Capítulo 13

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Wednesday

Enid se marchó temprano a su piso, por lo que aquel viernes llegó al hospital algo más tarde que de costumbre. En cuanto llegó se dirigió implacablemente a la camilla en la que me encontraba mientras su madre me hacía el masaje que normalmente me hacía Enid.

Aquella mañana me habían obligado a practicar la verticalización de nuevo y aquello había conseguido dejarme exhausta. No obstante, le dediqué una sonrisa a mi novia cuando estuvo enfrente de mi camilla.

—Hola. —me saludó tanto a mí como a su madre.

—Hola, cielo. —Esther se inclinó y le dio un beso en la mejilla a su hija. —¿Qué te han dicho de la tubería?

—Pues que ya está arreglada, pero que seguramente aún tardarán una semana más en rehacer el techo y eso.

—Que mal Wednesday —repuso Esther. —Parece que tendrás que aguantarla otra semana —me comentó guiñándome un ojo con diversión. Yo le respondí con una sonrisa, y después observé a Enid, que miraba a su madre con los ojos entrecerrados, y negué con la cabeza.

—Pues que sepas que no la he molestado ni una sola vez en el tiempo que llevamos viviendo juntas —se defendió Enid, indicándole a su madre que ella se ocuparía de mí en lo que quedaba de hora.

—Eso dices tú —continuó bromeando su madre. —En fin, iré a ayudar a otra persona, luego nos vemos. Se alejó de nosotras para ayudar con la rehabilitación de otro paciente, y Enid me indicó que me quitara la camisa para hacerme el masaje en la espalda.

—¿Cómo ha sido la mañana? ¿la has pasado muy mal sin mí?

—Ni te lo imaginas —exageré cuando estuve acostada boca abajo en la camilla. —Hoy me ha tocado hacer la verticalización y me han dejado cansada.

—Oh Wednesday —se compadeció. —Pero ¿sabes? he leído que, aunque muy pocos parapléjicos vuelven a caminar, sí que hay algunos que recuperan algo de sensibilidad en las piernas y son capaces de estar de pie durante algún tiempo, podríamos…

—No, Enid —la atajé antes de que comenzara a hablar y a hacerse ilusiones.

—Si ni si quiera me has dejado hablar.

—Pero sé lo que ibas a decir y no quiero ni que lo pienses, yo jamás voy a volver a caminar.

—¿Cómo puedes saberlo si no lo intentas?

Permanecí callada, pues no quería que discutiésemos, y mucho menos en el hospital.

—Enid, déjalo, por favor.

—No quiero dejarlo, sólo quiero saber por qué te niegas siquiera a intentarlo.

—Porque no quiero decepcionarte ni tampoco decepcionarme a mí —respondí, diciéndole una verdad a medias. —Si seguimos hablando del tema, al final acabaré creyendo que puedo mejorar, pero cuando lo intente y vea que es imposible, me llevaré una decepción y no quiero.

—Estamos en las mismas ¿y qué pasa si cuando lo intentas te das cuenta de que sí puedes caminar? eso no pasará la primera vez, claro, pero tal vez sí a la quinta, a la sexta, o a la vigésima.

Sus manos estaban masajeando mi cuello con suavidad pero con intensidad, y consiguieron que perdiera un poco el hilo de la conversación. Cuando lo retomé sacudí un poco la cabeza.

—Es que no tengo esperanzas.

—Pues empieza a tenerlas. Ladeé la cabeza para poder mirarla a los ojos.

Entonces Ella Baila [Wenclair G!P] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora