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¿Seguirás siendo el mismo incluso después de que pase el tiempo? Como cuando nos conocimos... Si estuviéramos juntos, incluso el desierto podría convertirse en un mar. Será tal y cómo éramos en ese entonces.
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Jimin decidió llamar a Taehyung apenas logró escaparse de las garras de su... acompañante.
—¡Por favor, Tae, conoces el plan! —gruñó, acomodándose la cinturilla del pantalón mientras vigilaba desde los arbustos que no hubiera muros en la costa—. ¡Ya sé! Sé que te dije que ya no volvería a hacerlo, pero Dohyun insistió y bueno, ya sabes que no puedo negarle nada.
—¡Tsk! No importa cuántas veces me digas que dejarás de escaparte, terminarás haciéndolo igual —renegó Taehyung al otro lado de la línea, más ya podía escuchar las rejas de su casa abrirse—. Pero va a llegar el día en que te atrapen, pequeño gato en celo, ¡y ahí yo no podré salvarte!
—¡Sí, sí, sí, lo que digas!
Cortando la llamada porque no era necesario al salir su amigo y acercarse a su escondite, Jimin dejó los arbustos atrás y se enfrentó al escrutinio descarado de Taehyung apenas éste estuvo frente a él. El otro omega no tuvo decoro alguno al deshacer un par de botones de su camisa y revisar el collar de chupetones que Jimin traía en el cuello.
—Uh, más te vale encontrar una forma de ocultar eso... Un par de botones no basta si todavía puedo ver aquellos bordes rojizos —sugirió.
—Usaré cuello alto.
—¿En pleno verano?
—Cof, Cof. ¡Creo que pesqué una gripa!
Taehyung sonrió con ironía, más luego de unos segundos decidió por fin poner en marcha el plan. Lanzándole una mirada cansada, apretó el timbre de la casa Park y pronto, una reconocida voz lo saludó.
—Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?
—¡Hola, señora Sohee! Soy Taehyung... —El omega veía como Jimin le hacía mímicas para indicarle qué decir, señalando la parte inferior de sus ropas y hablando en silencio—. Vengo a buscar a Jimin para pedirle prestado unos... ¡pantalones! Ya lo llamé y me dijo que pasara a su habitación.
