Quizá J no era la única que estaba teniendo un día horrible.
Si, ella no había sido cegada brutalmente por una unidad de desmontaje moribunda, pero tenía una buena razón para sentirse estúpida y decepcionada de sí misma. En mitad de toda la confusión durante la batalla, su mochila, donde hubiera ya recolectando una buena cantidad de piezas para la capsula y donde estaban todas sus herramientas para desmontar aparatos, se había quedado ahí, en algún rincón de las ruinas en las que el enfrentamiento tuvo lugar. El hastió que terminase carcomiéndole la red neural acabase por superarle, por lo que su única idea no fuera otra que el salir de la sala de servidores, rumbo a la biblioteca que hubieran dejado atrás.
Mientras caminaba entre las estanterías ruinosas, ahora iluminadas por la luz del sol emergida desde las ventanas rotas de la biblioteca, la cual se reflejaba muy frágilmente en la escarcha impregnada en la madera chamuscada. No le era posible el dejar de murmurar maldiciones hacia el diseño implementado por Jc Jenson en sus terminales. Imposible fue encontrar tan siquiera unas leves hendiduras que pudieran ser forzadas por sus manos. Ni tornillos o remaches que se pudiesen golpear con una piedra, o violentar mediante alguna herramienta que ella pudiera improvisar. Constituían estos en última instancia, una forma bastante impresionante de seguridad física. Se viese tentada por instantes a tratar de golpear con violencia a ver si podía reventar la carcasa, pero la presencia de J en la habitación y su personal deseo de no tener que discutir con ella, o pelear si las cosas se ponían feas, hasta que llegase el siguiente anochecer para volver a la torre, se impusiesen sobre sus más desesperados anhelos.
Al final, lo único que se le ocurriese hacer a fin de no hacer este tour una completa perdida tiempo, fue explorar; el recorrer la abandonada iglesia, carente esta por todo lo que supiese de otras unidades de desmontaje hostiles, era la mejor opción para matar el aburrimiento, al menos hasta que optase o bien por dormir en un sitio cómodo que encontrase, o en regresar a la sala de servidores, y dormir separada lo más posible de J al otro lado del plexiglás.
Los óvalos digitales morados que ilustrasen sus sensores ópticos en el visor se pasearon distraídamente por las ruinosas dimensiones de la biblioteca con su linterna aun apagada. En su intención por acabar con la pequeña pero importante mortificación que crease su aburrimiento, ya intentase sin éxito el tomar uno de aquellos aparentemente intactos tomos de...lo que fuera que los humanos tuviesen en la biblioteca de una iglesia, para ver como esos "intactos" libros se volvieran cenizas que se desvaneciesen al momento en las volandas de viento glacial. Cosa semejante se repitiese únicamente en dos ocasiones ante sus murmullos indignados que se perdiesen junto a dichas cenizas.
Ante ese resultado decidió revisar las oficinas que viera de reojo, inconsciente de ello, cuando llevaba a la desmontadora hacia la sala de servidores; habitaciones con resquebrajadas o mayormente inexistentes puertas, desde las cuales con toda seguridad estos humanos administrasen todo lo relacionado a su religión antes del fin. Podía imaginarse a la generación de obreros antes de sí paseándose y correteando siguiendo órdenes de crueles maestros preparados para castigar la más mínima desviación. No sonreiría por cada esqueleto que viese dentro, pero le reconfortaba el saber que los colonos desgraciados habían perecido de una forma horripilante, antes de siquiera poder darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
La puerta por lo que escogiese entrar, no tan alejada de las estanterías y a medio camino de aquel esqueleto en el escritorio principal, fue derribada de una única patada. La polvareda resultante hizo a la obrera el agitar sus manos en frente de sí para despejar su vista. Un testamento más al hecho de que, si esta estructura seguía en pie, bien era también por los bloques de piedra escogidos para construirle. Avanzase, momentos después de disiparse la polvareda, encendiendo la luz de su visor.
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Glagan Meirgeach
FanfictionEl tan familiar ruido del viento fue el único sonido que amparó aquella huida desgraciada, desesperada. Los pasos de ambas Drones eran dispares, relativamente erráticos, un reflejo del precario estado en el que un desafortunado encuentro con una par...