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"Llévame a la iglesia, te alabaré como un perro ante el altar de tus mentiras"

JiMin intentó resistirlo todo, pero finalmente terminó cediendo y se corrió en la boca de YoonGi, quien gustosamente trago todo su esperma y le sonrió con altanería.

—Es solo el comienzo.— le advirtió el demonio, empujando la cruz y provocando que cayera contra el piso, aun con el menor atado a ella.

YoonGi gateo hasta colocársele encima, le tomó los extremos de sus pantalones y ropa interior para tirar de ellos y romperlos, dejándolo así completamente desnudo ante su hambrienta mirada.

El ángel sollozó, estaba totalmente avergonzado, se sentía asqueroso, inmundo y no estaba ayudándole para nada encontrarse dentro de la iglesia. Estaba pecando en el altar, un lugar santo.

—Tranquilo, te gustará, mi precioso angelito.— aseguró YoonGi, tomándole por el mentón para obligar a que lo mirara.

JiMin negó, impuso resistencia, pero nuevamente falló, esta vez por los labios finos que se encontraron devorándole los suyos. Nunca había besado y las sensaciones nuevas estaban nublándole la cordura y luego estaba esa extraña revoltura en su estómago que desconocía.

El demonio aprovechó su duda y le introdujo la lengua en la boca, saboreo todos los rincones, tocó su campanilla y las paredes de su garganta. Se apartó solo para respirar y morderle los labios con tanta fuerza que estos comenzaron a sangrar. Lamió el líquido y bajó lentamente por su mentón, cuello y clavículas hasta sus pezones.

—Mgh~ d-detente.— rogó entre gemidos JiMin al sentir como succionaba uno de ellos con violencia, estaba intentando que salieran y estos al ser inversos necesitaban mucha atención para erguirse.

YoonGi se rió contra su pecho, mordió y succionó durante unos minutos para obligarlos a mostrarse. Cuando lo logró, paseo su lengua hasta los abdominales en su vientre, los delineó y bajó a la V en su cadera.

JiMin tenía las piernas temblándole, su cuerpo se encontraba ardiendo y aun así no podía dejar de mirar todo lo que le estaba haciendo. Tampoco lograba controlarse ante sus provocaciones y ahora tenía una nueva erección.

El demonio admiró su travesura, pasó de ella porque tenía otros planes y se deleitó al escuchar un pequeño suspiro de alivio por parte del ángel al hacerlo, pero estaba equivocado si creía que no le haría nada más. Busco en sus pantalones el llama ángeles de cuatro esferas y se lo enseñó a JiMin, quien al verlo frunció el ceño sin comprender.

YoonGi deslizó cada una en su boca, se encargó de lubricarlas correctamente y las dirigió hacia su ano para introducirlas sin preparación alguna. El ángel gritó y lloró con desesperación al sentir el desgarre en su interior, pero poco a poco comenzó a excitarse y sus paredes se acoplaron.

—Eso es ¿Qué se siente tener tu joya celestial en el culo, JiMin?— preguntó con diversión el mayor.

—Eres un maldito.— siseo, mordiendo su labio inferior, luchando por no mostrar lo complacido que se encontraba y lo bien que se sentía.

YoonGi tomó la cadena del collar y tiró de ella para que las esferas salieran de golpe, JiMin no pudo evitarlo y se corrió por segunda vez.

—Y tú un mentiroso.

Con un chasquido de dedos, YoonGi desapareció su propia vestimenta, tenía el miembro duro, húmedo y erguido, preparado para tomar al ángel, quien al verlo jadeo horrorizado.

—Ni lo pienses.

—No lo pienso, lo voy a hacer.— señaló el demonio, abriéndole las piernas y admirando los hilos de sangre que salían de su esfínter.

𝓑𝓲𝓫𝓵𝓲𝓪 𝓷𝓮𝓰𝓻𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora