Quédate Muerto.

8._Desgarro

Korn llevó a Mary hasta la habitación del médico que también era la de su padre. Bills estaba ahí leyendo una historieta o algo así, abrió la puerta con esa revista en la mano. Obviamente no se negó a atender a la mujer, pero no estaba muy contento con haber sido interrumpido.

-Sientate ahí- le dijo a Mary señalando una mesa pequeña dónde antes hubo un florero- ¿Le importaría dejarnos solos o es que piensa quedarse parado ahí mientras ella se saca la ropa?

Korn pareció salir de sus pensamientos cuando Bills le dijo eso. Estuvo callado y observando a la muchacha todo ese tiempo. Se disculpó por su imprudencia y se dió la vuelta para dejar al doctor hacer su trabajo.

-Ire con mi padre- exclamó y fue hacia él pasando la cortina de plástico.

A Mary le tocó sacarse la camiseta, pero apenas intentó mover el brazo el dolor creció.

-Seria mejor que fueras a un hospital.

-Vine con usted para no tener que ir a un hospital. Odio los hospitales- le dijo Mary aguantandose el malestar que se provocó.

Bills terminó por examinar a la muchacha. Según él había sufrido un desgarro de segundo grado y le vendo la zona para después enviarla a buscar hielo a la cocina.

-Aplicate frío en la zona tres veces al día, no hagas ejercicio y toma unos analgésicos para el dolor- le dijo Bills dando su trabajo por terminado.

-¿Paracetamol?

-¡Que no recetó paracetamol!- le gritó Bills, pero cuando ella se llevó el dedo a los labios se calló, pues recordó que Korn estaba ahí con su padre.

El hijo mayor de la familia se puso un cubrebocas para quedarse parado al lado de Dai. Lo había ido a ver tres veces en esos dos días y nunca hizo algo diferente a contemplarlo en silencio, pero en esa oportunidad realizó el pequeño ademán de querer tocarle. El poderoso señor de la casa lucía tan diminuto y frágil en esa cama. Era para Korn una imagen difícil de digerir, pero lo que lo hacía quedarse parado ahí era otra cosa. Algo que tenía que ver con esa mujer que se asomó del otro lado de la cortina y a la que fue a ver para preguntarle cómo estaba.

-Es solo un desgarro- le contestó Bills, aunque la pregunta no estaba dirigida a él.

-Me alegro que no sea algo grave- dijo sonando tan formal que resto empatía a su declaración- Le diré a Campari que te enseñe este lugar en detalle. Hay sitios inseguros para transitar- agregó retirándose sin decir nada más.

Mary se sintió aliviada de que él se fuera. Aquel había sido un día bastante largo, cargado de tensión y buenos sustos.

-Tu padre está dormido- le aclaró Bills al verla girar la cabeza hacia Dai.

-Bien...yo también necesito un descanso- declaró en voz baja yendo a recostarse al sofá en que antes estuvo el doctor.

-Sí vas a dormir hazlo en tu cuarto.

Mary lo ignoro y estirando las piernas, después de quitarse los zapatos, cerrando los ojos con una sonrisa en su pálida boca. Bills quedó bastante irritado, pero no había algo que pudiera hacer al respecto. Y aunque no lo dijera, comprendía que ella quería descansar en un sitio donde se sintiera a salvo. Pero deseaba que no fuera ahí.

Vados, después de su pelea con Whiss, se quedó en el estudio el resto de la tarde bebiendo una botella de vino. Recordaba que cuando se contactó con el abogado de su padre para la lectura del testamento, este le informó que Dai había dejado instrucciones de que fuera leído exactamente un mes después de su muerte. Mary y su padre llegaron ahí casi un mes después del funeral. Singular coincidencia o meticulosa planificación, ella no estaba segura. En el estado de su padre era obvio que ellos se seguirían haciendo cargo de todo, sin embarazo, había un problema. Era Mary quien tenía potestad  sobre la vida de Dai y cabía la posibilidad que el poder que este le entrego también abarcará las decisiones sobre sus bienes hasta al momento de su muerte. No había llamado al abogado para corroborar sus ideas para no precipitar las acciones de esa mujer, pero estaba considerando toda clase de escenarios al respecto. Mas en todos ellos le era difícil imaginar que su padre descargará en su hija adoptiva una responsabilidad tan grande. Mary no tenía preparación alguna, pero más allá de esos asuntos que eran su prioridad habían otras cosas que le estaban molestando.