《10》

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Katherine y Beomgyu ya llevaban conviviendo juntos una semana en aquel lugar. Se habían hecho grandes amigos, aunque el chico la empezó a ver de manera distinta después del atercado en el baño. Atercado que ocurrió al tercer día en donde el pelinegro había entrado en el baño mientras lo usaba la chica. Desde ese día Beom recordó que Kath seguía siendo una chica y él un chico, y que la ciencia decía que si pones a un único conejo con una única coneja, bueno, todos sabían lo que pasaría a continuación.

Beomgyu no creía que lo que estaba despertando en él era un motivo sexual, no lo sentía de esa forma. Él se había enamorado de la forma en que ella se sonrojaba, lo tímida que se ponía cuando estaba serca, el color de sus ojos y la mismísima sonrisa que ella le daba pena mostrar. El pelinegro era un chico romántico tan normal como cualquier otro muchacho. No tenía ninguna característica distintiva que lo destacara. Beom no era inteligente como Soobin ni tan fuerte como Yeonjun. Sus hermanos y él eran muy diferentes. Tampoco era el favorito de su padre como Soobin ni el menos querido como Yeonjun... aunque Yeonjun sí se parecía a su padre en la imponente personalidad, ninguno de los dos sabía dar el brazo a torcer. Beomgyu había salido completamente a su madre.

Él era carismático, muy extrovertido y con buen humor. Ninguna era una característica que a él le pareciera perfecta para enamorar a Katherine. Pero haría todo lo posible por ganarse a la chica. Lo haría.

- ¿Qué es esto?

Katherine había exclamado alarmada al ver las nuevas preguntas que estaban inscritas en su formulario diario. Beomgyu que se había quedado lerdo mirándola, despertó de la nube y miró a su hoja.

¿Aumento el deseo sexual? ¿Tienen un mayor incremento de pensamientos sobre el sexo? ¿Cuántas veces piensan en el sexo al día?... y muchas más preguntas incómodas.

La castaña inconscientemente miró a Beomgyu, él también se quedó mirándola. Ambos se volvieron tomates maduros y asentieron entre sí. Ya sabían que este siempre fue el propósito de ponerlos juntos.

- Son unos malnacidos ¡¿Acaso nunca se cansaran de experimentar con nosotros?! ¡Tengan vidas propias, joder! Déjenos en paz ¡Nosotros solo queremos volver a casa!

Kath abrió como platos los ojos. Beom había incumplido una regla, la que conllevaba a no gritar o sino, serían gravemente castigados.

- Beomgyu no grites - Pero el recordatorio de Katherine fue demasiado tarde.

Frente a ellos la puerta de la haniatación había sido abierta, dos hombres uniformados de negro y bien fornidos hicieron acto presencia. Kath tembló del miedo, Gyu se alarmó y aquellas personas se comenzaron a acercar a ellos.

- ¿Qué hacen aquí? - Inquirió Beomgyu.

Uno, el más débilucho, metió la mano en su bolsillo y sacó una jeringa cargada de un liquido transparentes. El otro hombre hizo resonar sus nudillos y cayó su mirada en Beomgyu. Venían a por él.

- No, nononono - Renegó la chica sosteniendo la camisa de su compañero, temiendo lo que podía pasar.

El chico aceptó lo que era evidente. Le darían un buen castigo que jamás volvería a olvidar para que se pensara mejor la próxima vez que fuera a gritar en el laboratorio.

- Tranquila Katherine - Sostuvo las mejillas de la chica y sonrió tiernamente - Todo estará bien.

- Beomgyu... - Soltó como quejido casi al echarse a llorar.

- Tranquila - Le besó la frente, se levantó decidido hasta esos hombres y les plantó cara.

Lo próximo que vio fue como le inyectaban el líquido en el cuello y como lo agarraron con fuerza para sacarlo de ahí mientras él perdía la conciencia.

Beomgyu despertó en un nuevo lugar. Se encontraba encadenado a una silla de piernas y brazos. El lugar donde se hallaba no era blanco como el resto del laboratorio, este era de paredes metálicas sin pintar y con peste a humedad. Sobre de él se hayaba un simple bombillo que alumbraba todo con gran intensidad, pero no la suficiente para distinguir quién era aquella persona que estaba sentado con la silla recostada a la pared y mirándolo fijamente. La silueta de esa persona se le hacía conocida, sin embargo, los nervios por saber qué estaba pasando no le daban chance a su cabeza para trabajar.

- Beom te dije que te portaras bien - Y esa frase fue suficiente para que el pelinegro reconociera esa voz.

- Tom - Aseveró.

- Lo siento mucho hijo mío, pero tengo que castigarte. Eres el futuro del mundo, debes de protegerte tanto como a tu familia.

- ¿Familia? - Ironizó de mala gana - ¡Nunca te hemos importado! ¡¿Cómo te atreves a llenarte la boca con una palabra que no conoces?!

- ¡No sabes lo que estás diciendo! ¡Esto es por el bien de todos!

- ¿El bien de todos? ¡Querrás decir tú bien! Odio desde el momento en que nací de una parte tuya ¡Te odio, Choi Tom-!

Las palabras de Beomgyu fueron calladas por un puño estrellándose en su rostro. Tom lo había golpeado. Y tras de ese golpe, vinieron muchos más. Vinieron tantos que es imposible recordar la cantidad. Uno tras otro. El segundo peor que el primero.

- Maldito... - Fue lo último que dijo antes de desmayarse a causa del dolor insoportable.

Aunque a Beomgyu le dolía más el corazón que las golpisa.

Él jamás se imaginó que sería traicionado por su padre de esta forma.

Nuevamente despertó, solo que esta vez, fue con un llanto. Beom se descubrió envuelto en los brazos de Katherine de vuelta en la habitación. Ella no paraba de llorar y las lágrimas corrían por su mejilla hasta mojar la camiseta ensangrentada de su compañero.

- Oye estoy bien, tranquila.

La muchacha paró de llorar para verle, limpió con el dorso de su brazo las lágrimas y sonrió dolorosamente.

- ¿Qué te han hecho? - Su voz estaba quebrada.

- Algo que nunca permitiré que te hagan. Te sacaré de este infierno. Te voy a proteger, Kathy.

Con la promesa hecha solo quedaba la parte más difícil... cumplirla.

Shooting Star //Choi Beomgyu [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora