Cuando Kay Encontró A Thee

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Estamos sentados alrededor de la mesa del comedor, mientras Athena nos sirve una receta de su madre de carne de ternera en salsa, con salteado de verduras y especias como guarnición

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Estamos sentados alrededor de la mesa del comedor, mientras Athena nos sirve una receta de su madre de carne de ternera en salsa, con salteado de verduras y especias como guarnición. Es uno de mis platos favoritos de su laaarga lista de recetas.

Si me preguntas: "Oye Kay, ¿te gusta cocinar?", te respondería que prefiero que me arranquen las uñas con unas pinzas de depilar antes que perder tiempo en la cocina. Hay gente que tiene ese don y yo no nací con él —ni tampoco con el interés de hacer nada más elaborado que unas fish & chips. Esa es otra de las razones de porqué la visito con tanta frecuencia: ella suele comer muy sano cuando tiene la oportunidad. Sin Thee habría muerto de colesterol hace años.

Y ahí está otra de las teorías que usan los medios para justificar a Gareth: Athena y yo estábamos liadas. Hubo un momento en el que estuvimos un poco enganchadas la una de la otra, pero jamás traspasamos esa barrera, porque nos importó más nuestra amistad que la atracción sexual que sentíamos. Y no me tires de la lengua porque no pienso entrar más en detalle.

Esos sentimientos jamás fueron públicos. Creo que mi padre sí se dio cuenta, pero lo único que me dijo es que tuviera cuidado.

—Todo lo que hagas, hazlo sabiendo que hay consecuencias: buenas y malas. Y los sentimientos son de lo más confuso del mundo. Es muy importante que valores todos los pasos que vayas a dar porque os podéis hacer mucho daño.

Athena y yo lo hablamos y decidimos que lo nuestro sería algo platónico, pero que nos necesitábamos más como amigas que como pareja. Teníamos intereses que nos llevaban por caminos opuestos y, salvo esta etapa de Thee alejada de los medios, no solíamos pasar mucho tiempo juntas por nuestros trabajos.

Si bien colaboro con mi padre en la agencia, Thee no es mi responsabilidad, sino de otra compañera. Lo que pasa es que, durante su descanso, mi padre prefirió que yo llevara sus asuntos —hasta valorar su estado tras su regreso— para que además del soporte laboral tuviera uno sentimental. No es que Denise no pudiera hacerlo bien, pero conozco a Thee como la palma de mi mano y no hace falta que me diga nada para saber cómo actuar.

Todo esto me lleva al día en que firmó con Winters Representation Agency.

Estaba pasando una mala racha en secundaria. Justo había roto con mi ex. Él formaba parte de una saga de idiotas con mucho dinero en donde parecía que la cantidad de pasta que tenían era inversamente proporcional al número de neuronas en sus cabezas. Y como cada generación era más rica, pues cada vástago era más estúpido. Estos eran los propietarios de una conocida cadena de comida rápida. Te diría el nombre, porque no he ido desde entonces a comer sus productos de mierda, pero no tengo tanto dinero como para asumir las consecuencias legales.

En fin, que imagina a un niñato de dieciséis años, popular, consentido y que se creía que el follador del siglo, que me pusiera los cuernos era cuestión de tiempo. Para empeorar la situación, se lio con mis dos mejores amigas —sí, lo fueron hasta ese momento. No juntas al mismo tiempo, pero sí en la misma noche y en mi cama, en una fiesta que yo organicé en mi casa. Traición y deshonra todo junto en un paquete tan horrible que ya no fui capaz de dormir en esa habitación nunca más. Por suerte tenía más habitaciones o te juro que habría dormido gustosamente en el sofá el resto mis días.

Cuando se lo conté a mi padre, él me dio un abrazo y me dijo que por una vez iba a romper sus normas y me iba a llevar con él a la firma de un contrato. No me dijo de quién se trataba, así no me arruinaba la sorpresa, pero estaba seguro de que me iba a encantar.

Aquello no fue capaz de animarme, pero ayudó a sacar mi cabeza de esa espiral de furia y autocompasión en la que estaba metida.

Una semana después del palo más grande que había recibido hasta entonces, me adentraba en las oficinas que mi padre tenía en Sunset Boulevard. Allí me pidió que me sentara en la sala de espera mientras el preparaba todo el papeleo de la estrella que venía para firmar con él. Por mucho que había tratado de indagar en el tema, no me había dado ni una pista sobre quién era. Por mínima que fuera, yo la habría descubierto.

No pasaron ni diez minutos que, llamaron a la puerta, y LaTonya, la mano derecha de mi padre, la abrió permitiendo que por ella pasara ¡Athena Díaz y su madre!

¡No lo podía creer! Sacudí la cabeza incrédula de que ese momento fuera real. Todas las semanas esperaba por el estreno del episodio de rigor de Una Reina en Casa. Me encanta el personaje Queen Fer que interpretaba Thee. La sentía una adolescente con mis mismos problemas, aunque ella encontraba la solución de una forma un poco más amistosa que las mías. La idolatraba secretamente. En mi curso se hacían todas las chicas las adultas consumiendo otro tipo de shows, pero yo no podía evitar cantar y bailar con Thee en cada iteración de la serie.

Ante mis ojos, ella era una diosa hecha carne. Me cautivó con su sonrisa, cargada de emoción y esperanza. Cuando me vio, me ofreció su mano esperando que la sacudiera en un saludo con un ser tan terrenal como yo. Era posible que supusiera que yo también era una estrella adolescente en ciernes.

—Hola, soy Athena Díaz.

—Yo soy Kay Winters —me presenté, mientras tomaba su mano.

—¿Eres la hija del señor Winters o es casualidad?

—Para su desgracia, soy su problemática heredera.

—No será para tanto.

—Si yo te contara...

—Y bueno, cuéntame.

—¿En serio quieres saberlo?

—¡Por supuesto! Me has dejado un gancho brutal: ¡la misteriosa y conflictiva heredera del imperio Winters!

—Cierto, soy interesante desde ese punto de vista. —Como ves, mi carácter caradura ya estaba presente a esa altura. Tal vez no era tan ocurrente como ahora, pero a pesar de mis sentimientos, pocas veces me dejaba abrumar en alguna situación.

—Vamos, ¡no te hagas la interesante!

—Mmmm... Es que, si te respondo, cuando te vayas no vas a querer saber más. Entonces, como me dejas todas las semanas esperando a un siguiente episodio, es mi momento de vengarme. Si quieres saber más, vas a tener que quedar conmigo para dar una vuelta o...

—¿Ser amigas?

Aquello lo dijo con cierto halo de esperanza y un poco de necesidad. Me hizo darme cuenta de que su vida no era tan mágica si no tenía una amiga. Como ya sabes, yo estaba carente de ellas también. El destino nos había hecho encontrarnos en el momento en el que la una necesitaba a la otra.

—Sí, ser amigas.

A pesar de los sentimientos que pudimos tener la una por la otra, nuestras peleas, nuestros momentos más tristes, más duros y los traumas que arrastramos, siempre hemos estado cuando nos hemos necesitado.

Es posible que para muchos ser pareja sea la conexión más íntima y especial que pueda existir en el mundo. Pero Athena se convirtió en la hermana que nunca tuve, mi confidente, mi amiga, mi amor.

No sé si podré sentir algo así con alguien más. Pueda ser que por eso mis relaciones fallan, porque se tienen que mirar en el espejo de Thee y ningune está a la altura. Y no hablo de poder o influencia. Es algo intrínseco a su persona: su bondad, su ternura, su fuerza también. En el mundo hacen falta muchas mujeres así. Tal vez, otras como yo —no me voy a menospreciar tampoco.

Athena para mí lo es todo. Has tenido que esperar hasta este punto para entenderlo. Y espero que también comprendas que, pase lo que pase, aunque no haya un futuro con las dos juntas, siempre estaré a su lado. Con esta afirmación va un aviso: quien le haga daño a Athena... No hace falta que termine la frase, ¿no?

Hoy no diré más que: ¡feliz mes del orgullo! ¡Sean todes felices! 🏳️‍🌈

Prison KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora