𝐒𝐏𝐈𝐃𝐄𝐑-𝐌𝐘𝐒𝐓𝐈𝐂 | Fuera del Canon | 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗢'𝗛𝗮𝗿𝗮

D o s

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Capítulo 2: Adolescente
hormonal.

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—Esto es real.

Ante los ojos de Annie, estar en ese lugar rodeada de más Spider's era como un sueño hecho realidad. Tantas historias de su madre que escuchaba sin parar, tantas preguntas por cuestionar, tantas respuestas por obtener, era su paraíso, y sin contar que estaba en su primera visita a otro universo. Sus orbes radiaron de alegría hasta el punto de hacerla olvidar de sus múltiples heridas y que se encontraba en un lugar sin la supervisión de uno de sus padres. Una sonrisa que llegaba casi a los lados de sus ojos era lo que se veía en todo su rostro.

Con cuidado, se acercó a la orilla de dónde estaba, dándose cuenta de que la caída era extremadamente larga y que la gente ahí caminaba como si no hubiera gravedad, o –más bien– como lo haría una araña, caminando en el techo como si fuera el suelo o caminando en las paredes como si no se fueran a despegar como si nada.

—Oye, no te acerques mucho —advirtió el hombre a su lado. Miguel no pudo estar más frustrado por el hecho de tener una persona que no formaba parte de la élite y también porque Jessica no contestaba a su llamado.

—¡Tengo tantas preguntas! —Annie se dirigió hacia Miguel, aproximándose a él como una fan a su famoso favorito—. ¿Cómo creaste los brazaletes? ¿Cómo descubriste el multiverso? Espera, ¿en qué universo estamos? Bueno, no importa. ¿Qué tan grande o pequeño es el multiverso? ¿Cómo se conforma, hay diferentes realidades, líneas temporales o dimensiones? ¿Y cómo fue que tú...?

—Basta —la mano del latino encerró los labios de la morena, evitando más palabras que salieran de su boca—. Hay que ir a la recepción.

De nuevo, las manos de Miguel abrazaron su cintura, pegándola a su cuerpo, lanzó su telaraña de láser rojo para luego columpiarse junto con la chica. Annie, a diferencia del viaje anterior, pudo disfrutar la vista que el lugar le ofrecía, aferrada al cuello del mayor, pudo admirar su alrededor como si fuera una pequeña niña en un parque de diversiones.

Cuando llegaron a tierra firme, Jessica se apresuró en llegar a brazos de su hija mayor en cuanto bajó de su moto.

—Que susto me metiste, niña —comentó la mayor acariciando el cabello afro de la menor.

—Me enfrenté a mi primer villano, ma —con emoción en sus palabras, Annie le dijo a su madre con los orbes radiantes.

—Y casi mueres por eso—con un tono más serio, Jessica se separó de su hija—. Es momento de que regreses a casa, Annie.

—¡No, esperen! —protestó en cuanto Jessica abrió uno de sus portales hexagonales—. He esperado tanto tiempo por este momento, ¿y quieres que me vaya? —la chica se apartó de los dos mayores, yendo a la orilla del suelo para contemplar el interior del lugar—. Es el lugar con el que he soñado todos estos días. Por fin obtendré lo que quiero. Solo déjenme conocer mejor el lugar, aprender sobre los distintos universos.

—No perteneces aquí —estableció Miguel, cortando totalmente la ilusión de Annie por conocer el Spider-Verse—. No eres una de nosotros.

—Miguel, por favor —pidió Jessica, pues sabía la gravedad de lo dicho por el hombre que podrían llegar a impactar en su hija.

—Ah, ¿no? ¿Entonces disparar telarañas, como yo, y tener un sentido arácnido, también como yo, no me hace ser una spider como ustedes?

—No, en realidad no, Annie —le contestó su madre.

—Ser una spider es mucho más que lanzar telarañas. Tendrás los poderes, pero no la responsabilidad, o al menos aún no.

—¿A qué te refieres con que aún no? —cuestionó Annie, deseosa por la respuesta.

—En el futuro serás la Spider-Woman que tanto deseas ser, pero aún no es la hora. Mientras tanto, no eres una spider.

—Enséñame —ambos adultos intercambiaron miradas, indecisos en la decisión—. Enséñenme como es que saben eso y prometo que trataré de irme después.

Un momento de silencio fue lo que hubo entre los tres, no fue hasta que un suspiro cansado salió de los labios de Miguel, luego Jessica cerró el portal para después dirigirse a su moto.

—Sube —ordenó la mayor, dejando un espacio en la parte trasera del asiento mientras Miguel ya empezaba a columpiarse para ir a dónde la información se le sería revelada.

—Yo puedo hacerlo —aseguró Annie en cuanto lanzó su telaraña y esta se pegaba a un techo de la zona.

—Bien, te veré ahí.

Cómo dijo Jessica, la mujer arrancó apenas terminó de hablar. Annie se tomó con ambas manos de la telaraña a la orilla del suelo, la verdad es que estaba muerta de miedo porque sabía que sus telarañas no eran las más fuertes que existiera, pero un pedazo de su ser confiaba en que lo lograría. Estar en ese lugar rodeada de más spider la llenaba de confianza, sentía que estaba rodeada de los suyos. Antes de lanzarse al vacío, suspiró nerviosa para después balancearse y despegar sus pies del suelo. En un principio fue un momento mágico, columpiándose con su propia telaraña entre la gente, no había ojos que la miraran como algo extraordinario, más bien la veían como algo ordinario. Claro que su emoción no duró mucho, pues –como ya había dicho– su telaraña no era la más fuerte o resistente, así que en el momento en el que se rompió mientras ella se impulsaba más fuerte que las anteriores veces fue cuando su corazón latió con tal fuerza que sintió que casi se salía de su pecho si no fuera porque unos músculos brazos la atraparon a tiempo.

Cuando Annie abrió los ojos, su cuerpo entero se comprimió, estar cuerpo a cuerpo con aquel tipo se estaba volviendo algo extraño para su gusto, pero sin perder el interés de tenerlo tan cerca. Ni siquiera lo conocía y ya creaba reacciones en ella como una adolescente hormonal.

Escrito: 11 de Junio de 2023
Publicado: 12 de Junio de 2023