El aullido de los lobos

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Sexto día

La señora Sol Luz, conocida por toda la comunidad eclesiástica y los moradores de ese lugar, cuyo auténtico nombre era Agripina Carrasco, gozaba de mucha popularidad, más por su liderazgo dentro de la iglesia, que por las muchas obras de caridad que dirigía. Era una monja muy conocida, no solo en esa pequeña comunidad, sino también a nivel nacional. Era una mujer de aproximadamente 32 años. Desde pequeña se consagró al santo oficio, pues entendía que, Dios la había elegido para hacer su obra. Cuando pequeña, su familia, al ver que la niña no pintaba nada bien de seguir ese camino, con determinación, decidió sobre su futuro, por lo que la enviaron a un convento, a ver si así se sacaba algo bueno de ella. Con eA solo 6 días para la inminente destrucción de la Tierra, el mundo ya no era el mismo. Las personas solían hacer cosas que bajo ningún concepto lo harían en circunstancias normales. Muchos fingían ser personas de bien, honradas, intachables, cultas, compasivas, mansas, templadas, simpáticas, entre otros. Pero, lo cierto es que, bajo la temperatura tan intensa y fulgurante, era de esperar que las máscaras hechas de cera se comenzaran a derretir. Por unos pocos días las gentes fueron auténticas, echaron a un lado la hipocresía y las apariencias para ser ellos mismos.

Al tiempo se sintieron orgullosos de la decisión que habían tomado con respecto a su hija.

Sol Luz era una mujer muy pulcra y modesta, vestía con mucho pudor, incluso, cuando no llevaba puesta las rudimentarias de su oficio. Algunos pensaban que debajo de toda esa tela había escondido un cuerpo bien tonificado y apetitoso, al menos en la opinión de algunos jóvenes de la comunidad. Estos muchachos siempre le observaban, le hacían indirectas, pero, ella nunca vacilaba. Algunos de ellos se preguntaban si es que no sentía como sienten las mujeres por los hombres. Entre ellos había un rumor no muy creíble de uno de los más jóvenes de ese grupo. Este joven decía que, Sol Luz, en una ocasión, se le había insinuado, pero él creyó haberlo imaginado. Así mismo asintieron los demás __ Eso es imposible. De cualquier mujer se podría creer eso, pero no de ella, es realmente una santa. __ Dijo con un tono algo molesto uno de ellos. __ En realidad, aquel joven no estaba errado del todo, algo de verdad había en ese rumor. Se dice que, cuando el río suena, es porque agua trae. Aunque los rumores nunca dejan de ser rumores, y por lo general, son falsedades, aunque no siempre suele ser así. Los rumores tienden a decir algo de verdad, aunque adulterada en cierta medida.

Sol Luz era una mujer como cualquier otra, sentía atracción por los hombres. Desde hace mucho tiempo, Sol venía sosteniendo una lucha interna con sus pasiones y deseos descontrolados, pues entendía que esas impurezas eran obra de Satanás, el cual no desperdiciaba el tiempo para tentarle. Constantemente se decía __" Son tentaciones del enemigo". Nunca quiso aceptar que esos perversos deseos provenían de ella misma. No era consciente que, en realidad, simplemente se engañaba a sí misma.

La noche anterior se la pasó casi por completa pensando en sus fantasías lujuriosas, pues se decía a sí misma que iba a morir sin ser nunca una mujer auténtica. El deseo la estaba matando lentamente. Pensaba en todos esos hombres que le hacían cumplidos constantemente. Debía tomar una decisión. Se sentía sola, necesitaba el amor de un hombre. Quería volver a experimentar ese placer prohibido, que aquella vez sintió en ese acto inmoral, cuya posterior culpabilidad no le dejó tranquila la conciencia, por lo que sepultó ese recuerdo en el olvido. Fueron muchas las oraciones y los rezos que hizo como penitencia. Fue lo más vergonzoso que había cometido en su vida. Se convenció a sí misma de que eso nunca ocurrió.

Amigo lector, a lo mejor te estés preguntando, ¿qué fue lo que pasó con Sol? Mejor dicho, ¿qué fue lo que hizo?

Sucede que, Sol era una mujer muy hermosa y atractiva, pero aún más cuando joven. Era de mirada ardiente y penetrante. Aunque no fuera de manera intencional, seducía, no solo con sus ojos verdes, sino más por su porte y la forma de hablarles a los demás. Aun siendo monja, nunca dejó ese hábito. Aunque nunca lo manifestó, era devota del nudismo. Esa era una de sus más recónditas fantasías, sin mencionar otros tantos fetiches que, de momento no los mencionaré. Pues bien, retomando aquel deshonroso acto del cual nunca quiso acordarse, pero sin lograrlo del todo. Antes de ser trasladada a esta ciudad, de dónde ella venía corrió un extraño rumor entre los líderes religiosos de esa iglesia, lo cual se desmintió y todo quedó así.

Cuenta regresiva: Siete días para el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora