Capítulo 5: Refugio significa "hora de respuestas".

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Las calles de la ciudad eran dignas del mejor escenario lleno de desolación y abandono. Puede que para los demás fuese ver unas extrañas construcciones en ruinas, pero para Eli representaba ante sus ojos lo que era la mismísima imagen de la caída de su sociedad.

Los edificios y casas de alrededor estaban en condiciones pésimas, hablar de la limpieza y la higiene era utilizar sus opuestos para describirlos, completamente deplorable. Las calles repletas de basura, húmedas y pintarrajeadas, apestaban.

La cantidad de grafitis alrededor era abrumadora, la antigüedad de algunos resultaba ser hasta sorprendente. Sus mensajes, completamente entendibles en letras que reconocía pese a las alteraciones "artísticas", eran poco esperanzadores. Una en particular resonó en su mente tras leerla.

"El monstruo se disfraza de oso, todos le temen a la bestia, sin conocer que existe algo incluso peor bajo la piel que arrancó".

Ni un alma andaba por las calles, y sus cuerpos entendían el porqué, al decir que las noches eran frías no se trataba de una exageración. En el corto tiempo que pasó desde las afueras hasta las calles de la ciudad, la temperatura había bajado lo suficiente como para ser percibida.

El Campeón del Este tomó una profunda bocanada de aire, y exhaló con suavidad, viendo como su cálido aliento parecía materializarse al separarse de sus labios. Intrigado por la cálida sensación tan efímera, Eli observó sobre su hombro.

-El frío está comenzando a notarse.-Comentó, a su vez que explicaba al peliazul, el cual imitó la prueba. Sus rastros se fusionaron en el aire hasta desaparecer por completo de la vista.

-Es cierto-confirmó el Shane, despertando una inquietud en su banda-. Es gradual, apenas lo siento.

-Eso lo hace peligroso porque te irás acostumbrando sin darte cuenta, hasta que se vuelva demasiado.-Habló la pelirroja, revelando la señal de alerta que de no saber podría fácilmente pasar desapercibida.

-Entonces aumentará lentamente hasta que se vuelva mortal.-Concluyó el troll, sin sentir el mayor orgullo por tener la razón. El topoide se encogió ante tal verdad.

-Pronto no quiere ser insistente, pero ¿aún no hay señales de un refugio?-El muchacho se permitió hacer una pausa silenciosa antes de responder.

-Estamos cerca-aseguró. Sus palabras no calmaron mucho a la banda, y él lo notó-. No se preocupen, tenemos tiempo antes de que el frío se vuelva peligroso.

-Lo tienes bastante bien calculado.-Comentó el pelinegro, con la esperanza de no perder la conversación.

-Es necesario, sobre todo para salir de noche.-Lo cortante en sus respuestas dejaba en claro que realmente no quería hablar, estaba decidido. Eli suspiró frustrado, tendrían que esperar a llegar al dichoso refugio.

Se tomaron el tiempo de ver a su alrededor en el abandono de las calles, en las desgastadas construcciones las ventanas estaban cubiertas tanto por tablas, cortinas como por suciedad. Eran pocas las que tenían abiertas las persianas,, de tenerlas,, o permitían ver hacia el interior.

Por momentos, el peliazul notaba como curiosos se asomaban y los observaban con sorpresa, entre otras cuantas miradas que no podía comprender. Todos ocultos temiendo al frío de la noche mientras ellos caminaban por las calles, quizás los consideraban dementes, o temían que algo les sucediera al estar expuestos.

En cualquier caso, muchas miradas se posaron en ellos, pero ninguna palabra se les dirigió, y ninguna presencia decidió hacerse notar. Prefirieron mantenerse a resguardo, sin arriesgarse a interactuar. Afortunadamente, eso les dio un camino tranquilo hasta llegar a una vieja casa de ladrillo.

Más allá del subsuelo | JuneliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora