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Capítulo 1: Escape.

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La luz le cegó los ojos apenas pudo abrirlos

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La luz le cegó los ojos apenas pudo abrirlos. Todo le dolía, no podía moverse, estaba inmovilizada. No tenía ni 5 segundos de haberse despertado y ya era presa del pánico. Lo último que recordaba era haber sido salvada por un tipo, un tipo con grandes garras al igual que la bestia con quién combatía. Al recordar al animalejo, sus sentidos se encendieron, sus párpados se abrieron a más no poder y su cuerpo se levantó de dónde descansaba con un gran dolor de cabeza taladrándole en fuertes punzadas al tiempo en el que un pitido retumbaba en sus oídos.

—Despertaste —apenas sus oídos se agudizaron y sus ojos se adaptaron a la luz de la habitación, lanzó una telaraña a dónde provenía la voz como acto de reflejo, en un segundo, el dueño de la voz tenía gran parte de su rostro cubierto de telaraña.

Annie analizó la habitación mientras el tipo gruñía y se quejaba por la telaraña pegajosa en su cara, incapaz de quitarla debido a que no dejaba de pegarse a su piel. El hombre se retorció en su lugar, intentando formular palabras para la recién llegada, pero ella ya estaba buscando la manera de cómo salir de la habitación. La morena visualizó la única puerta del pequeño cuarto y no dudó en correr hacia ella en cuanto observó que el hombre había sido liberado de su telaraña.

—No. ¡Espera! —vociferó en el momento en el que Annie se apresuró en correr por el ahora corredor.

Para Annie nada le era conocido, pues las paredes eran de un total blanco y sin ninguna ventana por dónde salir. Ignoró todo llamado del tipo a sus espaldas, pero su huida no duró mucho cuando el mismo sujeto logró inmovilizarla en cuanto una de sus aparentes telarañas anaranjadas y brillantes la envolvieron en sus piernas hasta hacerla tropezar. Ella cayó al suelo, pero apenas tocó el piso se apresuró en quitarse la telaraña mientras una fuerte presión en su pecho se hizo presente a causa de los nervios y el miedo de ser atrapada.

—¡No te muevas! —ordenó él cuando ya estuvo a centímetros de la chica. De nuevo ella intentó emprender su huida, pero el firme y fuerte agarre en su brazo por aquel hombre la hizo ahora gritar y pedir su liberación. El hombre la tomó de sus muñecas debido a que ella intentaba golpearlo como defensa propia, le pidió que se calmara, pero la joven por más que luchaba no se detenía, incluso con sus piernas intentó golpearlo al lanzar patadas, pero nada funcionaba, hasta su telaraña era lanzada sin éxito alguno por el fuerte agarre del hombre en sus muñecas. En un acto de desesperación, él terminó por azotarla contra la pared más cercana mientras aún la retenía—. ¡Oye, ya basta!

Annie apartó la mirada, no quería que la viera tan vulnerable en aquel momento en cuanto sus ojos amenazaron por derramar lágrimas gracias a su poca información de su ubicación y por lo último que recordaba. Creyó firmemente que se encontraba en una situación de secuestro por la cara desconocida enfrente suya, su sospecha surgía ya que desde que su mamá, Spider-Woman, tuvo que revelar su identidad, gran parte de su ciudad acosaba a la familia y en más de una ocasión era retenida en las grandes calles por personas que no conocía, gracias a eso y los fuertes traumas que la sociedad le fue dejando fue que volver a vivir una situación donde era acorralada por un hombre más grande y fuerte que ella la hiciera defenderse a como dé lugar.

Cuando el hombre vio más calma en ella redujo su fuerza, pues podía sentir como es que la chica temblaba bajo sus manos, sin embargo, seguía manteniéndola contra la pared.

—Te soltaré, pero, por favor, no corras más —le pidió a la morena, Annie disminuyó su fuerte respiración, realmente intentó usar todo su autocontrol para no derramar ninguna lágrima enfrente del hombre. Ella asintió levemente—. Bien.

Cómo dijo, poco a poco soltó las muñecas de la chica hasta liberarla totalmente. Annie acarició cada una de sus muñecas en cuanto la soltó, él se apartó unos cuantos centímetros de ella para comenzar a explicarle la situación, pero tal vez fue mucha confianza la que le dio a la chica enfrente suyo. Antes de que la joven hiciera algo al respecto, él habló:

—Notificaré que ya estás bien para que puedas... —no logró completar lo que pensaba decir, pues sintió la rodilla de la chica estrellarse directamente en su entrepierna.

Sin decir palabras, Annie salió corriendo antes de que su contrario lograra de nuevo alcanzarla. Observó todo el lugar y tal parecía no tener fin, miró atrás para saber que tan lejos había huido, pero el suelo bajo sus pies desapareció en el momento en el que llegó al final del pasillo. Ahora se encontraba cayendo a varios metros en un lugar que seguía sin reconocer. Su fuerte alarido alteró a algunos presentes del lugar, personas con el mismo, pero distinto traje. La morena trató de lanzar su telaraña y pegarla en uno de los tantos peculiares pasillos o columnas del lugar, la verdad es que ni le encontraba forma o sentido. Las personas observaron como espectadores la caída de la chica, y antes de que alguien pudiera hacer algo, el mismo líder del lugar se encargó de ella de nuevo.

Con su telaraña anaranjada, Miguel se lanzó al rescate de la hija de su compañera y, en cuestión de segundos, llevaba consigo a la chica asustada, quién se aferraba a él cada vez que se columpiaba. Annie se abrazó de su cuello casi asfixiándolo, pero, por más que sus ojos buscaban un suelo en donde aterrizar, nada aparecía, incluso rodeó sus piernas al torso del hombre por el miedo a caer, mientras él rodeaba la delgada cintura de la morena con una sola mano.

—Eres un fuerte dolor de pelotas, literalmente —comentó él a la chica que cada vez más aferraba sus uñas en su espalda en un acto de pánico por la altura—. Tranquilízate ya, niña. Te llevaré con tu mamá.

Al oír la mención de su madre, su rostro se despegó del arco del hombro y cuello del hombre mucho más que impresionada, quedó cara a cara con el tipo y con una ceja alzada le preguntó:

—¿Me llevarás con mi madre? —quiso saber Annie.

—Hazte a un lado, no puedo ver nada —ordenó Miguel al ser el rostro de la chica lo único que veía.

Por fin el pánico de Annie desapareció, su madre era como la medicina de su ansiedad, pues solo con ella se sentía en completa protección. Ella se apartó como le ordenó mientras también desencajaba sus uñas de la espalda del hombre, un poco más y hubiera roto el traje del mayor. Se abrazó de su cuello sin intención de despegarse aún hasta tocar el suelo sólido, y cuando ya estuvo más tranquila se dio la oportunidad de inspección el lugar mientras seguían columpiándose, su impresión por ver tal lugar desbordó de sus ojos estrellitas de la emoción. Estaba ahí, el lugar que su madre siempre le contaba, pero que jamás la llevaría. Estaba entre los cientos de Spider's de incontables universos. Y más fue su impresión al percatarse de quién era el hombre que la estaba salvando.

—¡¿Eres Miguel O'Hara?!

Escrito: 8 de Junio de 2023Publicado: 9 de Junio de 2023

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Escrito: 8 de Junio de 2023
Publicado: 9 de Junio de 2023

𝐒𝐏𝐈𝐃𝐄𝐑-𝐌𝐘𝐒𝐓𝐈𝐂 | Fuera del Canon | 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗢'𝗛𝗮𝗿𝗮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora