Capítulo 4: Peligroso.

75 4 23
                                    


El misterioso muchacho soltó un suspiro pesado y cerró los ojos nuevamente. Pareció meditar por un momento, manteniendo siempre una cansada expresión neutral.

-Tenemos que dejar de encontrarnos así.-Murmuró levantándose. La lentitud en sus movimientos daban a entender que estaba dolorido. Finalmente permaneció arrodillado, observando en dirección de su hombro derecho para ver a la banda.

-Ni me lo digas.-Eli fue quién tomó la palabras, mostrando una sonrisa amigable que sus babosas imitaron.

-Les dije que tuvieran cuidado, esto más bien ha sido imprudente. Ninguno ha muerto, eso es bueno-el comentario fue por lo menos curioso, un ligero tono cómico logró quitarle lo siniestro-. ¿Se encuentran bien?

-Bueno: desapareciste dejando una advertencia, apareciste de la nada y nos encerraste en un agujero.-Habló el troll, aún cruzado de brazos dejando en claro su forma de pensar. Ambas miradas se cruzaron, pero no hubo ningún cambio en sus orbes celestinas.

-¡Kord! Sí, estamos bien, sólo un poco confundidos-el muchacho asintió suavemente, la respuesta le alivia-, tú eres el que está herido.-El joven misterios miró su brazo derecho, ahora un pañuelo rojo lo rodeaba en una venda improvisada.

Por la apariencia húmeda, no sólo podía deducirse que la sangre estaba fresca y probablemente continuaba escapando de su cuerpo, sino que ese pañuelo no solía ser de tal color carmín. Tras unos segundos en silencio el herido desvió la mirada a la entrada colapsada, ignorando el tema por completo.

-Debemos seguir adelante.-Afirmó el lanzador fantasma, incorporándose como pudo valiéndose de la fuerza de sus piernas.

-¿Por qué deberíamos hacerte caso cuando pudiste llevarnos a una trampa?-El suave andar que el joven había emprendido se detuvo ante la pregunta del topoide. Aguardó un segundo y observó al grupo por sobre su hombro.

-Debieron pensarlo antes: ya es demasiado tarde para eso. Créanme que jamás quise que llegaran aquí-habló con un ligero tono de frustración-. Lo siento, pero las cosas resultaron de esta forma y no hay nada que hacer al respecto más que avanzar-fiel a sus palabras, continuó adentrándose en el túnel-. De todos modos, no es como si podamos regresar; ya no hay marcha atrás. Tenemos que encontrar otra forma de volver a sus cavernas.

Sin más que decir, avanzó en el único camino, a sabiendas de que no les quedaría de otra que seguirlo tarde o temprano. Soltó un silbido, y su bestia reaccionó, yendo a recogerlo. Al llegar a su lado se agachó, y el jinete montó con menos cuidado de con el que la meca se levantó.

-Él tiene razón-reaccionó el pelinegro-. Si intentamos abrir la entrada, podríamos hacer colapsar el túnel sobre nosotros.

-Es lo que hay.-Aceptó el peliazul, llamando a sus mecas. Montó la suya y tendió la mano a su compañero, ayudando al Campeón del Este a subir.

Una vez que todos estuvieron montados y asegurados siguieron al lanzador fantasma a una distancia prudente, sin perderle el paso. No parecía tener prisa, pues su bestia simplemente caminaba.

 No parecía tener prisa, pues su bestia simplemente caminaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Más allá del subsuelo | JuneliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora