¿En Serio?

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Dos hombres me llevaban esposada por un iluminado pasillo interior, hacía un lugar desconocido. Así podría haber empezado Cincuenta Sombras de Kay, pero me temo que esa era una película que no iba a vivir —no es que me interese mucho el sado y todas esas mierdas, pero un tío atractivo que me haga experimentar cosas nuevas, siempre se agradece.

Después de caminar un par de minutos, llegamos a un descansillo donde hay una agente detrás de un escritorio anotando algo en su ordenador. Nada más se presentaron mis escoltas, levantó la vista, un tanto molesta. Está claro que no le gusta que la interrumpan... Me miró de arriba abajo, con clara incredulidad al saber el motivo de mi detención.

—Estão brincando? —responde en portugués. Entiendo lo suficiente como para saber que no se cree lo que está pasando—. Ela não pode ser Katherine Winters. No máximo, será a filha!

—Eu sei, mas o alarme disparou e você sabe que precisamos seguir o procedimento passo a passo. Se não o fizermos, se descobrirem lá em cima, seremos repreendidos e até podemos ser demitidos.

—Que idiotice! Vamos deixá-la na sala número três.

Se abrió la puerta de una habitación y, cuando esperaba encontrarme con la típica sala de interrogatorios, me hallé en una habitación de apenas seis metros cuadrados una mesa rectangular de madera, y cuatro sillas acolchadas en derredor. La luz era cálida e intensa. Tras la reprimenda de la oficial, su trato se suavizó. Se han dado cuenta de que mi detención es la tontería más gorda del mundo.

—Denos unos minutos. Vamos a comprobar su identidad...

No terminó la frase que la pareja desapareció de mi vista.

—¡Bueno! No estoy segura de que esta sea la mejor forma de conocer las Azores —dije en voz alta.

Trato de liberar presión con comentarios humorísticos. Esa es mi forma de lidiar con ciertos problemas que, a priori, su solución no depende de mí. También la oficial logró calmarme. Al menos había alguien con sentido común. ¡Sólo me gustaría haber podido hablar con Athena y tranquilizarla a ella también!

Al rato la oficial apareció, con la misma expresión de asombro y de resignación.

—Primero que todo, quiero disculparme —dijo mientras se sentaba frente a mí—. Esta no es la manera en la que tendríamos que darle la bienvenida a nuestra isla, pero me temo que los procedimientos de este estilo, una vez iniciados, no podemos detenerlos. Esto se notifica a nuestros jefes de forma automática y, si no queremos tener problemas, tenemos que terminarlo.

La dejé hablar mientras la miraba embobada a sus ojos verdes. Su acento me parece delicioso. Estuve tentada a pedirle una cita una vez se resolviera esta situación.

—No te preocupes, lo entiendo.

La oficial parecía azorada —azorada... Azores... ¡No me digas que no es buena esa! Algo no le estaba gustando.

—Me temo que tengo que pedirle que se ponga en pie y se quite la ropa. —¡Ahí estaba el motivo!—. Tenemos que asegurarnos de que no lleva ningún tipo de arma escondida o algún otro elemento de carácter ilegal.

Aquello me sorprendió. Esperaba el típico cacheo, pero esto era too much.

—¿Es necesario oficial? ¿Puedo quedarme en ropa interior al menos?

—No. Le pido de nuevo disculpas, pero tiene que ser un registro completo. Si le sirve de consuelo, no hay cámaras en la sala. Su intimidad quedará protegida durante el procedimiento.

—E-espera un segundo. ¿Te refieres a meter tus... en mis...? —La oficial asintió avergonzada—. Al menos dime tu nombre, no quiero que pienses que soy tan fácil.

Prison KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora