La habitación de Judd

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~~~~~Piper P.O.V.~~~~~

Lo vi salir de mi ventana con una sonrisa alegre en sus labios. Rápidamente me puse unos jeans y una suave camisa de manga larga. Me puse la chaqueta rojo oscuro que dejó atrás. Agarré un gorro negro y lo puse sobre mis rizos antes de agarrar una bandolera negra redonda y bajar las escaleras. Disminuí la velocidad y me quedé en silencio junto a la puerta de mi madre escuchando su suave respiración al otro lado. Cantando fuerte, me dirigí a la cocina y escribí una nota rápida que decía que fui a la casa de un amigo. La dejé donde ella la viera. Me dirigí al patio trasero sonriendo divertido, salté la cerca de privacidad que separaba nuestras casas. Llamé con fuerza a la puerta trasera con las mejillas un poco rosadas por el frío.

Esperé unos minutos antes de escuchar un pequeño clic y miré hacia arriba para ver a Judd abriendo la puerta corrediza de vidrio en silencio. Sonrió suavemente antes de tomar mi rostro entre sus manos y besar mis labios suavemente. Tirando de mí suavemente por dentro. Se echó hacia atrás apoyando su frente contra la mía, sus ojos verdes miraban a los míos con una mirada suave en ellos.

-Hice café.- Su aliento se desvaneció sobre mis labios.

Sonreí con picardía, -¿Tienes algún Jack?-

Vi sus ojos oscurecerse un poco antes de que un fuerte jadeo nos alejara el uno del otro. Mis ojos se precipitaron para ver a un niño pequeño con los ojos tan grandes como platos. Una pequeña sonrisa se posó en mis labios.

-Buenos días. ¿Quién podrías ser?- Este niño era adorable.

-Me llamo Andrew y no he visto nada ni sé nada.- Dijo nerviosamente sin apartar los ojos de Judd.

-Así es. Ahora ve a despertar a mi hermano tonto y a tus amigos, tienes una casa que limpiar.-Judd gruñó. Andrew subió las escaleras lo más rápido que pudo.

-Entonces... me prometieron un viaje a tu habitación después de que amenazaste a algunos nerds.- Le sonreí con picardía.

Se rió suavemente. -Dame un segundo. Toma la crema de la nevera, ¿quieres?- Dijo volteándose para agarrar dos grandes tazas de café de un gabinete. Para cuando nos sirvió una taza de café a cada uno, yo había regresado con la crema. Vierto un poco en una taza, se la entregué y observé mientras llenaba casi una cuarta parte de la taza con crema y agregaba un poco de azúcar. Me ofreció el azúcar y negué con la cabeza.

-No te tomé como alguien a quien le gustaría su café tan dulce.- Afirmé.

-Me gustan las cosas dulces. Tú eres una de ellas. No le digas a nadie que tengo una imagen que mantener.- Dijo agarrando mi brazo y tirando de mí escaleras arriba. Resoplé por su cursi y lo seguí tomando pequeños sorbos de mi bebida mientras avanzábamos. Tan pronto como subimos al último escalón vi su puerta. Cubierto de negro y carteles que indican 'no entrar' y 'peligro'. Grita Judd. Dejó caer mi mano para dar un puñetazo en una puerta de color lila con un letrero floral que deletreaba Leah. -Leah, tú y tus amigos del teatro gay tienen que limpiar la casa.- 

Escuché varios gemidos de dolor desde el interior de la habitación. La debe haber sido super resaca. La puerta se abrió después de unos segundos y la rubia del centro comercial se asomó. Vi a un par de personas que acababan de pasar, todas acostadas en camas improvisadas alrededor de la habitación. Sus ojos miraron a Judd increíblemente enojado.

-Lo haré en un segundo. ¿No puedes estar callado? Nunca has tenido resaca.- Ella gimió.

-Sí, pero nuestros padres estarán en casa en unas pocas horas y si no está limpio o si el enano nos delata, estaré enojado.- Él miró. Sus ojos se movieron hacia mí mientras tomaba un sorbo de mi café detrás de Judd. Ella sonrió de repente, su rostro se llenó de interés por la resaca olvidada.

El amor es un Birch. Judd x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora