Día 4 - Fate

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El destino, algo que incluso estaba fuera del control de los dioses, luchar contra eso era como pelear con la muerte o el tiempo, por más que lo intentarás al final llegaría a tí, quizás de una manera diferente a la que debería pero no podías librarte de ello.

Por eso los dioses odiaban el destino pues era una de las pocas cosas que estaba fuera de su control y para seres supuestamente "omnipotentes" con el ego y orgullo más grande que podría existir era frustrante que existiera algo más poderoso que ellos. Luego encontraron una manera en la que apasiguaron ese sentido enojo hacia el destino.

Crearon angeles y demonios. Seres que solo eran devotos a sus padres y que su destino estaba en manos de los dioses que los engendraron.

Usaron a sus creaciones para sentir que podían controlar lo incontrolable, moldeando la vida de sus hijos a su antojo, desde darles triunfos y poder, hasta dolor y muerte, sus querido hijos estaban fuera de las manos del destino. O eso creyeron.

El destino les hizo creer eso. Hasta que por fin decidió que era momento de recordarles a los dioses que no podían superarlo y unió a dos de sus hijos.

Luzu un demonio primordial, uno de los primeros demonios que fueron creados y por lo tanto de los más antiguos y poderosos, casi nadie por decir que ningun otro ser en el infierno podía hacerle frente. Se contaban historias horrorosas de sus hazañas.

El como asesino al rey de Armehista frente a su esposa he hijos para luego adoctrinarlos. En realidad Luzu asesino al padre después de que vio el deplorable estado de su pueblo y como intento abusar de sus hijos, en agradecimiento los niños y la madre decidieron ser devotos al dios del cual era lacayo su salvador.

También que inicio una de las guerras más grandes y sangrientas de la historia humana. Fue algo accidental, Luzu solo había apoyado el amor de un príncipe y princesa de reinos opuestos cuando se fugaron para estar juntos resultó en la guerra.

Como en sus tiempos libres disfrutaba de cazar como conejos a humanos haciéndolos correr por el bosque mientras sus perros demoníacos los perseguían para devorarlos. Esto era verdad, pero esos humanos que cazaban eran personas que maltratan animales o niños por diversión, los hacía estar en lugar de sus víctimas como pequeños, indefensos he débiles seres que solo eran capaces de sentir miedo y dolor ante esas situaciones de violencia.

Y la lista crecía cada tantos años, al igual que el respeto además de terror por él. Aún así Luzu sabía que no era como los otros demonios su personalidad aunque devota a su señor carecía de lo que necesitaba para cometer las atrocidades que le pedían sin una razón clara.

Él era un demonio de buen corazón.
Por eso el destino lo escogió, sabiendo que su creador lo quería guiar por un camino que Luzu no quería, tomo un hilo rojo y lo ató al demonio que deseaba en secreto haber nacido como un ángel.

Wilbur un arcángel que se encontraba entre los tres más cercanos a su padre, su fuerza solo era sobrepasada por el mismísimo dios y todos a su alrededor cometian el pecado de la enviada al verlo, él era perfecto, la creación más pura y cercana a imagen del dios. Bueno eso es lo que todos creían.

Estaban muy equivocados.

Los actos celestiales que hizo o más bien los crímenes que cometió eran tantos como las estrellas en el cielo. Exacto cada segundo aparecia uno nuevo.

La vez que ayudo a un pobre y humilde pueblerino a derrocar un reino que servía a un dios oscuro para liberarlos del control y miseria que seguro vivían. En realidad había tomado la alma del pobre chico y se divirtió haciendo que destruyera al reino pacífico que podría haber ayudado en la evolución humana.

Cuando salvó a un huérfano que se terminó convirtiendo en obispo siendo devoto a su dios. Le enseño a robar de los pobres y adoctrinar con violencia a los débiles.

También la vez que hubo un conflicto celestial y tuvieron que luchar contra demonios, esa disputa hizo que pasaran de ser 5 arcángeles a solo 3. Logro rescatar los cuerpos de dos de sus hermanos y se convirtió en un héroe de guerra. La verdad es que él mismo había matado a sus hermanos dentro del caos de la batalla para no tener que compartir el triunfo.

Él era un ángel de corazón oscuro.
Por eso el destino unio el otro extremo del hilo a él, haciendo que el bien dentro del mal y al mal dentro del bien unieran sus caminos y corazones.

Aquello pronto fue notado por los dioses de cada uno pues pudieron ver aquel hilo rojo irrompible he invisible para ojos normales atado a sus creaciones y claro que les enfureció.

¿Y qué hicieron los dioses? Desterraron a sus creaciones, les cortaron las alas he impusieron una maldición divina para finalmente lanzarlos al verdadero infierno, la tierra.

Pensaron que así evitarían el destino pero pronto se dieron cuenta que eso solo hizo que cruzarán sus caminos.

-¿Porqué? ¡¿Porqué?!- Gritaba de manera desgarradora Luzu. Se encontraba tirado en el suelo en la cima de una montaña, mojada por la lluvia torrencial, su espalda quemada y ensangrentada, por su rostro se deslizaban lágrimas de sangre, su padre, el ser divino que lo engendro y por el cual vivía le había hecho eso, diciéndole traidor y convirtiendolo en un simple mortal maldecido.

No entendía que había hecho mal ¿Descubrió su bondadoso corazón? Aún si era así, nunca se opuso a las órdenes o enseñazar de su padre, por lo cual se encontraba destrozado sin comprender la razón de su castigo.

-Deja de llorar- Una manta fue lanzada sobre el ex-demonio. El mortal que ahora estaba a su lado era Wilbur, hacía una década que él había sido desterrado y a diferencia del chico a sus pies su reacción fue tranquila.

Bueno él se había esperado eso tarde o temprano después de todo los actos que cometió podrían ser descubiertos por dios con solo preguntar, aunque él dió pelea ¿Quién lo hubiera esperado? Cuando Wilbur fue llamado por su padre y declarado como traidor no dudo en lazarse contra el dios que había adorado durante milenios  y llegó a hacerle un rasguño.

Eso no evitó que le arrancarán las alas y maldicieran para al final terminar aquí con los humanos además había terminado con un ojo ciego después de todo haber atacado a dios hizo que no creyera suficiente castigo su exilió.

Desde que terminó aquí se instalo en un pequeño pueblo al pie de esa montaña sagrada y había venido cuando comenzó la tormenta ¿Porqué? Porque sabía que está era causada por un dios y quería ver que es lo que iban a tirar.

No le sorprendió ver a un hijo de dios, concluyó rápidamente que no fue un ángel porque no lo reconoció ¿Quizás un demonio? Le importaba un comino, ahora era un humano así que no tenía una pizca de odio hacia él, más bien se vio reflejado en el pobre chico castaño y ensangrentado.

Wilbur hubiera reaccionado de esa manera desesperada si no hubiera hecho tantos actos malvados. Después de todo él fue creado para adorar a Dios. Era inevitable que le doliera ser rechazado y castigo por su padre, por más que odiar ese hecho por dentro lloró, lloró muchísimo al darse cuenta el sentido de su existencia fue arrancado.

Por eso le estaba extendiendo la mano al que en algún momento fue su enemigo.

-Levantate- Y sus manos se tomaron.

El destino de aquellos dos se había unido, como estaba escrito.

LuzburWeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora