No puedo.

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Poco a poco fue quitando sus brazos y su cuerpo, hasta quedar frente a mí verme a los ojos en completo silencio, rozar sus pulgares en mis mejillas quitando las lágrimas que continuaban cayendo.
Sus ojos reflejaban tristeza, pena (Quizás) y preocupación, el ritmo de su respiración es lo que me mantenía en calma.

—Quieres comer papas fritas y helado?—Dijo entre murmuros, dedicándome una media sonrisa que se interpretaba como de consolación.

—¿Por qué me pongo así por simples recuerdos por cosas que pasó hace años—Unas de las tantas preguntas que da vueltas por mi cabeza.

—Fue tu mamá quien falleció, estabas con ella cuando pasó, después tus abuelos y todo el resto de cosas que has estado pasando, es normal que sientas tanta ansiedad. Está bien sentirte así Abril, nada es tu culpa. Si?

—Perdón por preocuparte y ponerte en esta situación. —Mi voz apenas salió, estaba quebrada pero, necesitaba decírselo. Es el perdón más honesto que jamás en mi vida habré dicho.

—Sabes que cuentas conmigo para lo que necesites. Cuando te conocí ya estabas algo grandecita ¿Recuerdas?—Recordar las travesuras que hacía me provocaba nostalgia, a ella igual. Lo sé.

—Buenos tiempos eh?—Sonreí un poco, no quería que estuviera triste también por todo el recuerdo.

—Ni que lo digas—Escapando una pequeña risa, para luego quedarse en total silencio mirando a la nada.

—Oye, qué dijiste del helado y papas?—Procedí a levantarme y animar un poco todo.

—Siempre diré que tu combinación es asquerosa pero, siempre te hacía feliz—Se empezó a reír y no pude evitar acompañarla.

—No sabes de lo que te pierdes, es delicioso!—Entre risas tomé una de sus manos halando.—Vamosss!!

Ahí estábamos nosotras como en los viejos tiempos yendo en la noche por un capricho mío. Una parte de mi se alegra que esto sea unas de las pocas cosas que aún no cambian y espero que nunca pase.

Al llegar a la pequeña tienda, nos dimos cuenta que ya estaba cerrado. -Bien, no tendré mi helado y papas—Bufé—
Me quedé mirando la puerta de la tienda como si con mi mirada se fuera abrir por sí sola. Esperaba también que Eliza dijera algo, pero no pasó. Miré a mi lado y no estaba. Los miles de pensamientos y recuerdos que empezó aparecer buscando un sentido lógico de su desaparición repentina. Mi pecho subía y bajaba con rapidez, hasta que escuché ese "piojosa" miré a la puerta de la tienda que era dirección que pude notar que provenía.

Ahí estaba ella sosteniendo la puerta riéndose por quizás a verme visto todo histérica.

—Eliza? No sabía que eras así—Caminé hacía ella riendo.

—Muevete, entra. Si nos ve la policía nos vamos a meter en problemas—Troté un poco hasta entrar y ella cerrar detrás de mi.

—Cómo entraste?

—Puerta trasera.—Dijo así sin más, mientras caminaba por los pasillos.

—ENSEÑAMEEEE!

—De tantas cosas que te he enseñado, allanar una tienda no será una de ellas.

—Chale—Me reí mientras tomaba algunas cosas.

—Además, la tienda es de un viejo amigo y le dejaremos el dinero de todo.

—Ahhh! Pensé que eras una salva vidas de día y de noche una ladrona de tiendas.

Lo que dije sonó tan decepcionante que las dos no pudimos evitar cagarnos de risa.

In RepairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora