Capítulo 3

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- ¡Por favor, para Sonia!

Mi tutora azotaba con dureza mi tan castigado trasero. Los azotes hacían que me ardiera la piel y me dolía.

- No voy a parar niñata, vas a aceptar tu castigo y te quedarás en esta habitación hasta que yo lo diga. Estarás sin salir una semana y estudiarás todo el día, tendrás trabajos dobles.

¡Zas! ¡Zas!

- Sonia, ¡por favor! - le suplicaba aguantando mis lágrimas, porque me dolía mucho.

- Ni por favor, ni nada. Así aprenderás a no meterte en asuntos ajenos.

De repente se me ocurrió una idea. Tenía que probar.

- Estás desautorizando a la directora de la señora, ella dijo que me castigaras dentro de dos días, por lo tanto, si se entera se enfadará contigo.

Sonia se quedó pensativa por un momento.

- Con que esas tenemos ... está bien, será dentro de dos días, pero lo de estar una semana sin salir sigue en pie.

Las dos nos mirábamos desafiantes, pero esta vez ella tenía más poder sobre mí, no sé si era su enfado porque la verdad es que en su mirada se podía ver claramente su rabia. Había pasado de ser una santurrona a ser malévola.

De un portazo cerró la puerta de mi habitación y todo volvió a quedarse en silencio ... Me tumbé en mi cama boca abajo por el dolor de mis nalgas. Abracé a mi almohada y por fin pude dormir.

- Andrea, despierta. - Me susurraba una voz al oído. - Vamos no seas vaga, despierta.

Abrí mis ojos y era Ángela.

- ¿Qué ... qué quieres Ángela? -Pregunté adormilada.

- Todas estaban preguntando donde estabas, ¿qué haces aquí? Es la hora de la cena.

- No te lo vas a creer. - Dije sentándome en la cama. - Mi tutora me castigó, no puedo salir para nada sólo para ir a comer, no sé para cuánto tiempo me dejará encerrada, está enfadadísima.

- Pero ¿por qué? ¿Qué hiciste?

- Perdóname, Ángela, pero no te puedo contar, lo único es que pasan cosas raras y quiero largarme de aquí. - Y justo en ese momento se me ocurrió una idea. - Ya sé, vamos a fugarnos.

- Andrea, no crees que esa idea ya la hemos tenido todas. - Preguntó Ángela con sorna.

- No te burles, ya sé cómo hacerlo. Después de la cena, preparaos e id a los servicios, os lo contaré todo. Creo que me da tiempo de ir si mi tutora no está tan pendiente de mí.

La idea era perfecta, por fin saldría de Hackenberd, de sus malvadas tutoras y de la sádica señora Sullivan. Lo único que me importaba era escapar y hacer mi vida, pero para eso tendría que abandonar mi fortuna, la herencia que mis padres me dejaron, con tal de no estar nunca más aquí.

Al llegar al comedor, la chica Price y sus amigas aún estaban ahí, pero ya no era mi prioridad burlarme de ellas, después de lo de Marcos, se me quitaron las ganas. Era solo mirarle y entrarme la pena. Pero en realidad no sabía exactamente lo sentía, estaba segura de que no era amor, pero si no era eso, qué podría ser, por qué sufrir por su ignorancia... El único que me ha tratado con amabilidad.

Después de la cena, me escondí entre las personas saliendo del comedor para evitar a mi tutora e ir a los servicios, allí estaban mis amigas esperándome. Parece que la idea les ha molado.

Todas querían saber mi idea, así que cerramos la puerta con el pestillo para que nadie entrara por sorpresa.

- Bueno, esta es la idea, detrás de la caseta de los deportes está el muro del exterior, justo ahí cavaremos un agujero en el suelo, luego seguiremos cavando hasta aproximadamente un metro, que es lo que mide la muralla, y después hacia arriba .

La disciplina de AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora