A la fuga

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En la lejanía de un pequeño bosque dos pequeñas sombras sobre una árbol se veían platicar, pero no se veía que los dos hablaran, pues era un chico rubio con un parche en su ojo derecho, chamarra verde halagada que le llegaba hasta las rodillas, pantalones de mezclilla azules y un par se tenis blancos y a su lado lo que parecía ser un perro naranja un poco más redondo de lo que sería un perro normal, en su cola había un mango para sostenerlo que hacía juego con otro en la parte superior de su cuerpo y en su frente una pequeña sierra de motosierra.

-Sabes pochita, he escuchado de algunos demonios que pueden poseer el cuerpo muerto de la gente, es eso cierto?- Le cuestiono el rubio a su pequeño acompañante, el cual no contestó y comió un pequeño bocado de pan que estaba en la mano de este- si fuera cierto, quiero que me poseas, y cuando lo hagas te iras de aquí, lo más lejos que puedas para que esos yakuzas no te sigan ni los devil Hunter, iras a la escuela, comerás comida de verdad, harás amigos y tendrás una novia, por que esos son mis sueños y quiero que los cumplas.

El pequeño perro solo lo veía a los ojos como si lo entendiera, volteo hacia un lado y salto de la pila de troncos talados por los dos, el chico lo siguió pues sabía que empezaba a oscurecer e iban a tener que descansar.

De camino a su humilde hogar se hayaban caminando por una pequeña calle con puestos donde se vendían variedad de cosas y que los pequeños establecimientos se encontraban cerrando, pero un carro blanco se detuvo a su lado y de este un anciano bajo su ventana para hablar con el chico.

-Denji, buen trabajo con el último demonio, aquí esta tu dinero- dijo para posteriormente entregarle un pequeño sobre que tenía dinero en su interior- ya desconte mi parte, los intereses, comisión- este siguió con su lista de descuento del dinero mientras denji abría el sobre notando que era casi un cuarto del dinero que se supone había ganado, menos las facturas del agua y eso no le daba para rendir una buena comida- así que, nos veremos para continuar con tu trabajo.

Ya se habrían retirado de no ser que el conductor también bajo su ventanilla y le hablo al chico- oye denji, te doy 100 yenes si te comes mi cigarro- el joven asintió, agarraron el cigarro y se lo metió a la boca así consiguiendo 100 yenes extra.

Denji- Sabes que pochita, hoy vamos a comer 2 panes- dijo alegre el chico, tal vez no sea lo que en verdad quisiera pero para ser una persona pobre seria más que suficiente.

Las horas pasaron, denji estaba en una pequeña cabaña, dentro de ella no había más que trozos de madera y basura por montón, pero aún así denji y pochita estaban acostados sobre todo esto, intentaban dormir pero no podían, bueno denji no podía, sentía que algo sumamente malo le iba a pasar, así que empezó a divagar hablando solo.

Denji- Es raro, estoy a casi 2 meses de mi cumpleaños número 18 creo y no he hecho nada con mi vida, no tengo amigos, no tengo estudios, familia, novia, nada. Acaso esta mal querer algo como eso? No he pedido nada jamás en mi vida, solo puedo soñar con una vida normal, pero sabes que vamos a soñar juntos pochita- lo decía con un tono más animado- vayamonos de aquí, lo más lejos que podamos, con un nuevo nombre y todo solos tu y yo, pero nos tendremos que esconder de los yakuza- se levantó despertando a pochita en el proceso, camino a unas tablas que estaban medio sueltas, las movió de lugar mostrando una pequeña cantidad de dinero, lo tomó y abrió la puerta- vamos pochita, correremos lo más lejos por el bosque y tomaremos el autobús que nos lleve más lejos, solo necesito ver si puedes retraer tu pequeña cierra para que crean que eres un perro- en cuanto dijo eso pochita ladró y cerró sus ojitos mientras Francia el señor, y lentamente su pequeña cierra se metió en si mismo- woooow, no sabía que podías hacer eso, pero bueno, vamos.

Los dos empezaron a correr lo más rápido que pudieron, la libertad que ambos sentían o que más bien denji sentía un viento, el obviamente había sentido el viento en su cara y todo su cuerpo pero ahora, en este momento el viento que una vez sintió ahora era distinto, pues ahora este se sentía libre de las manos de ese viejo deudor, al fin podría tener una vida normal, una muerte normal, una comida normal, al fin era libre.

Sueños de un prófugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora