Era un día soleado. Daishinkan vestía de manera menos formal aquella jornada. Llevaba las mangas de la camisa enrolladas a la altura del codo y tenía puesto un discreto calzado deportivo. El jardín era un desastre. A donde quiera que mirase había juguetes tirados y envolturas de caramelos. Sus hijos menores corrían entre las mesas de la fiesta de cumpleaños que acababa de terminar. Los mayores intentaban poner un poco de orden.-¡Papi!- exclamó una vocecita clara a su costado, haciéndolo ver a su lado derecho- Papi, Vados me quitó mis galletas- le decía el pequeño que corría a él para aferrarse a su pantalón.
-¡No es verdad!- exclamó Vados que apareció corriendo desde detrás de unos arbustos. Dai la vio esconder algo tras su espalda cuando él la miró.
Ella tenía ocho años en ese entonces y Whiss, que tiraba de su pierna exigiendole que obligará a su hermana a devolverle sus galletas, acaba de cumplir cinco años. Era su fiesta la que se había celebrado y nada ponía a Whiss más demandante que obtener un poco de atención.
-Has comido suficientes galletas como para un mes. Deja a tu hermana...-le decía Dai, pero Whiss rompió a llorar.
-¡Eran mías!- exclamó tan fuerte y tan desagarradoramente que todos voltearon a verlo.
Dai se sonrió porque la reacción de su hijo le pareció cómica. No se atrevió a regañarlo por su caprichosa actitud. En lugar de eso apoyo una rodilla en el suelo y descansó su mano derecha en la cabeza del pequeño para decirle que lo llevaría a comer helado. En ese entonces Whiss usaba una melena hasta el hombro y era fácil meter los dedos entre su cabello.
-¡Eso no es justo!- exclamó Vados que se aproximó corriendo a ellos y le devolvió lo que quedaba de las galletas a su hermano- Ten, siento haberte hecho llorar- le dijo con una actitud un poco cínica- Hice algo bueno, ahora llévame a comer helado también- le exigió a su padre.
-¡No!- exclamó Marcarita aferrándose al brazo de Dai- Mío- agregó con el ceño fruncido. Tenía solo dos años y a su hermana Cus casi vuelta loca corriendo detrás de ella.
-Padre...dijiste que tomaríamos el té está tarde- protestó la mayor de sus hijos casi haciendo un puchero.
-Yo también quiero tomar el té- exclamó Vasos sujetandose del cuello de Dai y empujando a Whiss en el proceso.
-Vados no seas caprichosa y ve a levantar tus muñecas- le habló Korn que sostenía un montón de platos que estuvo recogiendo.
-¿Quieres tomar el té con nosotros, Korn?- le preguntó Dai.
- Claro que quiere- dijo Cucatail que apareció de un costado abrazando por el cuello a su hermano.
-Tengo que estudiar para un examen, no puedo perder el tiempo con...
-¡Papá!- grito Mojito apareciendo desde atras- Sour de cayó en el lodo- le dijo mientras tiraba de la mano de su hermano para hacerlo avanzar. El pequeño Sour estaba cubierto de fango.
Obviamente el más callado de su prole obtuvo su interés por lo que se desató toda una pelea de los demás hermanos por ello. Dai siempre sonreía, era un hábito, pero reír era algo que no solía hacer a menudo. Esa jornada lo hizo. Siempre reía cuando sus hijos se peleaban por un momento de su atención.
Una estrepitosa alarma lo arrebato de sus sueños con la delicadeza de una bomba. No abrió los ojos, pero si soltó un largo suspiro. Odiaba permanecer inmóvil en la oscuridad, por eso para poder interpretar su papel le pedía a Bills que lo durmiera. Al despertar, no aguanto mucho con los ojos cerrados ni oyendo esa alarma fastidiosa, por lo que tras estar seguro de que no había nadie más en la habitación se sentó en la cama y molesto, porque Bills seguía dormido, se levantó para ir a despertarlo. No lo hizo de la mejor de las formas.
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Quédate Muerto.
أدب الهواةPor un error médico es sepultado vivo, por fortuna es rescatado por una mujer, por decisión...Por decisión debe pensar que tanto vale la pena volver a vivir.