EL INICIO DE UNA AVENTURA ( Libro I Las Leyendas )[ ✓ ]

El Secuestro De Nando⁰¹

Leo y Nando San Juan, son dos niños Huérfanos que están al cuidado de su Abuela. La cual siempre los cuido de buena forma.

Y aunque Leo se sintiera muy triste por el hecho de que conoció muy poco a sus difuntos papás, su Abuela le explicó que no había que ponerse triste, pues, cada Dos De Noviembre, estos iban a visitarlos.

Ah y por supuesto, no faltaba la Nana Dionisia, quien se encargaba de hacer el pan para vender, pues la pequeña familia tenía un local de Pan, con el nombre PAN "SAN JUAN" claramente, como se apellidaba la familia.

Dionisia era una mujer regordeta y muy alegre, que siempre tenía algún chiste malo para contar, Leo generalmente se reía de estos, aunque no le causará gracia alguna.

Y aunque Leonardo San Juan se veía solo como un simple niño temeroso, también sabía hacer algo que lo diferenciaba de lo demás, claro, no hablo de la pipí.

Si no que era un experto en el balero, y generalmente le gustaba practicarlo en el pequeño cuarto donde se guardaban todos los ingredientes para hacer pan.

También Ayudaba a la Nana Dionisia a entregar pedidos de pan, oh también a ayudar a el Padrecito Godofredo, el Padre de la iglesia en el centro del pueblo.

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RAQUEL

Si, hace cincuenta y dos años que nos salgo de esta casa, la cual ni siquiera es mía.

Raquel, Una de las invitadas a la Casona, Mis padres estaban cenando cuando yo estaba con Teodora.

Todo fue muy rápido, La Cocinera de la Casa nos secuestro a ambas, y como siempre, Teodora hablando hasta por los codos.

Y entonces luego repentinamente apareció Xochitl, también muy amiga mía.

La Cocinera, quien prefería que la llamarán Nahuala, nos explico que estaba haciendo un ritual para librarse de ese cuerpo de carne y hueso, para de una vez, gobernar todo el mundo.

"Los humanos serían su comida, los fantasmas, sus esclavos".

Esas palabras jamás se habían borrado de mi mente.

Había una cuarta chica esa noche, solo que no puedo recordar su nombre.

Ella era muy valiente, y conbatío con la Nahuala hasta casi detenerla, ¡Incluso me había liberado a mi!

Pero de un momento a otro ella ya estaba  tirada en el suelo, yo intenté hacer algo, golpeándola varias veces, pero eso no funcionó y pues…me convertí en fantasma.

Todo lo que supe después fue que El Padre Godofredo la había detenido, encerrándola en esta casa, donde ahora yo vivo.

Oh y por cierto, esa chica Valiente había sobrevivido y había hecho su vida.

—ash, ¡Raquel!¿Puedes llamar a Xochitl?¡No encuentro el juguete de chi-chi!—me pide la peliroja con su típico acento fresa.

—Teodora, está en tu mano—digo con poco interés mientras que ella ve el juguete justo en su mano.

—¡Gracias amiga!¡Vales mil!—felicita mientras se acerca a su perrito rosado.

Yo solo sonrió débilmente.

Estaba demasiado aburrida, ni siquiera recordar la historia de mi muerte me recobro el ánimo.

—¡Xochitl!—llama Teodora con poca paciencia.

—¿Que paso Señorita Teodora?—pregunta la pelinegra apareciendo en un segundo.

—traeme mi helado francés, plis—ordena con superioridad mientras acaricia a esa bola de pelos.

Xochitl solo suspira a medias y me mira con cara de que necesitaba ayuda.

—ya vengo Teodora, no tardó mucho—aviso con una sonrisa burlona.

—si, si, como sea.

Ambas comenzamos a bajar las escaleras.

—¡Teodora es todo un caso!—se queja la pelinegra.

—¡si!¿Que chifoscas es un Helado Francés?—digo yo mientras llegamos a la cocina.

—ijole, no se, pero si no lo encontramos…—es interrumpida por un grito.

—¡Mi helado Francés!—grita Teodora más agudo de lo normal.

Ambas reímos mientras buscamos en la cocina lo que sea que sea un helado.

—¡Oye! Creo que…—estaba apunto de hablar pero escuché unos gritos como de una niña, una niña que nunca había visto.

—¡Ayuda!¡Chisguete!—se escuchó.

Xochitl alzó una ceja dejando todo de lado, ambas nos asomamos un poco para ver de qué se trataba.

Pude ver también un poco de el cabello de Teodora, quien al parecer también quería ver.

¡Era la Nahuala!

Tenía a un niño, que yo pensé que era niña, ¡Parece que estaba planeando algo!

—¡Ayuda!—pide el chamaco cuando pasa
A lado nuestro.

La Nahuala nos miro con esos ojos tan horribles y espeluznantes.

Estaba apunto de tomar la mano de el niño, pero La Nahuala rugió.

—¡Ni se les ocurra hacer nada!—ordena con furia mientras se dirige a su guarida.

Solo la miro con enojo y me aparto.

—¡Chisguete!—escucho por última vez.

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