Capítulo 4: El primer encuentro.

154 70 166
                                    

Primavera de 2014.

Pasos rápidos y acalorados, falta de aire, sudor y dolor en ambos brazos eran algunas de las molestias que sentía Olivia mientras corría a toda velocidad a su sección de clases, era su primer año en la secundaria y estaba siendo un completo fiasco pues no había logrado llegar puntual a ninguna de sus primeras clases.

«Si llegas tarde una vez más te tendré que reprobar y llamar a tus padres.»

Tragó saliva al recordar el ultimátum que le había puesto su profesor de lengua hispana la mañana pasada. En su defensa el despertador tenía toda la culpa y Brianna tampoco le ayudaba en levantarse, muchos en el colegio ni siquiera sabían que eran hermanas debido a la hermética actitud de Brianna hacia ella frente a sus demás amigos.

Sus brazos estaban a punto de ceder ante el peso de todos los libros que cargaba, ser la encargada del material para la clase era una tarea que le pertenecía nada más a ella, ese había sido uno de sus primeros castigos por su impuntualidad. ¿Cómo podría siquiera pensar en quejarse?

Las escaleras y pasillos estaban siendo eternos para ella aunque se encontraba relativamente cerca de su destino, celebró en sus adentros al darse cuenta que finalmente llegaría a tiempo a su primera clase. Estaba cerca, a punto de llegar.

—¡Cuidado niña!

Escuchó una voz masculina a sus espaldas y por inercia decidió voltear a ver de dónde provenía aquella voz, recibiendo únicamente un fuerte golpe en el centro de su rostro haciéndola caer al suelo junto con todo lo que llevaba en las manos.

—Mierda, ¿Te encuentras bien? —Sintió unas manos en su espalda y cabeza tratando de ayudarla a levantarse.

—Por supuesto, de maravilla. —Se quejó abriendo finalmente los ojos para encontrarse con unos magnéticos ojos color miel, eran como un hermoso atardecer.

—Lo siento mucho, fue una imprudencia. —Su voz era grave pero con un dulce tono que dejó sin habla a Olivia quien lo miraba recoger sus cosas una vez ella estuvo de pie—. Déjame llevarte a la enfermería.

—No hay necesidad, me encuentro bien. Gracias de todas maneras —expresó con voz temblorosa arrebatando las cosas de la mano del chico.

Estuvo a un instante de irse cuando el joven corpulento la tomó entre sus brazos y se la llevó sin rechistar, abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

—Supongamos que te encuentras bien, tu nariz dice lo contrario —musitó acelerando sus pasos.

Lo miró una vez más haciendo que su corazón latiera con emoción al encontrarse a tan pocos centímetros de su cara, no tuvo el valor de quejarse, su rostro seguía ardiendo aunque para ese momento no lograba distinguir la verdadera razón.

«El golpe está causando una magnífica alucinación» un vago pensamiento pasó por su confundida mente.

Olivia lo recorría con la mirada apreciando cada detalle de su rostro, sus cejas pobladas, sus pestañas y pequeños ojos, sus labios ligeramente delgados y rosados que encajaban a la perfección con sus demás facciones. El sangrado en su nariz era algo que le importaba muy poco en ese momento al igual que la mirada de los demás alumnos que veían la escena.

El chico corrió a la enfermería llegando bastante rápido aunque para Olivia el tiempo no tenía ningún significado, seguía con la imagen del joven en su mente y genuinamente no sintió dolor, no hasta que la enfermera comenzó a atenderla. No podía verlo, sin embargo, podía sentir la mirada del chico sobre ella lo que le causaba un ligero escalofrío.

𝐄𝐥 𝐏𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐦𝐨𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora