Pasatiempo para dos

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-Lo ves? El problema contigo, mi adorada esposa, es que nunca revisas los ingredientes antes de añadirlos-explicó él con calma, mientras alcanzaba la botella de sirope de chocolate, que había dejado al lado, para abrirla.

Akane se relamió los labios con anticipación. Tenía los ojos vendados pero el dulce aroma se le coló por la nariz, reconociéndolo al instante.

-Ranma!-pidió en un gemido ahogado  cuando el espeso y frío liquido cayó por su cuello, resbalando despacio hacia su pecho, seguido de cerca por la cálida lengua de su esposo.-No es justo!

-Qué cosa no es justa?-preguntó el joven con inocencia en la voz- Te estoy enseñando para que aprendas a reconocer cada ingrediente.

-Y el chocolate en que receta me ayudará?-insistió Akane, que seguía acorralada en la esquina de la cocina entre el cuerpo de su esposo y la encimera.

Ranma sonrió para sí mismo. Debía existir, eso seguro, alguna forma de cocinar que incluyera el chocolate aunque él no lo sabía y poco le importaba.

Lo cierto era que él disfrutaba más de lamer el dulce sirope en la piel de su esposa que si salsa de soja o cualquier otro aderezo se tratara.

-Estoy en casa!- anunció Nabiki desde la entrada y ambos se separaron y volvieron a actuar con normalidad, arreglando incluso el delantal de flores antes de que la segunda hermana Tendo se asomara a la cocina.

Cuando Nabiki los encontró en medio de una discutida clase, compadeció a Ranma y regañó a su hermana por no saber distinguir entre la canela en polvo y la pimienta molida antes de subir a descansar a su habitación.

-Qué no se supone que ya se había mudado?-preguntó en voz baja Ranma

-Oye, ella solo viene de vez en cuando.-lo regañó Akane

-Sí, a interrumpirnos en la mejor parte-masculló él jugando a lanzar un repollo y volviendo a apañarlo.
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Ranma contempló, aparentemente sin interés, la escena del desayuno familiar.

Su madre y Kasumi servían los platos con la elegancia de cualquier ama de casa japonesa; su padre y el tío Soun hablaban de temas sin importancia y Nabiki, afortunadamente, faltaba otra vez a la reunión matutina. Mientras tanto  su Akane llegaba apenas a la mesa y le regalaba una tímida sonrisa al sentarse a su lado.

Cuando se había, por fin, realizado su boda él, ingenuamente, creyó que podrían aumentar las muestras de afecto y que su fastidiosa familia cumpliría con su promesa de dejarlos solos y a cargo de la propiedad y el dojo.

Pero no.

Muy al contrario, aquellos primeros dos  meses habían transcurrido con una lejanía tortuosa, al menos desde su muy personal perspectiva, entre ellos dos.

Cada mañana, durante el desayuno, les asediaban con preguntas hasta incomodar a su esposa en pro de saber el avance del heredero tan deseado por ambas familias.

No había mayor grupo de idiotas que su familia! Si no lo arruinaran todo, sólo Kamisama sabría cuantos intentos diarios hubiera él hecho junto a su bella esposa.

¿¡Cómo, por todas las divinidades en los cielos, esperaban que él tuviera descendencia si incluso un simple acercamiento, una caricia o un beso se convertía en tema de debate sobre el futuro de la escuela Tendo-Saotome?!.

A excepción de su luna de miel, cuya ubicación permaneció en secreto para todos, Akane y él casi no habían tenido intimidad, más que las contadas veces en que se las arreglaron para eludir a sus familias y a cualquier otro demente de Nerima que seguía obsesionado con separarlos.

Siete Días De Amor RanKane 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora