CAPÍTULO V
LA VERDAD ES REVELADA(Capítulo narrado por Peter Jonhson)
La habitación era muy grande y las cortinas se mecían por el viento que provenía de la ventana.
Al frente de la cama, se encontraba el escritorio de Zephyr. Estaba hecho de madera y era bastante simple.
Solo para comprobar mis hipótesis, abrí el armario que se veía del otro lado de la habitación. Las prendas que colgaban de las perchas no eran muy llamativas y, al igual que su cuarto, estaban pasadas de moda.
También me fijé en su joyero y quedé boquiabierto. Tanteé los collares y me di cuenta de que eran falsos. Los diamantes y perlas eran de mala calidad. Esto era algo muy sospechoso, ya que hace unos momentos vimos a Cynthia Illiadis usar un vestido de luto suntuoso y joyas resplandecientes.
¿Acaso la madre era mezquina con su propia hija? Podría ser una opción, pero es poco convincente.
¿Será que no tenían suficiente dinero para darle sus lujos? Imposible. Esta era una de las familias más ricas del mundo: tenían tierras por doquier, conexiones y bodegas. Ellos vendían vino, uno muy bueno. También eran dueños del restaurante más conocido de toda Grecia: Illiadis café.
En conclusión, la opción más probable sería por castigo. Cuando los padres de Zephyr se enteraron que estaba enamorada de un plebeyo, empezaron a prohibirle darse lujos. Joyas, collares, tiaras: todo le fue quitado. Incluso sus vestidos de diseñador desaparecieron.
Al ver que sus padres le seguían quitando sus pertenencias a modo de castigo, no vio la diferencia entre su vida aristocrática y la de un campesino cualquiera.
Fue así como tomó la decisión de escapar de casa con su amante.
Faltaba poco para que pasara el mes y todavía no la encontraban. Hasta un veinticuatro de Diciembre, en el que los encontraron en un restaurante tomando café.
¿Por qué estaban allí? La respuesta es obvia: habían salido a festejar la navidad y su aniversario como pareja. Ahora todo tenía sentido.
Me dirigí hacia el hombre desconocido que se encontraba en la habitación. No hacía falta mirarlo para saber de quien se trataba.
—Buenos días detective Orion Theodorou. Mi nombre es Peter Johnson—le corregí—no Perry Johanson.
El señor Orion posó loss brazos detrás de su espalda y entró lentamente a la habitación.
—Ah. Ya, ya, ya. Es que suenan parecido. Solo venía a decirle que, incluso si da vuelta la habitación, no encontrará ningún indicio.
—Es así?—me apoyé en el armario con la barbilla elevada en señal de victoria— Yo ya encontré varios e incluso resolví el caso.
—Escuché sus falasias. La señorita Zephyr jamás se enamoraría de un plebeyo. Ella era una aristócrata de buenos modales y educación, sabía lo que le convenía. Lo que pasó el año pasado es que el plebeyo cayó ante los encantos de una mujer noble y, cegado por la lujuria, la secuestró para tenerla solo para él. No es de extrañar que las personas de bajo estatus social se dejen cegar por la lascivia, las mujeres y el dinero. Por suerte, pronto la encontraron y la trajeron de vuelta a su hogar. Días después, la señorita empezó a recibir cartas amenazadoras por parte del muchacho. Se calló por el miedo y no le avisó a nadie sobre lo sucedido.
—Dejeme mostrarle que está equivocado. ¿Podría darme las supuestas cartas que este plebeyo envió?
—Claro, aquí tiene.
Me entregó tres sobres con una mano. Al abrirlos, pude percatarme de varios detalles que no dudé en comentárselos al detective:
—El papel es uno caro y difícil de conseguir. Primero, ¿Por qué un plebeyo, que no tiene dinero para comer y subsiste con las sobras, se molestaría en comprar este tipo de papel? No habría razón. Segundo, los campesinos no saben leer ni escribir, solo los nobles nacemos con ese privilegio. Y tercero, él, conociendo su posición y estatus, no amenazaría a un noble. Después de todo, el único que saldría perjudicado sería él. Es muy estúpido decir que este hombre amenazó a su amante.
—Se muestra tan seguro, entonces digame si le encuentra explicación a esto.
Dió unas zancadas dirigiendose hacia las ventanas de la habitación. Estas llevaban a un pequeño balcón.
—Mire, la altura entre este balcón y el piso es mucha, pero es fácil subir por las escaleras. El pobretón las robó del establo y se subió al cuarto de la princesa en medio de la noche y la mató. ¿Vé lo que hay allá?—señaló con el dedo índice unas escaleras de madera tiradas hacia un costado del jardín—esa es una pista que demuestra que lo que digo es verdad.
—Es todo un montaje. Esa escalera es muy larga, por lo tanto es pesada. Se necesitan por lo menos tres hombres para robarla y cargarla. Una sola persona no podría hacerlo sin ayuda. Tampoco podía entrar en medio de la noche a la mansión y subir por las escaleras centrales, sería atrapado al instante. Por lo tanto, debería descartar esa hipótesis tan absurda.
Y de la nada, Ariadne, quien había permanecido callada todo este tiempo, interrumpió nuestra conversación.
—La unica manera de saber si el campesino la mató o no, es hablando con él.
El detective Orion se dirigió hacia ella con desdén.
—Señorita, la razón por la cual el campesino era el principal sospechoso, es porque desapareció y nadie sabe donde está.
Guardé los sobres en una bolsita que traía conmigo y respondí:
—Yo sé dónde está.
Agarré a Ariadne de la mano y la llevé conmigo afuera de la habitación hacia un lugar apartado.
Vimos a la señora Cynthia subir las escaleras junto con su mayordomo apresuradamente.
—Escúchame Ariadne, necesito de tu cooperación para mostrarle al mundo que el culpable se encuentra en esta mansión.
—Cuenta conmigo—me dijo guiñándome el ojo.
Fue entonces que empezamos a correr y a seguir al mayordomo y a la señora.
—Peter, ¿A dónde están yendo?
Estabamos subiendo peldaño por peldaño sin trastabillar. Me agazapé junto con Ariadne cuando vimos el atisbo de nuestros criminales girando sus cabezas en dirección nuestra.
— ¡Más bajo! ¡¿ Quieres que nos descubran?!—le susurré en el oído— ¿Te acuerdas del lugar prohibído del cual nos advirtió el mayordomo? ¡Pues están yendo ahí!
—Pero...
Al ver que la mujer y el hombre cedieron el paso, levanté el dedo índice y lo apoyé en sus labios en señal de "cállate y no preguntes más", porque en cualquier momento nos iban a descubrir.
Fue entonces cuando la mujer sacó unas llaves de su vestido negro y abrió la puerta de la terraza.
Ni siquiera se había preocupado en cerrarla nuevamente al entrar.
ESTÁS LEYENDO
Investigación Crucial
RomanceEl detective Peter Johnson y su asistente, Ariadne Karagiannis, tendrán que resolver el caso de la espada de la muerte, el que atormenta a una de las familias más ricas de Grecia.