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Quiero quedarme en este sueño, no me salves. No intentes salvarme.
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Las clases comenzaron mas rápido de lo esperado.
Para cuando llegó lunes, mamá ya se había marchado y Jimin se encontró desayunando tranquilamente junto a su abuelo en la enorme mesa de su comedor.
—¿No necesitas cosas nuevas este año, querido? —preguntó el alfa, quitándole la vista un segundo a su periódico para mirar a su nieto, que estaba terminando de masticar delicadamente un trozo de waffle.
Jimin dejó el tenedor sobre su plato para beber un sorbo de leche, negando luego hacia su abuelo.
—No, el uniforme del semestre pasado está bien, y mi kit médico también —recitó el muchacho, enumerando con los dedos—. Solo necesito efectivo para el almuerzo, ya que no siempre me reciben la tarjeta en la cafetería de la universidad.
—Está bien. —Sacando su billetera, el alfa se la extendió sobre la mesa—. Toma lo que necesites, y avísame si cualquier cosa sucede en la escuela.
Jimin asintió, sacando un poco del dinero de su abuelo antes de devolverle la cartera, y luego continuaron con su desayuno en un cómodo silencio.
Por demás estaba el darle vueltas a asuntos que no tenían ni pies ni cabeza. El ambiente en casa era igual que siempre porque todos se esmeraban en que fuera así. Jimin, por su lado, decidió hacer como si la conversación que escuchó a escondidas y que tanto lo había perturbado nunca hubiera ocurrido. Simplemente lo cerró con candado y lo desechó de su memoria, y estaba bien así.
Aunque bueno, tampoco podía evitar estar a la defensiva, observando a detalle todo dentro de casa como si esperara que algo saltara y revelara las respuesta a sus dudas. Sin embargo, eso nunca sucedería y él estaba consciente de eso.
Conduciendo hacia la universidad, Jimin puso su playlist favorita a todo volumen para despejarse, y pasando a comprar un café se encontró a cierto alfa esperando el autobús en un paradero cercano.
Rayos.
Jimin quería creer que hubiera sido mejor ignorarse. No era idiota, sabia que después de lo que ocurrió entre los dos algo se había puesto un poco tenso. Su actitud también le preocupaba, porque cuando lo veía cada mañana paseando a Bam, él trataba de no salir; además de que el ver siquiera a los Choi le daba mucha vergüenza sabiendo lo que había pasado en su casa. No era normal para él olvidar su semblante descarado, claro que no, pero no entendía por qué de pronto se comportaba como adolescente que perdía la virginidad y creía que todo el mundo podía saberlo.
