Apetitoso

97 19 3
                                    



Atsushi reservó una habitación en un hotel de dos estrellas poco conocido, pues la idea era pasar desapercibidos hasta el día siguiente, cuando Dazai tomara su vuelo.

-Buenos días, soy Chuuya Nakahara. Tengo reservada una habitación -dijo el pequeño sin titubear apenas llegaron.

Dazai se acercó de a poco. Vestía jeans, zapatillas, una camiseta púrpura con el dibujo de una guitarra y una chaqueta negra acolchada; un look bastante discreto si no fuera por los enormes lentes de sol a fines de otoño.

El recepcionista lo observó con atención todo el tiempo que el otro rellenaba el papeleo.

-¡Espere! -dijo el pequeño exaltado, obligando al caballero a cambiar su foco de atención - ¡¿La habitación no era para dos personas?! ¿Por qué aquí dice individual?

-Por mensajes le expliqué que era la única que quedaba... ¿O no la pidió usted? Además, si están recién casados, no veo inconveniente en dormir más... juntos. -finalizó arqueando una ceja para destacar el doble sentido.

"No le puedo decir que fue el representante de un cantante famoso el que llamó a mi nombre" pensó a la vez que miró a Dazai, quién sin querer llamó la atención ahora también del guardia, pues no parecían la típica pareja de recién casados que pasa de vacaciones por la ciudad.

-Mi amor, está todo listo -dijo Chuuya en voz alta para apaciguar dudas.

Dazai lo miró sonriendo y lo tomó de la mano. Había entendido la situación.

Recién dentro de la habitación se soltaron y el famoso pudo hablar.

-El plan funcionó -dijo este último suspirando aliviado -. Estuve a punto de responderte, pero si lo hacía...

-...podrían reconocer tu voz. -De nuevo demostraron una innegable química al saber las palabras precisas que usaría el otro.

Soltaron a la vez una risilla.

Debieron pedir comida para almorzar, pues no compraron nada y que un extraño de cabello blanco llegue de repente buscando la habitación de sus "amigos" con muchas bolsas de supermercados llenas, podría llamar un poco la atención.

Al llegar el pedido, debió salir a recibirlo el egresado.

-¿Qué pizza querrás?

-No puedo comer -dijo Dazai sentado en el sillón doble, revisando su celular -. Ya me he excedido con los carbohidratos...

-¡No jodas! Ahora ven aquí. -Le ordenó el otro -. ¿Acaso no comerás hasta mañana?

-Sí -respondió seguro.

-Muy bien -contestó el chico de ojos turquesa sentándose a su lado en el sillón con los brazos cruzados -. Si no lo haces, yo tampoco lo haré.

-¡¿Eh? ¿Estás loco?! -Se levantó molesto -. ¡Tú no tienes porqué hacer esto!

-¡¡Tú tampoco!!

Y fue así como, después de una hora de discusión, como dos niños de primaria peleando por un juguete, Osamu Dazai cedió.

"¿Por qué le hago caso a este enano? Es solo un desconocido" pensaba mirando de reojo a quien tenía su cara manchada con salsa, lo cual parecía no importarle. "¿Por qué me siento tan cómodo con él? Me olvido de todo y me siento como..."

-¡Ey! ¿Me estás escuchando?

Cuando volvió en sí, los penetrantes ojos se encontraban a seis centímetros de su cara.

Nuestro OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora