La trampa y el hueco

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Advertencia de lágrimas, advertencia de... Bueno creo que me gusta el sufrimiento, no de ustedes, el mío, lloré escribiendo esto.

Xichen miró al frente, llevaban días peleando y ciudad sin noche aún no caía, pero se abrían paso, lentamente pero seguro, pudieron entrar que ya era ganancia, debían terminar rápido, los costos de la guerra eran demasiado para seguir con ellos, a este paso ningún hijo de Gusu ni de Qishan quedaría en pie, ya era demasiado tener al suyo como un general al frente de un ejército.

Aún no llegaban al palacio de Wen Ruhoan, los heridos de gravedad ya no podían continuar aunque lo desearan eso también significaba que sus fuerzas iban menguando, pese a estar en la mitad de la ciudad.

-Señor-Llamó un discípulo, llegó corriendo y lucía alterado pero también emocionado -Un mensaje -Entregó haciendo una reverencia -Es de los Wen

Xichen lo tomó de inmediato, sus ojos expresaron la sorpresa "Wen Ruhoan ha muerto, pedimos la piedad y consideración a los restantes que estaban bajo su mando de tirano... Deseamos la paz, firmaremos un acuerdo de armisticio, solicitamos el retiro de las fuerzas militares, nuestros aliados también se retiran de los puntos estratégicos que fueron tomados. Wen Chao"

Y cayeron, porque pensaron que era real, se rumoró entre los soldados que estaban presos y los que los custodiaban que estaban perdiendo debido a que Wen Chao tomó el mando ya que una extraña enfermedad que Wen Ruhoan contrajo una enfermedad extraña que lo drenaba día a día de la vida, no tenían motivos para creerlo, pero, cuando vieron las banderas blancas izadas y los soldados se retiraron dejando sus armas en el campo de batalla creyeron que era una señal inequívoca.

Debió ser más listo y menos indulgente, debió verificar toda la información y seguir avanzando, la alegría de no tener que perder a nadie más lo embargó. Tomó una decisión y se equivocó. Los líderes que cometen un error suelen pagarlo, quizá demasiado. Mandó de inmediato a los mensajeros para replegar a su gente, por fin, la guerra había terminado.

Cuando Lan Sizhui recibió el halcón blanco de su tío, el rollo de papel en sus dedos fue como una brisa de aire fresco que no había sentido en mucho tiempo, desde donde estaban pudo ver cómo los Wen se estaban retirando, el movimiento le pareció extraño, pensó que se preparaban para atacar o moverse a otro punto... Fue optimista... El mensaje junto con los soldados que bajaban sus banderas y se iban le hizo creer que tenía un futuro.

Si tan sólo los hubiera seguido, si no hubiera dado la vuelta para irse a ciudad sin noche, si no hubiera sido tan confiado, si no se hubiera cegado... Pero como todas las personas que batallan en un conflicto, lo más quieren es que termine y puedan volver a casa con toda la gente que aman, en especial él.

Y sintió que tenía todo por delante, debía alcanzar a su tío en ciudad sin noche y en el camino se encontraría con Jingyi, tenía tiempo que no se veían, también vería a su padre, firmarían el armisticio y volverían, iba a terminar esa cuna, aún no le había dicho a Jin Ling que lo sabía, quería darle la sorpresa, quería ver su cara cuando le dijera que lo sabía incluso antes que él.

Quería verlo, también a su madre, la gente de la ciudad...

Lan Jingyi sintió un poco de remordimiento, en Qinghe Nie, sí habían estado combatiendo, sus manos se habían manchado de sangre

-Es la guerra -Le había dicho su suegro después de que matara por primera vez a una persona

Pero tuvo que hacerlo, porque Qinghe era el hogar de Zizhen, toda la gente que amaba estaba ahí, nunca le fue tan complicado sonreír como sus meses en ese lugar, quería que fuera feliz, quería que supiera que hizo todo lo que pudo y que también atesoraba a la familia política, no por compromiso o mera formalidad, sino porque eran las personas que amaba y por ende, él haría lo mismo, claro que se sorprendió cuando se retiraban, así que cabalgó con los soldados y franqueó al enemigo, sin embargo bajaron sus armas.

Promesa implícita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora