"Nací enfermo, pero me encanta"
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JiMin realizó su rutina mañanera con pesar, se sentía más débil de lo normal y un tanto pesado. Pensó que probablemente se enfermaría y por eso decidió ir directamente a desayunar algo, pero la realidad era que estaba resintiendo la ausencia de su collar.
En la cocina se encontró con el sacerdote Min, quien tranquilamente colocaba dos platos sobre la mesa, casi como si supiera que él venía.
—Prepare unos huevos y pan tostado, espero sean de tu agrado.— comentó, tomando asiento y esperándolo para orar por sus alimentos.
JiMin le agradeció, tomó asiento a su lado y comenzaron a orar para luego desayunar. Prácticamente, no hablaron entre ellos, pero en el ambiente podía sentirse una extraña tensión.
YoonGi estaba emanando con mucha más habitualidad su pesada aura, una tan aplastante que estaba mareando al menor y él lo sabía, por eso sonreía cínicamente mientras lo miraba sostenerse la cabeza.
—¿Se siente mal?— cuestionó el sacerdote, terminando y recogiendo sus platos vacíos.
JiMin le miró, parpadeó algunas veces con fuerza y negó, no quería ser una carga para su superior. Se supone que debía estar atento a su alrededor, ayudar y aprender, pero si se enfermaba no podría hacerlo.
—No, solo tengo algo de sueño.— respondió, tratando de sonar sincero, lo cual se le dio mal porque había una espinita en su pecho que le recordaba que era pecado mentir.
Después de eso ambos salieron rumbo a la oficina del sacerdote, Min se colocaría la indumentaria para recibir al pueblo de Dios y JiMin estaba fascinado al verlo vestido de aquella manera. YoonGi podía distinguir el brillo en sus ojos, la emoción que destilaba por la ropa que se estaba colocando y le sonrió de lado antes de salir con dirección al altar.
Los pueblerinos fueron llegando de uno en uno, la mayor parte eran confesiones, algunos otros venían por oraciones para mejorar su economía y salud. JiMin no podía ayudar en nada de eso por su rango, solo YoonGi tenía los permisos y los conocimientos para hacerlo, pero claramente el demonio se encargaba de que sus palabras tuvieran el efecto contrario.
¿Salud? Muerte.
¿Economía? Pobreza.
¿Hiciste algo malo? Se te recompensa.
¿Hiciste algo bueno? Se te castiga.
Era bastante sencillo dado que la gente se cegaba ante los enviados de Dios, hacían lo que les dijeran sin cuestionar el resultado y eso era lo mejor. De esa manera, su compañero, JungKook, un demonio de menor rango que él ya conociendo sus debilidades, se encargaba de ir casa por casa enterrando el miedo, incitándolos al pecado y provocando el mal.
JiMin no podía ver nada raro en lo que pasaba porque todo era privado, entre el sacerdote y las personas que venían por ayuda, así que nuevamente estaba cegado por las falacias de YoonGi.
Por la tarde todo acabó, el diácono se la había pasado limpiando las imágenes y el altar mientras esperaba. Entre esos artículos se encontraba una imagen muy hermosa de Dios rodeado de ángeles, cada uno de ellos tenía un collar parecido al suyo y eso lo hizo recordar que nuevamente lo había olvidado.
YoonGi a unos pasos lo vio con la intención de ir hacia su recámara y lo detuvo, ya no había nadie en la iglesia. No habría más servicios y se podría decir que este era justo su momento.
JiMin al ser tomado por el hombro y girado tan repentinamente se asustó un poco, vio al sacerdote con desconcierto y sintió como la palma colocada sobre su ropa comenzaba a calentarse lentamente.
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𝓑𝓲𝓫𝓵𝓲𝓪 𝓷𝓮𝓰𝓻𝓪
FanfictionExisten seres divinos enviados por Dios, ángeles que vienen a la tierra para mantener el equilibrio en la humanidad con felicidad y tranquilidad. Pero también hay otros que son enviados por el Diablo, temibles demonios que solamente vienen a desesta...