi mirada y sonreí levanté de lado, luego de esto pateé a uno de ellos, abajo de la rodilla haciendo que este se rectuerza de dolor, aproveche e hice lo mismo con él otro, tomando los dos del cabello de sus cabezas y las choque entre sí, las esposas eran un poco más larga de cadena ya que no eran esposas comunes y eso me facilitaba aún más las cosas, logre quitarles las llaves de las esposas y me las quite luego de eso corrí hasta llegar a la cocina.

Al llegar a la cocina tome un cuchillo del gabinete donde normalmente los guardan, camine hacia la oficina del director, pero al llegar a esto un guardia me detuvo, - no, debería estar aquí, ¿cómo logró escapar?, - apreté el mango del cuchillo dejando la punta y su parte afilada al descubierto y lo clave en el abdomen de éste, - eres uno de los culpables, lo mataste - el hombre comenzó a sangrar, su cuerpo se inclinó hacia bajo mientras sostenía el cuchillo y lo sacaba de su cuerpo, al sacarlo lo tiro al suelo y hizo presión en su herida, yo nuevamente tome el cuchillo y lo volví  clavar en él, pero esta vez en su cuello, - JAMAS SE LOS PERDONARE.

Retire el cucuchillo del cuello del hombre mientras que este caía en el suelo cerrando lentamente sus ojos, yo le Di la espalda y llegue hacia la oficina del director, - ¿porque entra sin toc...?, - no terminó la frase al ver quién era el que había entrado, sus ojos se pusieron en blanco al verme parado en la puerta lleno de sangre, - tu lo mataste, tu eres el culpable y vas a pagar por eso, - camine hacia el, pero una mano me detuvo tomándome del brazo, - alto ahí, - sin mirarlo apreté el cuchillo lo heri en el ante brazo haciéndole una herida larga y profunda, luego de eso pase el lado afilado por su cuello y este cayó al instante, tome el arma que este a portaba y camine lento y apuntando le al director.

¿con una de esta fue que lo mataron?, lo más justo es que tengas el mismo final, lo mire con furia mientras  decía estas palabras, - ja, eres el mismo diablo en persona, no me sorprende nada de esto, desde que supe tu caso siempre supe que eras alguien muy especial, su rostro no mostraba preocupación, - pero adelante dispara, no creo que sepas usarla, - mi mirada era fría y sin ninguna emoción, lo mire fijamente a los ojos sin dejar de apuntar, - veamos que no soy capaz, - le quite el seguro al arma, mientras que el se sorprendía y antes de que pudiera hablar, jale del Hatillo, haciendo que la bala diera en su pecho.

El cuerpo había caído sobre su escritorio y en menos de segundos yo estaba rodeado de todos los guardias del Correccional, las alarmas se encendieron y los sonidos de sirenas de ambulancias se escuchaban, y en un momento a otro me habían esposado y me habían llevado hacia un auto que me llevaría directamente a la cárcel.

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