—¿Y tú quién eres? —pregunta Samy con cierto tono despectivo.
—¿Perdona? Eres tú la que ha llamado, ¿no sabes cómo funciona esto o qué?
Samy boquea. Y Samy nunca boquea. Nos ha abierto la puerta una chica alta con melena rubia, aunque no tanto como mi amiga, vestida con una especie de túnica blanca medio transparente que deja muy claro que no lleva debajo nada más que un minúsculo tanga.
—Estamos buscando a Maxnom —se recompone de lo más segura—. Estamos en la villa de al lado, ayer nos prestó algo y hemos venido a devolvérselo.
La chica pone los ojos en blanco con un evidente gesto de hastío y desaparece de nuestra vista.
—Ey, Max, es para ti —le oímos decir.
Samy abre mucho los ojos y Gema se tapa la boca. Están nerviosas, y de repente yo también lo estoy. Siento que voy a tener que pedirle disculpas y esto todavía no ha empezado. Cuando el cantante aparece, Samy suelta un grito agudo que nos pilla por sorpresa.
—¡Sí que es él! —exclama sin dejar de mirarlo.
—Hola...
Max, como lo ha llamado la chica, nos recorre con mirada confusa, pero al llegar a mí algo cambia en su semblante y me sonríe.
—Ah, sois las vecinas.
—¡Síííííí! Somos tus mayores fans, anoche te vimos actuar y estuviste espectacular —le dice Samy invadiendo un poco su espacio personal.
—Bueno, eso de que sois mis mejores fans... permíteme que lo dude. Cloe no me conocía de nada.
Dice esto apuntándome con el dedo y yo me envaro como acto reflejo. Si no echo a correr es porque tengo los pies clavados al suelo. ¡Se acuerda de mi nombre!
—Yo... Lo cierto es que no, lo siento.
—No te disculpes, no tiene que conocerme todo el mundo, puedo vivir con eso.
—Oh, claro que hay que disculparla, no sé en qué burbuja vive porque está claro que eres lo más de lo más. ¿Quieres firmarme en el sujetador?
Ni corta ni perezosa, Samy se baja el escote del vestido y se las sirve en bandeja.
Yo emito un «tierra, trágame» silencioso mientras Gema se ríe a carcajadas. Por lo visto, esto para él es el día a día, ya que lo único que hace es reírse e ir a buscar un rotulador negro.
—¿Quieres que te firme también la otra? —le pregunta con naturalidad. Una naturalidad que no entiendo teniendo las tetazas de mi amiga a la altura de su boca. Pero me gusta.
—Por favor, la izquierda en la piel. Me haría un tattoo, pero no me gustan demasiado. Tendrá que valer con muchísimas fotos. Cloe, ¿nos sacas unas fotos?
Asiento y disparo una detrás de otra. Las dos posan junto a él, una a cada lado, y no se mueven hasta que decido que ya hay demasiadas.
—Me parece que ya os he hecho unas treinta fotos. —Le devuelvo el móvil.
—¿Tú no quieres salir?
Lo miro sin saber qué responderle. Por suerte, Gema entra en acción y le pide que le firme en el hombro. La idea de Samy le ha gustado y ella sí se va a tatuar su firma.
—¿Seguro que quieres hacerlo? —le pregunta él.
—Segurísimo.
—Pues intentaré que me salga bonita.
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No vamos a ser un jodido amor de verano
RomanceEl verano es la época perfecta para cometer locuras, ¿verdad? Así es como comienza esta historia, con tres amigas a punto de brindar para inaugurar el inicio de sus ansiadas vacaciones en Menorca. Con Cloe en busca de un abridor para poder descorcha...