Nostalgia y Tristeza.

3 1 0
                                    

Honestamente pensé que podría ser mi final ese día tanto por los golpes que recibí como por el susto que me pegué al despertar.
Pasó de ser un horrible día a no ser tan horrible después de todo.

Me da cierta curiosidad ese chico aunque me parece agradable y odio que siempre lleve una sudadera.  No sé si es tan idiota que no nota el calor que está haciendo.

Abrir mis ojos y encontrarlo frente a mi observándome es algo espeluznante aunque siendo honesta pensé que ya no lo vería.

—¡Buenos días!—Su sonrisa cálida y tierna a esta hora de la mañana me daba miedo. ¿Cómo podía tener tanta energía?

—Por qué tan temprano?

—¿Por qué no?—Sonrió sentándose a mi lado en la cama.

—Se dice permiso.

—Pensé que no te sabías los modales ya que no respondiste mis buenos días, por qué decirlo? —Alex podía ser muy tierno y dulce pero, también tenía ese lado de bromista sarcástica que me hacía reír.

—Ah! Cierto, te traje algo. —Tomó su mochila para luego sacar una bolsa. —Mucha gente dice que mi invento es malo...

—Por lo que veo que llevas en mano, les doy la razón. —Mi comentario le cambió de un momento a otro su expresión y no pude evitar reírme.

—Ya ya, sólo pruébalo. —Extendió un poco su brazo hacía mí dándome la bolsa. Saqué lo que llevaba encontrándome con una cerveza y un croissant relleno de chocolate.

—Solo con verlo ya te digo que es asqueroso. Además, quién toma cerveza en la mañana?

—Siempre lo compro en la tarde casi noche, pero esta vez lo compré más temprano para que lo pruebes.

—Solo me comeré el croissant, Frannk me ve tomando y me mata.

—Así no tiene chiste, es todo junto. —Al decirlo se percató que ya tenía más de la mitad en mi boca provocando en él cara de asombro y desagrado.

—La gente del hospital no te alimentan o qué? —Casi pude escupir todo por la risa que me dió.

—Otro día lo pruebo junto, eso está caliente también.—Di el último mordisco entre risas.

—Ajá. Iré al baño.

(...)

Vinieron unas enfermeras, vieron todo marchaba bien, me recetaron unos medicamentos para el dolor corporal y por fin quitaron los cables que tenía pegado a mi.

—¡Soy libre!

—Qué harás ahora?—Tomando sus cosas junto con la mía.

—Oiga, disculpa, señorita? Y Frannk?—Se me hacía un tanto extraño no verlo por mis alrededores.

—Creo que está descansando, tuvo guardia.

—Ah, está bien, gracias. —Tomé mis cosas que sostenía... El chico y salí de allí.

—Como te decía...—Chasqueó los dedos en mi cara para obtener mi atención que se encontraba en el libro que él me había dado minutos antes. —Pareces que nunca has visto un libro.

—De ver pues si, pero leerlo nunca la verdad, a menos que cuentes los cuentos o comics. —No necesitaba mirarlo para saber que tenía su gesto de desagrado.   Este ser que me acompañaba se le podía leer con total facilidad.

—Eso se lo dejaba a mi mamá. Siempre buscaba libros interesantes y me los leía. Nunca me quedé dormida cuando la escuchaba.—Mi mirada ya no estaba concentrada en él o en el libro, se encontraba pérdida recordando esos momentos que daría lo que fuera por volver. Pero no necesitaba esto ahora, lo menos que quería que este chico con similitud a un papel abrigado sudado tuviera este tipo de información así viendo mi vulnerabilidad consigo.

Todo estaba silencioso, tranquilo (La perfección para mí). Hundida en mis pensamientos dispuesta a cruzar la calle pero antes mirando a ambos lados (La calle era de una sola vía, aún así hay que ser precavida o no...) Al girar a mi lado derecho me pude dar cuenta que el chico papel aún seguía caminando a mi lado, paré repentinamente por lo que hizo lo mismo alzando una ceja dándome a entender un “¿Qué pasó?”

—A dónde vas?

—No sé, ¿A dónde vas tú?

—A mi casa. Tengo sueño.

—Pues a tu casa—Iba prender camino pero notó que aún seguía parada.—¡Vamos!

—No vendrás conmigo.

—Por qué no?

—Porque no. —Seguí mi rumbo asegurándome que no lo tenía a mi lado y nuevamente hundirme en pensamientos hasta llegar.

Al llegar sólo quería estar en mi habitación y no salir de allí por días. Me detuve al escuchar mi nombre que resonaba por toda la casa con un tono de voz fuerte de autoridad. Me giré encontrándome con Michael, mi padre. Su expresión dictaba enojo y alivio junto con sus brazos cruzados mirándome fijamente.

—¿¡No podías responder al menos un mensaje o una llamada!? ¿¡Para qué tienes el teléfono si no vas a contestar!?—Su tono y su reclamo ya me empezaba a irritar. —¡Te desapareciste 2 días!

—Tu desapareciste desde mi nacimiento y parte de mi niñez, estamos un poco a mano, no? —Dije para seguir mi camino hacía mi habitación. No escuché más nada que no fuese un suspiro profundo.

Me encerré para arrojarme en mi cama y por fin darme mi merecedora dormida, antes ver mi teléfono y enviarle un mensaje a Frannk.

-Mañana paso a tu hora de almuerzo, necesito que hablemos de algo.
Enviado a las 5:35pm

En algo tenía razón mi padre. Apenas usaba el celular; Responder uno que otro mensaje de Frannk o Eliza y escuchar música. Por eso nunca funcionaba conmigo el típico castigo "Quédate en tu cuarto sin teléfono."

Una vez enviado el mensaje, estaba lista para invernar.

Narración de Alex

No podía creerle semejante cosa hasta que habló de su mamá. Su cara forzada a ocultar eso que sus ojos a lo lejos podían reflejar “Nostalgia y tristeza” ante un recuerdo. Me mantuve en silencio siguiendo sus pasos intentando saber más a través de sus expresiones faciales,  que según ella seguro pensaba que no se podía notar nada. Me tenté bastante en decirle «Te saldrán arrugas forzando tanto el rostro pretendiendo que no se te note nada» Claramente no lo hice, sentí que no era un buen momento para bromear.

Al parecer se hundió tanto en su mente que se olvidó que estaba a su lado cambiando hasta su tono de voz y mostrando un rostro de "Odio a todo el mundo"
No quise insistir más y marcharme. Dejar la suerte que nos volviera encontrar.

Desde que la vi por primera vez me dió ese sentimiento de que necesitaba ayuda y no me refiero a lo que sea que le sucedió en aquel callejón. Sus ojos reflejan dolor, ese cansancio que te lleva a dormir sin parar. Sé que tiene miedo, sé que lleva consigo eso que cree que no tiene remedio que te lleva a pensar que tú eres el problema. Lo he vivido en carne propia, pero su única salvación es ella misma.

In RepairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora