Capítulo 6

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Noté como un lado de mi cama se hundía, pero tenía tanto sueño que no reparé en mirar quien era.

De pronto, unas cálidas manos acariciaron mi pelo suavemente como si esa persona no quisiera despertarme, pero tengo el sueño muy ligero, así que abrí mis ojos y me giré. Mi sorpresa fue al ver a la señora Sullivan mirándome fijamente.

- Usted y yo tenemos que hablar seriamente señorita. -Dijo relajadamente

Yo tragué saliva, ya sabía a lo que se venía a referir, otro castigo más.

- Ven, vayamos a la habitación del despacho.

Me tendió su mano, la cual agarré temblorosa, pero ella parecía calmada y eso me tranquilizaba un poco.

Ya en su despacho volvió a activar la puerta secreta y entramos a la habitación que yo llamo "habitación del dolor".

- Desnúdese, Andrea. -Me ordenó seriamente.

Las cosas ya se estaban poniendo algo tensas y mis traicioneras piernas ya me estaban temblando.

- A ver Andrea, ¿sabes por qué estás aquí?

- Sí, porque le pegué una paliza a Megan...

- Muy bien, ¿algo más?

- No, señora Sullivan.

- Error, primero en esta habitación debe llamarme Ama y segundo estás aquí por eso de estar distraída mirando por la ventana.

- ¡Ah! Por eso... -Dije como queriendo quitarle hierro al asunto.

- Por eso... ¡Como si fuera poco! ¡Quiero que saque las mejores notas de este internado! ¡No quiero a una sumisa vaga e irresponsable! ¡Quiero que cuando seas mayor de edad pueda valerse por usted misma y que no dependa de nadie! ¿Eso lo entiendes? -Dijo furiosa.

- Sí... Ama...-Dije agachando la cabeza.

Esta vez tenía razón, siempre ando distraída en clases y vagueo mucho con mis deberes de clase.

- Y en vez de encontrarte estudiando la encuentro dormida, serán veinte azotes más por eso. Veinte por andar distraída, veinte por no estudiar y cincuenta por agredir a otra alumna y me da exactamente igual cuales fueron sus motivos, eso no se hace. En total noventa. ¿Algo que decir?

- Son muchos azotes. -Dije sorprendida.

- Son los que se merece por vaga y agresiva. Coloque sus manos en la silla, hoy probarás el cinturón. Y que no se le ocurra suplicarme, este castigo es bien merecido.

Mis lagrimas estaban a punto de salir, pero me puse rápidamente en la silla para que ella no lo notara. El sonido de su cinturón hizo que mi cuerpo se pusiera tenso y me dieran escalofríos.

¡Zas!¡Zas!¡Zas!

- ¡Ahhh! -Grité sin control ninguno sobre mi voz, me había cogido de sorpresa.

Sin querer llevé mis manos a mi culo lo que hizo enfadar más a mi Ama.

- Pon tus manos abiertas Andrea.

¡Zas!¡Zas! En las palmas de mis manos.

- No vuelva a sobarse el culo o meter sus manos cuando la estoy castigando.

- Sí, Ama.

Otra vez me puse en posición y otra vez vino mi castigo.

¡Zas!¡Zas!¡Zas!

- No quiero que vuelva a andar distraída en clase. - ¡Zas! - Ni que vuelva a agredir a ninguna compañera. - ¡Zas! - Quiero que sea una señorita de provecho, porque usted vale mucho y si eso no lo sabe yo se lo enseñaré, aunque sea de esta forma. -¡Zas!

La disciplina de AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora