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—Lleva esta carta a SeokJin.— ordenó YoonGi, alzando su mano con dicho objeto hacia el menor.

JungKook asintió —¿Es sobre el diácono?— preguntó tras tomarla y guardarla dentro de su ropa.

—Sí, es importante que esté enterado que me lo quedaré o podría tener problemas con su fachada. Necesitamos que se quede en su puesto para continuar obteniendo información.— respondió el mayor, girándose —Abre la iglesia antes de que te vayas, hoy quiero hacer algo distinto.— agregó para ir hacia las habitaciones.

YoonGi no necesito que JungKook le diera una respuesta, pues sabía que obedecería sus órdenes sin cuestionarlo, había que tapar la ausencia de JiMin en la parroquia de donde provenía. Afortunadamente, tenía a SeokJin de incógnito en aquel lugar, el demonio mayor se encargaba de ser la mano derecha del obispo Kim NamJoon y podía falsificar las cartas que JiMin enviaba para reportarse.

Habían pasado dos meses de la profanación que le realizó al ángel y el ahora peli azul se estuvo comportando de manera sumisa, como si le perteneciera completamente y eso le encantaba. Por medio de la marca había conseguido que JiMin perdiera toda la cordura que poseía y se refugiara bajo sus alas, era como un cachorrito que siempre estaba detrás de él. Era su pareja y no podría huir de su lado jamás.

El demonio llegó a su habitación, abrió la puerta y encontró su cama desordenada, las sábanas estaban llenas de rastros de semen y sangre, esto de la noche anterior que tuvo con su ángel. Se giró hacia la puerta del baño, podía escuchar el agua correr y el tarareo de JiMin, pensó en meterse y nuevamente tomarlo. Pero se resignó a hacerlo después, había algo más importante que hacer primero.

YoonGi camino hacia su closet y tomó su ropa de sacerdote para colocársela, tenía una enorme sonrisa en su rostro que no desaparecería fácilmente y es que su mente estaba trabajando en lo que sucedería dentro de poco. Rebusco entre las prendas y sacó un traje especial que planeaba darle a su ángel, el cual constaba de un hábito religioso como el de las monjas, aunque este era corto y lo acompañó con unas medias blancas.

JiMin salió del baño completamente desnudo, su cabello azul se encontraba húmedo y goteante, toda su piel tenía marcas de colmillos, heridas y moretones. Pero a pesar de todo eso, tenía los ojos brillantes, una sonrisa tierna plasmada en el rostro y al ver al mayor allí se encaminó hacia él para abrazarlo por la espalda.

—Te fuiste temprano y me dejaste solo en la cama.— reprocho con desdén, sus labios haciendo un puchero que el demonio pudo ver por qué le había colocado el rostro sobre el hombro.

YoonGi se giró al instante y le tomó por la cintura para apegarlo completamente a su cuerpo, le dio un beso apasionado que finalizó con una mordida y le revisó la marca en su cuello para luego dejarle un beso sobre ella. Su ángel se veía hermoso como siempre, ahora se había vuelto un tanto desvergonzado, coqueto y bastante activo, sobre todo en el ámbito sexual y no lo culpaba, pues sus encuentros eran maravillosos.

—Tenía que encargarme de algunas cosas, angelito y bueno, toma esto.— dijo como si nada, extendiéndole la ropa.

JiMin la recibió y alzó una ceja al ver de lo que se trataba, pero no comentó nada al respecto, solo obedeció e inicio a colocársela. El hábito era negro con blanco, estaba ajustado y muy corto, apenas le alcanzaba a cubrir el trasero. Tomó las medias y se las puso, le llegaron a los muslos y sonrió porque al verse en un espejo le agrado la combinación.

El demonio miró cada uno de sus movimientos sintiendo su miembro endurecerse, no le había dado ropa interior a propósito y no era la primera vez que hacía al ángel andar por la iglesia sin ella. Para este tiempo ya había tomado a JiMin en todos los lugares sagrados posibles y la congregación entera lo sabía, lo reconocían como su pareja.

𝓑𝓲𝓫𝓵𝓲𝓪 𝓷𝓮𝓰𝓻𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora