Soledad

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En la vastedad de la noche silente,
la soledad se asienta, impertinente.
Una compañera que nunca se marcha,
una sombra constante que el alma escarcha.

En el rincón solitario del pensamiento,
la soledad se instala, sin consentimiento.
Susurra al oído palabras de desamparo,
y en el corazón deja un sentir amargo.

La soledad es un eco vacío y frío,
que envuelve el ser en un mar sombrío.
Es el eco de pasos que no se cruzan,
y las miradas perdidas que no se encuentran.

En el silencio abrumador se refugia,
creando un vacío que al alma fatiga.
Es el eco solitario de los latidos perdidos,
y el eco de las lágrimas sin testigos.

Pero en medio de la soledad se alza,
una fuerza interna que no se desplaza.
Un canto valiente en la oscuridad,
que abraza la soledad con serenidad.

En la soledad se encuentra el espacio,
para conocernos a nosotros mismos, sin ocaso.
Es un lienzo en blanco para el autodescubrimiento,
un tiempo sagrado de crecimiento y aliento.

La soledad, maestra de introspección,
nos enseña a encontrar nuestra conexión.
Nos invita a abrazar nuestra propia compañía,
y descubrir la fuerza que en nuestro interior anida.

En la soledad, se cultiva la fortaleza,
se teje la resiliencia con delicadeza.
Es en esos momentos de quietud y calma,
que el espíritu se nutre y el alma se aclara.

Así que abraza la soledad con compasión,
encuentra la belleza en su lección.
Recuerda que nunca estás verdaderamente solo,
pues siempre llevas contigo tu propio trono.

La soledad puede ser un camino hacia la paz,
una oportunidad para crecer y trascender en solaz.
En su abrazo profundo, encuentra tu propia voz,
y descubre que la soledad puede ser un regalo, ¡porque así lo eliges vos!

El Libro de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora