Dulce Luna

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Bajo el manto nocturno, en su misterio velado,
la Luna, dulce musa, en el cielo ha brillado.
Con su resplandor plateado y sereno,
despierta en nosotros un anhelo ameno.

Susurra en el silencio, con voz callada,
y en su rostro pálido, nostalgia dibujada.
Testigo de secretos guardados en su seno,
la Luna ilumina el camino del sereno.

En la oscuridad, sus rayos destilan calma,
y el universo entero se envuelve en su encanto y palma.
Como una joya etérea, en la noche resplandece,
con sus fases cambiantes, nos cautiva y enriquece.

La Luna, fiel compañera de los amantes,
les regala su brillo, en noches radiantes.
Besa con su luz los encuentros furtivos,
y se convierte en testigo de amores cautivos.

En las aguas serenas, refleja su esencia,
como un espejo mágico que danza en la apariencia.
Inspira a poetas, les roba el aliento,
y en sus versos eternos, la Luna es el centro.

Oh, dulce Luna, en tu quietud y esplendor,
nos envuelves con tu magia y tu fulgor.
Eres faro en la noche, guía en la penumbra,
y en tus brazos de plata, el alma se deslumbra.

Que tu luz siga iluminando nuestros sueños,
despertando en nosotros anhelos tan tiernos.
La Luna, eterna musa de poetas y soñadores,
con su encanto perpetuo, siempre nos colma de amores.

El Libro de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora