Reencuentro.

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El cielo de nevada con su gran brillar rojizo hacía notar los pasos ligeros del médico no licenciado. Estos estaban siendo marcados por los charcos de sustancias realmente dudosas por el simple hecho de que provenían de la basura.
2BDamned corría realmente rápido, alejándose cada vez más de aquella base donde convivía con sus supuestos amigos a quienes por un largo tiempo llamó familia. Su rostro, completamente cegado por sus manos, estaba cubriéndolo mientras corría sin rumbo alguno. Sin embargo, sin darse la menor cuenta de dónde iba, se encontraba adentrándose a las instalaciones Nexus, o mejor dicho, uno de sus patios libres fuera de esta.
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El gran Director de toda esta ciudad antes mencionada, se encontraba caminando tranquilamente mientras supervisaba su alrededor, sin percatarse de la extraña presencia del doctor cerca suyo. Cosa que al poco tiempo, dejó a ambos en una situación incómoda por el choque provocado por la distracción de los dos.
Doc se había caído al suelo por el impacto, mientras acariciaba su rostro en forma de consuelo por el golpe contra el gran pecho del mayor. Sin embargo, para Phobos fue diferente. Le gritó, de lo alertado que estaba, realmente se había alterado al punto que iba a matarlo si llegaba a dirigirle la mirada, pero al poco tiempo de verlo, se sorprendió ya que aquel chico presente en el suelo no era más que su supuesto crush que tanto había deseado tener y conservar en su vida. Este sentimiento de reencuentro entre ambos seres luego de tantos conflictos entre ellos en el pasado, hizo que el Emperador le extendiera la mano al menor en señal de ayuda.
El contrario maldijo en silencio por olvidar su máscara en la base, mientras secaba las pocas lágrimas de su rostro como último consuelo para si mismo. Este al ver su alrededor y tomar la mano del Mag, se percató asustadamente de quién era, pero aún seguía su incógnita de como había llegado al lugar en donde se encontraba.
Se alteró demasiado, siendo así que su vista se nubló al poco tiempo por el susto y miedo que sentía, levantando su voz para gritarle desesperadamente al mayor. –PHOBOS?!, Lo siento, por favor, no me mates!, Se que quieres acabar con los aliados de Hank y que yo soy uno de ellos, pero yo no estoy del lado de nadie ya!– Su voz se quebró, el nombre del segundo mencionado aún le causaba dolor a su pecho. Y uno muy fuerte.

El Director resopló, tierno. Le parecía completamente tierno el actuar de 2B, verlo tan minimizante ante su reacción le causó un gran pinchazo débil en su corazón. –Oh, Tobías. Tranquilo, si?. Recuerda que tu y yo somos amigos desde que tengo memoria, prácticamente desde que éramos pequeños. Así que ya no te preocupes, cariño.– Le dirigió la mirada, con una gran sonrisa de oreja a oreja dejando ver su gran diente de oro brillar, mientras traviesamente sus manos se deslizaban a la delgada cadera del ajeno, provocando el acercarlo y pegarlo a su cuerpo suavemente, mientras colocaba las manos de este mismo sobre sus pectorales.
El miedo y el mal estado emocional del menor, se hizo presente. Provocando así que no pudiese pensar en el cariñoso apodo que el Emperador le había asignado, que de hecho nisiquiera había escuchado. Sin embargo, solo por impulso se acomodó tristemente y con resongancia, llorando de manera desesperada sin consuelo alguno. Él fue cargado y llevado por el Director, quien lo dirigió hacia su oficina por qué aún seguía trabajando. Aún que la intención principal de este fuese llevarse al Ex-científico a su lujosa casa, no podía dejar de trabajar solo por la pequeña minoría que tenía presente en ese mismo instante en sus brazos.
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Al entrar a la oficina, se dirigió tranquilo hacia el gran escritorio, sentándose en aquella silla de empresa con bordados dorados, mientras que dejaba a Doc sentarse en su escritorio para estar a su altura. Lo observó, por un largo rato, analizándolo de pies a cabeza como si de un acertijo se tratase, para luego caer por completo en que era lo que tanto molestaba la retorcida cabeza del Doctor.
Este tomó aire, suspiró. Le dirigió otra larga mirada, más comprensivo, y solo preguntó lo siguiente. –Que pasó?, Por qué usted llora, Doctorsito?.–
Al momento de escuchar esa pregunta tan dolorosa, el menor tomó un gran bocado de aire, contando una vez más que fue de lo sucedido, en esto el conflicto con Hank y su infielidad. Al hacerlo, se desahogó, sollozaba algo fuerte mientras se sentía ahogado en sus propias penas, por sus desiciones. Se sentía arrepentido, haber salido con una persona como Wimbleton, le había arruinado la vida. O mejor dicho sus sentimientos.

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