𝐄𝐥 𝐏𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐦𝐨𝐫

Capítulo 5: Estar sin ti.

El tiempo se hizo inexistente, el magnetismo que transmitía cada uno de los trazos, colores, detalles y simbolismos que se posaban frente a él robaron su completa atención. Los créditos de la película que veía junto a Olivia habían terminado y ella descansaba en su regazo en un profundo sueño del cual él era ajeno desde el momento que "Beata Beatrix" alcanzó su rango visual. La última adquisición de Seamus había embelesado a Evan hasta el último centímetro de su cuerpo.

Luego de unos minutos sintió su boca seca cuál desierto, bajó su vista y de manera cuidadosa recostó el cuerpo de Olivia completamente en el sofá para ir a la cocina por algo de beber, se dirigió a dicho lugar recordando la vez que hizo un análisis de dicha pintura para su clase de arte junto a Brianna. Se le hizo divertido recordar lo aburrida que parecía ella al respecto mientras él relataba emocionado todo lo que había aprendido de la pintura y el artista detrás de la obra.

Era nostálgico recordar los momentos que había compartido junto a Brianna durante toda su adolescencia, habían tenido una conexión instantánea a pesar de ser tan distintos.

Entró a la cocina y como si del destino se tratase, encontró a Brianna en dicho lugar, era el destino o simplemente él se encontraba en casa de ella. Prefirió pensar que eran obras del destino.

—Pensé que no estabas en casa —dijo, mientras buscaba algo de beber en la nevera.

—¿Dónde más podría estar? —contestó con pocos ánimos y sin darle la cara.

—No lo sé, en cualquier otro lugar. Es difícil coincidir contigo en tu propia casa. —Evan se acercó a ella buscando su mirada, ella no tuvo más alternativa que ceder.

—Tienes razón —lo miró a los ojos cruzándose de brazos—. Últimamente tú pasas más tiempo aquí que yo.

—No parece que eso sea de tu agrado —soltó fingiendo indignación—. Te recuerdo que tú fuiste la primera en traerme aquí.

—No sabes cuánto me arrepiento —dijo entre dientes.

—¿Disculpa?

Evan la miró con completa y verdadera indignación, su ceño fruncido, su labio entreabierto y su mano en el pecho fueron la imagen perfecta para que Brianna no aguantara las ganas de reír. La expresión de Evan era un poema. Al percatarse de dicha reacción Evan se sumó a las pequeñas carcajadas que soltaba la chica, luego de mucho tiempo había logrado sacarle una sonrisa a Brianna en lugar de reproches, se sentía bien.

Segundos después Brianna cayó en cuenta que una vez más Evan había logrado doblegar sus intentos de parecer indiferente ante su presencia, era difícil, la tarea más difícil era controlar sus acciones cuando lo único que deseaba era estar con él siempre, disfrutarlo como solía hacerlo. La había hecho sonreír nuevamente aunque fuese por un momento, anhelaba con toda su alma que el tiempo durase más que ese pequeño instante.

Se vio a sí misma siendo feliz por la persona que constantemente le causaba un inmenso dolor en su corazón, era dulce y amargo al mismo tiempo. Un sentimiento que ni siquiera ella lograba comprender o descifrar.

Sus miradas se encontraron en medio de ese melancólico momento en donde nuevamente parecían tener quince y dieciséis años. Las piernas de Brianna flaquearon y sus manos comenzaron a sudar cuando aquellos ojos color miel miraban con intensidad su existencia, luchó consigo misma por no abalanzarse a sus brazos, luchó por seguir haciendo las cosas bien.

—Bri... —pronunció Evan, dando un paso hacia ella, esperando poder mantener la plática un poco más.

Ella volteó su rostro ante tal acto y aclaró su garganta antes de darse media vuelta para salir de ahí, necesitaba alejarse de él en ese instante. Por un momento esperó a que Evan la detuviera o dijera algo más pero su camino a la puerta de la cocina fue acompañado nada más por el silencio, cuando estuvo apunto de irse no pudo evitar voltear a verlo.