Capítulo 21

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Wednesday

Enid y yo lo estuvimos hablando y decidimos que estaría bien comenzar con los nuevos ejercicios el miércoles por la tarde, pues ambas teníamos la tarde libre. Después de preguntarle a Divina si le quedaba bien y que nos dijera que sí, llamamos a Eugene para que nos reservara la sala.

Una vez estuvimos en el hospital, tuvimos que esperar para entrar en ella, pues al parecer estaba siendo usada por algún paciente.

—¿Segura que él la habrá reservado? —pregunté, nerviosa.

—Confías poco en tu amigo —me comentó Divina a modo de broma.

—No es eso, pero... quizá se haya olvidado.

—No creo, seguro que esta gente... —comenzó a hablar Enid pero se calló cuando lo vio aparecer por el pasillo con un papel en las manos.

—Hola disculpen la tardanza, aquí está el papel de la reserva —me lo mostró, y me di cuenta de que la firma de la doctora Weems constaba en él. —Tienen que entregárselo a la enfermera que salga de la sala.

—¿Cada vez que vengamos tendremos que buscarte para que nos des el papel? —preguntó Enid con el ceño fruncido.

—Me temo que sí, si no la enfermera no podrá asegurarse de que están autorizadas para usar la sala, normas del hospital —las tres asentimos en silencio. —¿Cómo están?

—Nerviosa —murmuré, observando fijamente la puerta de la sala.

—Es normal, las primeras veces son difíciles.

Lo sabía, pero lo que realmente me preocupaba era no ser capaz de hacer nada bien. Me daba miedo cometer algún error y lesionarme más de lo que ya lo estaba... Aunque también temía hacerlo bien.

—Sí —fue mi escueta respuesta.

—¿Y ustedes qué tal? —le preguntó a mis acompañantes al darse cuenta de que mis ganas de hablar estaban ausentes aquella tarde.

Mientras ellas charlaban animadamente yo me dediqué a pensar en lo mucho que cambiaría mi vida si, al menos, lograra ponerme en pie. O si pudiera comenzar a sentir en mis piernas algo que no fuera dolor. Aquello significaría que no era una inútil, que al menos me quedaban fuerzas para hacer algo más que permanecer el resto de mi vida postrada en una silla de ruedas.

Apreté mis manos en puños cuando el estómago me dio un vuelco causado por los nervios. Temía cometer algún error, y temía que ese error consiguiera apartar a Enid de mi lado a pesar de que millones de veces me había asegurado que aquello no pasaría. Sin embargo, lo que más miedo me daba era volver a encerrarme en mí misma y conseguir que todos se alejaran de mí si llegaba a darme cuenta de que mis piernas jamás funcionarían.

En aquellos momentos la relación que tenía con mis padres, con Enid, con Eugene, con Divina y con los demás era estupenda, y sabía que no conseguiría sobrevivir si volvía a quedarme sola de nuevo.

—¿...verdad que sí, Wednesday? —me preguntó Enid con una sonrisa, pero fruncí el ceño porque no había escuchado el inicio.

—¿Qué?

—Digo que nos vamos a esforzar con los ejercicios, ¿verdad?

—Ah, sí, sí... —murmuré todavía algo distraída.

—Ya verás como todo saldrá genial —me animó Eugene. Después miró su reloj y nos dedicó una mirada de disculpa.

—Lo siento, pero ya he estado fuera de mi consulta más tiempo del debido, si tienen algún problema no duden en avisarme ¡hasta pronto! Se despidió de nosotras y comenzó a caminar en la dirección opuesta a la que había venido.

Entonces Ella Baila [Wenclair G!P] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora